Snowden, el esp¨ªa que se convirti¨® en icono pop
Pas¨® de ser un tipo anodino a convertirse en el pr¨®fugo m¨¢s buscado por la justicia de EE UU. La pel¨ªcula de Oliver Stone sobre Edward Snowden devuelve a la actualidad al mayor filtrador de nuestros d¨ªas
Hay un robot que da charlas por Nueva York ¨²ltimamente. No llega al metro sesenta, tiene dos patas con ruedas conectadas a una pantalla que hace de cara y mira a su p¨²blico a trav¨¦s del objetivo de una lente, que gira de un lado a otro, como si viniera de La guerra de las galaxias. Se le ha visto dando clases en universidades, charlando en galer¨ªas de arte, en debates p¨²blicos y en alguna entrevista televisada. Hace unos meses irrumpi¨® por sorpresa en el festival de cine de Tribeca y su mera presencia fue motivo de esc¨¢ndalo, aplausos y titulares. El problema no era su aspecto ¡ªsu cuerpo no es m¨¢s que un BeamPro, un invento que cualquiera puede comprar por 14.000 d¨®lares para interactuar a trav¨¦s de un ordenador con personas que est¨¦n a kil¨®metros de distancia¡ª, sino la cara que se ve en la pantalla: la de uno de los fugitivos m¨¢s famosos de nuestros tiempos, una de las personas m¨¢s admiradas y odiadas del mundo. La cara de Edward Snowden, el whistleblower (literalmente, el que hace sonar el silbato) que en 2013 revel¨® al mundo hasta qu¨¦ punto las agencias de informaci¨®n estadounidenses se hab¨ªan colado electr¨®nicamente en la intimidad de sus ciudadanos.
Ya que no puede salir de Mosc¨² ¡ªel gobierno de EE UU le considera un traidor y le revoc¨® el pasaporte mientras ¨¦l intentaba fugarse a Ecuador¡ª, Snowden habla as¨ª con el pueblo estadounidense. No es la forma m¨¢s pr¨¢ctica de hacerlo pero s¨ª la m¨¢s llamativa. Y eso despierta en Snowden un poder que sus enemigos jam¨¢s podr¨¢n controlar: convierte a una persona escondida en alguien que puede ser visto, puede ser famoso y, lo que es m¨¢s irreversible, puede ser un icono.
"Total, ?qu¨¦ significa ser un exiliado en 2016?", pregunta Ben Wizner, abogado y pr¨¢cticamente agente de Snowden, desde sus oficinas en Nueva York. "Antes se usaba el exilio para silenciar a alguien pero, hoy en d¨ªa, ¨¦l puede seguir con su discurso en cualquier parte del mundo. No es solo el robot, tambi¨¦n usa Google Hangouts o Skype".
En realidad, Snowden ha estado en todo medio posible. Se le ha visto en la serie de HBO Vice. Ha participado en un tema del nuevo disco de Jean-Michel Jarre y el grupo Weezer canta sobre ¨¦l en la canci¨®n Snowed in. En Alemania se han vendido miles de camisetas y millones de pegatinas de un p¨®ster con su cara al estilo de la campa?a de Obama en 2008, solo que en lugar de decir "HOPE", pide "ASYL" (asilo). En 2015, unos artistas neoyorquinos instalaron una estatua con su cara en un parque de Brooklyn.
?Quien maneje los datos m¨¢s innacesibles y les d¨¦ nuevo valor se convertir¨¢ en un h¨¦roe folk como Bonnie y Clyde? -Amit Ray
Su historia ha inspirado novelas, series (Mr. Robot, el ¨¦xito de cr¨ªtica del momento) y, en el cine, los chivatos que se le parecen han irrumpido en las sagas ambientadas en la actualidad, de James Bond a Jason Bourne. En el relanzamiento de Expediente X, Mulder habla de ¨¦l. Y ahora, su historia es tambi¨¦n una nueva pel¨ªcula de Oliver Stone. Cuando se proyect¨® en la ComicCon, a finales de julio, el verdadero Snowden apareci¨® proyectado en la misma pantalla en la que Joseph Gordon-Levitt lo acababa de interpretar, para responder a las preguntas del p¨²blico, acortando a¨²n m¨¢s la distancia entre la leyenda y su persona. En t¨¦rminos generales, vivimos en la era de la informaci¨®n, pero, si hubiera que ser m¨¢s concretos, lo m¨¢s probable es que vivamos en la era de Edward Snowden.
El verdadero destape era esto
En abril 2010, el mundo vio algo que no tendr¨ªa que haber visto. Unos helic¨®pteros estadounidenses ametrallaban en Bagdad a 12 personas, incluidos dos periodistas de Reuters. Hab¨ªa ocurrido a?os antes y el v¨ªdeo que lo mostraba hab¨ªa sido sepultado por los muchos guardianes de los secretos militares estadounidenses. Pero ah¨ª estaba, en los informativos de todo el mundo, descubierto y presentado con orgullo por una organizaci¨®n que se hac¨ªa llamar Wikileaks, dirigida por un tal Julian Assange. Durante meses, Assange se vendi¨® en los medios como un justiciero perseguido. Empez¨® a dibujar ante el p¨²blico uno de los mitos m¨¢s atractivos de nuestra era: el del chivato moderno. Tiene todo el poder del caso cl¨¢sico del h¨¦roe an¨®nimo, el David que le quita la raz¨®n a Goliat. Galileo, Garganta Profunda de Todos los hombres del presidente, Serpico. "Dar un chivatazo cambia una vida. Nadie es el mismo despu¨¦s de provocar al poder con la confianza del p¨²blico", explica Tom Devine, director legal del Govern Accountability Project, un organismo que vela por el buen gobierno de las instituciones y que ha representado legalmente a unos 7.000 filtradores desde 1977. "El poder tiene una intolerancia casi obsesiva con cualquiera que cuestiona su monopolio. Quienes lo ostentan solo pueden permanecer en el poder si abusan de ¨¦l en secreto. Y si lo provocas, la instituci¨®n va a reaccionar con instinto animal: va a emplear todas sus fuerzas en destruir la amenaza".
Pero, en los ¨²ltimos a?os, el mito se ha reforzado de forma espectacular. El chivato ha pasado ha pasado a vivir en el centro de nuestra cultura. "Todo lo que ha revolucionado Internet, que nos parece que es el mundo entero, es solo lo relativo a la informaci¨®n. Los productos se crean igual y se distribuyen igual. Pero los datos no; los datos son el tejido del que se hace nuestra sociedad ahora. Son el recurso m¨¢s valioso que tenemos", alerta Amit Ray, profesor de Literatura en el Rochester Institute of Technology. "Y quien los maneje, quien acceda a los m¨¢s inaccesibles, quien les d¨¦ nuevo valor, no se va a diferenciar en nada de cualquier otro h¨¦roe folk como Billy el Ni?o o Bonnie y Clyde". Un chivato es solo una persona, pero tambi¨¦n un s¨ªmbolo de todo el impacto que puede tener un hombre por s¨ª solo. Es el h¨¦roe definitivo.
?Gente como Snowden ha cambiado nuestra forma de entender y relacionarnos con nuestros gobiernos? -St¨¦phane M. Grueso
Assange lo fue durante un tiempo, hasta que empezaron a conocerse demasiadas historias de su comportamiento err¨¢tico y sus delirios de grandeza. A ¨¦l se le acus¨® de haber violado a dos mujeres suecas y, a Wikileaks, de filtrar informaci¨®n de forma cada vez m¨¢s interesada. Tambi¨¦n Chelsea Manning fue ese s¨ªmbolo: cuando era un soldado llamado Bradley, filtr¨® algunos secretos del ej¨¦rcito estadounidense a Wikileaks. Poco despu¨¦s, fue detenida y alejada del ojo p¨²blico.
Pero en 2013 lleg¨® la mayor filtraci¨®n de la historia, de la mano de un tipo paliducho de Carolina del Norte, que, a sus 29 a?os, hablaba de idealismo de forma extremadamente seria y articulada. Llevaba gafas rectangulares muy alejadas de toda moda. No intimidaba, no pertenec¨ªa a ning¨²n colectivo y, desde el principio, hizo que fuera imposible separar lo filtrado del filtrador. En el correo con el que inici¨® su periplo, enviado a la cineasta Laura Poitras, Edward Joseph Snowden escribi¨®: "Mi deseo personal es que me atribuyas todo esto a m¨ª. Tienes que crucificarme inmediatamente en lugar en protegerme como fuente". Inmolarse, explicaba, era la ¨²nica forma de que no se cuestionasen sus intereses. As¨ª, fue el propio Snowden, con su cara y su voz, quien solt¨® el mayor soplo del siglo a trav¨¦s de un v¨ªdeo, filmado por Poitras, con preguntas del periodista Glenn Greenwald, y publicado en la web de The Guardian: la Agencia de Seguridad Nacional (NSA por sus siglas en ingl¨¦s), donde ¨¦l hab¨ªa sido analista, acced¨ªa con libertad a las llamadas, correos electr¨®nicos e historial online de millones de ciudadanos. Tambi¨¦n pod¨ªan campar a sus anchas en las redes de Google, Yahoo u otras empresas. Snowden hab¨ªa robado miles de documentos que lo probaban y hab¨ªa huido a Hong Kong con ellos.
En aquel v¨ªdeo, el analista se describ¨ªa no como un ide¨®logo, sino como una persona m¨¢s, un funcionario com¨²n que vio algo que estaba mal y decidi¨® hacer lo que pudo ¡ªeso s¨ª, ocult¨® que era una persona de opiniones radicales sobre la libertad en Internet y que precisamente por ello estaba marginado dentro de la NSA¡ª. Assange hab¨ªa sido acusado de violaci¨®n; este hijo de funcionarios ten¨ªa novia. Manning fue escondida y silenciada en una prisi¨®n; ¨¦l daba chivatazos directamente en las pantallas de todo el mundo. Se qued¨® sin pasaporte cuando intentaba volar de Mosc¨² a Ecuador y, afincado en Rusia, vio c¨®mo su nombre se convert¨ªa en un fen¨®meno. La pel¨ªcula que Poitras rod¨® con ¨¦l, Citizenfour, gan¨® el Oscar al Mejor Documental y el Pulitzer. A finales de 2014, ya hab¨ªa dos filmes de ficci¨®n sobre ¨¦l. Se hicieron hasta cuatro documentales m¨¢s. Michael Hayden, el director de la CIA, le puso en una lista de objetivos para ser asesinados por drones. Donald Trump exigi¨® que le ejecutaran, mientras celebridades de izquierdas como Susan Sarandon y Viggo Mortensen le defend¨ªan en p¨²blico. "Uno se puede definir por la opini¨®n que tenga sobre Edward Snowden", explica el profesor Ray. "Y en la era en la que todos estamos haciendo tests de Buzzfeed, la clave es que una historia cambie de blanco a negro, como el vestido aquel, seg¨²n la miremos nosotros".
Fen¨®meno pop
Crist¨®bal Garrido, que ha firmado Cuerpo de ¨¦lite, Promoci¨®n fantasma y algunos de los mayores ¨¦xitos del cine y televisi¨®n espa?ola, y cuyo trabajo depende de entender lo que ata al p¨²blico a una historia, sostiene que "Snowden es un fen¨®meno pop. El Ch¨¦ Guevara es un fen¨®meno pop. Nos guste o no, Bel¨¦n Esteban tambi¨¦n lo es. La imagen de Guevara, con la gorra y la estrella, es tan reconocible y memorable como la de Marilyn sujet¨¢ndose la falda en La tentaci¨®n vive arriba. Solo necesitas un relato, una historia muy potente con la que envolver al personaje". Y la de Snowden no pod¨ªa ser mejor. La revoluci¨®n del siglo XXI ya ten¨ªa su fen¨®meno pop.
En julio de este a?o, Edward Snowden compareci¨®, BeamPro mediante, en una cafeter¨ªa de Nueva York. Hab¨ªa ido a hablar de cu¨¢nto le gustaba Mr. Robot, una serie sobre un empleado de una agencia de ciberseguridad que se vuelve hacktisvista, hacker por motivos pol¨ªticos. Es as¨ª como ¨¦l defiende estos d¨ªas su legado, participando en la cultura popular de la era post Snowden (ese concepto popularizado por los productores de la saga cinematogr¨¢fica Bourne). Tambi¨¦n propaga el mantra que lleva a?os repitiendo: que la intimidad equivale a la libertad. Al igual que su cara se ha convertido en la de un esp¨ªa moderno en la era de Internet, esa idea ha pasado a ser el principal debate de la sociedad durante a?os.
Si cuida as¨ª su legado, no es por casualidad. "Lo importante de gente como Assange o como Snowden no son ellos, es la informaci¨®n que han hecho p¨²blica", explica desde Espa?a St¨¦phane M. Grueso, coordinador de Filtrala.org. "Han cambiado nuestra forma de entender nuestros gobiernos y de c¨®mo relacionarnos con ellos". Barack Obama firm¨® en 2015 el USA Freedom Act, una ley que limita, en parte, hasta d¨®nde puede espiar la NSA. El propio Obama, que al principio de la historia actu¨® a la defensiva, acab¨® admitiendo que EE UU hab¨ªa salido reforzado del debate sobre los l¨ªmites de la seguridad.
Pero no muchos saben esto. El impacto real de Snowden es demasiado complejo como para apreciarlo en la calle. A muy poca gente le cambi¨® la rutina el d¨ªa que Snowden public¨® su informaci¨®n, y a menos a¨²n cuando se firm¨® el Freedom Act. Su gran esperanza es el peso que tiene en la cultura pop. "Tener una pel¨ªcula deber¨ªa ayudarnos a entender su legado", suspira Wizner. "No todo el mundo puede comprender t¨¦cnicamente qu¨¦ ha hecho, pero cualquiera puede entender que ha provocado el mayor debate p¨²blico que se recuerde". Ese puede ser el ¨²ltimo a?adido al mito pop de Snowden. Alguien que cambi¨® el mundo aunque, como siempre, no lo parezca.
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