La dignidad de las refugiadas
Los testimonios de Oula Ramadan, Reem Al-Haswani y Leila Nachawati resaltan el papel de las mujeres en el ¨¦xodo que provoca una guerra
Hablaron de resiliencia, de la capacidad de soportar con un inaudito estoicismo las pedradas de la vida. De los sue?os m¨¢s mundanos, como poder pasar el d¨ªa junto a los tuyos. Y de dignidad: la que mueve a los seres humanos para seguir adelante a pesar de todo. Las refugiadas sirias Oula Ramadan y Reem Al-Haswani charlaron este lunes en Madrid con Leila Nachawati, escritora sirio-espa?ola, sobre el papel fundamental de la mujer en los conflictos y en el ¨¦xodo que estos provocan.
El suyo ¡ªel m¨¢s reciente, el m¨¢s demoledor desde la segunda Guerra Mundial¡ª tiene como origen Siria y como meta cualquier punto seguro fuera de su pa¨ªs. Junto a otros 4,8 millones de personas que han salido desde 2011, seg¨²n Acnur, la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados, Ramadan y Al-Haswani huyeron de la guerra. La mecha fueron las protestas ciudadanas contra el presidente Bachar Al Asad, enmarcadas en la llamada Primavera ?rabe. Punto de partida que deriv¨® en una situaci¨®n b¨¦lica entre rebeldes, ej¨¦rcito y el autodenominado Estado Isl¨¢mico. Y que dura desde entonces, causando m¨¢s de 260.000 muertes y una de las mayores crisis humanitarias desde la mitad del siglo pasado.
Dentro del congreso Women4Change, organizado por la Fundaci¨®n Esperanza Pertusa, de la firma de calzado Gioseppo, se dio voz a tres v¨ªctimas de la tragedia. La alcaldesa de Madrid, Manuel Carmena, las present¨® recordando que "hablar de mujeres refugiadas es hablar de hero¨ªnas". "Creo que todos estamos muy aterrados con lo que pasa. Y ojal¨¢ lo sigamos estando, porque nuestra sensibilidad es la que va a hacer que queramos acabar con ello. La paz tiene que ver mucho con la cultura de las mujeres", subray¨®.
La primera en intervenir fue Reem Al-Haswani, de 28 a?os y residente en L¨ªbano. La fundadora de Sonrisas y Aceitunas, una asociaci¨®n que opera en el sur de Beirut, anot¨® cu¨¢les eran los desaf¨ªos del d¨ªa a d¨ªa para aquellas mujeres que hab¨ªan huido con varios hijos a su cargo y acostumbradas a que el hombre fuera el ¨²nico miembro de la familia que trabajaba. "Muchas de ellas tienen que optar al negocio propio. Por eso las ayudamos en la organizaci¨®n a hacer cosas que puedan vender", explic¨®. Desde el pa¨ªs vecino, Al-Haswani a¨²n siente el miedo perpetuo de la guerra. "Muchos de mis amigos siguen en la c¨¢rcel o en barrios no seguros. He visto torturas y bombardeos, as¨ª que no puedo dejar de estar asustada".
Ese mismo estado es el que se encuentran las otras 13,5 millones de personas que han tenido que desplazarse dentro de Siria, seg¨²n el Fondo de Poblaci¨®n de las Naciones Unidas (UNFPA, en sus siglas inglesas). Los denominados en la jerga migratoria como IDP (Internal Displaced Person) responden a aquellos que se han ido desplazando dentro de sus propias fronteras por los avances de la guerra. Fuera de estas, a Europa ha llegado cerca de un mill¨®n de refugiados, mientras que es en los pa¨ªses vecinos donde m¨¢s se han concentrado. Turqu¨ªa acoge a 2,8 millones, L¨ªbano a uno y Jordania a unos 650.000.
Hemos seguido bajando la voz cada vez que habl¨¢bamos de Siria. Incluso en mis investigaciones hablaba de Corea del Norte o Eritrea pero evitaba Siria. Pero luego rompimos ese tab¨²
Oula Ramadan, de 33 a?os, se refiri¨® a todos los perjudicados y aludi¨® a los "mercados internacionales" que est¨¢n presionando en el conflicto. "Debemos poner las cosas sobre la mesas desde organizaciones peque?as", dijo la directora de Badael, que trabaja con grupos peque?os de gente para crear alianzas civiles y promover la paz. "Es triste que no haya alternativas a las armas. Hay mucha informaci¨®n que se desconoce. Estados Unidos, Rusia, Europa... todos tienen muchos intereses y no hacen nada. No queremos palabras imaginarias, sino un mundo real", zanj¨®.
Seg¨²n Amnist¨ªa Internacional, las mujeres que salen del pa¨ªs afrontan un doble reto: el que supone ser refugiada y el relativo al g¨¦nero. Las amenazas o las agresiones f¨ªsicas y sexuales a lo largo del camino se repiten. La organizaci¨®n ha denunciado casos de abusos o de ofertas de dinero a cambio de sexo y ha recordado que muchas cargan solas con la familia y son un blanco de deportaci¨®n f¨¢cil si no llevan documentos. A Leila Nachawati, profesora de universidad, experta en Comunicaci¨®n y autora de la novela 'Cuando la revoluci¨®n termine' le cansan los "an¨¢lisis sesudos que no generan m¨¢s que ruido". Hija de padre sirio y madre gallega y residente en Espa?a desde peque?a, record¨® el gran papel que tiene el humor en todo Oriente Medio y el silencio que reinaba en su casa de Damasco durante la ni?ez, trasladado a sus a?os de Santiago de Compostela.
"Hemos seguido bajando la voz cada vez que habl¨¢bamos de Siria. Incluso en mis investigaciones hablaba de Corea del Norte o Eritrea pero evitaba Siria. Pero luego rompimos ese tab¨². Yo he querido poner el foco medi¨¢tico en los que reconstruyen, no solo en los que destruyen. Hasta ahora, el arte estaba en manos de hombres viejos. Pero eso ha cambiado: tambi¨¦n est¨¢ en manos de mujeres. Ellas son las encargadas del perd¨®n y la reconciliaci¨®n. Cuando uno mira im¨¢genes de Alepo, ve el Guernica. La solidaridad internacional ha muerto en Siria", espet¨®.
?Qu¨¦ les hace, no obstante, seguir adelante? Reem, Oula y Leila reconocieron transitar entre la esperanza y el desaliento ante el futuro pr¨®ximo. Leila record¨® que el umbral de exigencias est¨¢ tan bajo que en lugar de pedir la paz se sugiere que no se use gas cloro, como se denunci¨® el pasado agosto. Pero todas aludieron a la fuerza que les insuflan sus compa?eros, sus charlas con familiares y amigos, las instant¨¢neas amables de peque?as victorias.
"Sue?o con volver y tener de nuevo mi vida all¨ª; no como antes, sino con las condiciones para una vida normal", apostill¨® Ramadan. "Una vida sencilla, con los derechos fundamentales", a?adi¨® Al-Haswani. Mientras tanto, seguir¨¢n superando las terribles circunstancias que le toca vivir a un amplio espectro de ciudadanos de todo el mundo. Hablar¨¢n del ¨¦xodo obligado, del cobijo en una cotidianeidad impuesta y, por supuesto, de la dignidad de las mujeres, agentes fundamentales de la entereza y la resistencia.
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