Serrat
Mantenerse durante medio siglo como una gloria nacional y no haber parecido nunca un imb¨¦cil es una buena definici¨®n de grandeza
En 1977 Joaqu¨ªn Soler Serrano entrevist¨® a Joan Manuel Serrat en A fondo, un tesoro de la televisi¨®n. Serrat, a sus 34 a?os, era un fen¨®meno popular y contaba ya con una gran reputaci¨®n. Hac¨ªa cinco a?os que V¨¢zquez Montalb¨¢n hab¨ªa escrito un libro sobre ¨¦l y hac¨ªa seis de aquella barbaridad de disco que incluye Mediterr¨¢neo, Luc¨ªa, Pueblo blanco, T¨ªo Alberto, Qu¨¦ va a ser de ti, La mujer que yo quiero o Esas peque?as cosas.
La entrevista dura 75 minutos. Mientras fuma, Serrat recorre su vida, con una calma y un desparpajo apabullantes. De entrada, evoca a sus padres, un obrero con un sueldo base de 53 pesetas y un ama de casa de Belchite que, a sus veintitantos a?os, huyendo de los bombardeos de la guerra, entr¨® a pie en Barcelona, al frente de un mont¨®n de ni?os que hab¨ªa recogido por los pueblos de Arag¨®n.
Volver a esa charla nos sumerge en la tele m¨¢s honda de los setenta y brinda una perspectiva muy curiosa sobre Serrat y su tiempo. ¡°Espa?a necesita escuelas. Cuando las haya, la mayor¨ªa de los problemas, desaparecer¨¢n¡±, deja caer. Pero no todas sus palabras contienen tanta clarividencia: ¡°Me cuesta mucho establecer una relaci¨®n duradera. A una mujer le resulta muy dif¨ªcil aguantarme¡±. A continuaci¨®n, se enamor¨® de Candela Tiff¨®n, una superclase que le aguanta desde hace casi 40 a?os.
Serrat nos sobrevuela desde siempre y es una alegr¨ªa verle hoy, a sus 73, con ese br¨ªo, sin dar la impresi¨®n de estar de vuelta de nada. Mantenerse durante medio siglo como una gloria nacional y no haber parecido nunca, siquiera por un instante, un imb¨¦cil, es una buena definici¨®n de grandeza.
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