Una pol¨ªtica comercial com¨²n
Cuanto m¨¢s tiempo se espere en la firma de los tratados internacionales, m¨¢s se demoran los beneficios
La en¨¦sima sesi¨®n de negociaciones entre la Uni¨®n Europea y EE?UU sobre la Asociaci¨®n Transatl¨¢ntica de Comercio e Inversi¨®n (TTIP), ha concluido con lentos avances, insuficientes como para dar un golpe de tim¨®n a una negociaci¨®n que lleva a?os entre frenazos y acelerones. Sin embargo, la atenci¨®n de la opini¨®n p¨²blica europea no se hab¨ªa centrado hasta hace poco en las vicisitudes de esta alianza, a lomos de la ola del sentimiento populista y antiglobalizaci¨®n que la impregna.
Algunas cuestiones que se negocian entre EE?UU y Europa, y donde se plantean divergencias leg¨ªtimas, normales y presentes incluso cuando se negocia el precio de un piso, se nos presentan como complots de amorfas multinacionales a expensas de las peque?as empresas y de los ciudadanos. Se esgrime el espectro de los da?os a la salud de los consumidores, de la cesi¨®n de soberan¨ªa a los tribunales de arbitraje privado, y as¨ª sucesivamente.
Pero, ?c¨®mo funciona en realidad y para qu¨¦ sirve la pol¨ªtica comercial europea? En primer lugar, conviene saber que la UE tiene competencias exclusivas en materia de comercio internacional. En otras palabras, no cabe la posibilidad de que Italia o Espa?a negocien un acuerdo por separado con EE?UU, Canad¨¢ o cualquier otro pa¨ªs. Esto representa sin duda una ventaja, ya que permite que econom¨ªas semejantes y con un corpus de reglas comunes puedan negociar con otras naciones en una posici¨®n de mayor fuerza. Adem¨¢s, en el curso de los a?os ha ido form¨¢ndose un sofisticado grupo de funcionarios especializados, capaces de comprender los distintos expedientes con mayor sagacidad que cada pa¨ªs por separado: uno de los problemas planteados por el Brexit al Reino Unido es precisamente el de tener que empezar desde cero en la reconstrucci¨®n de un departamento capaz de hacerse cargo de las complejas cuestiones del comercio internacional. La desventaja es que, dado que resulta imposible ignorar por completo a los Gobiernos, algunas posiciones proteccionistas de naciones importantes (Francia, por ejemplo) acaban volvi¨¦ndose de todos.
Econom¨ªas semejantes y con un corpus de reglas comunes pueden negociar con otras naciones en una posici¨®n de mayor fuerza
Con las progresivamente mayores dificultades que encuentra la Organizaci¨®n Mundial de Comercio para la conclusi¨®n de acuerdos globales que abaraten las tasas y, sobre todo, las barreras no arancelarias, la UE se ve cada vez m¨¢s involucrada en negociaciones bilaterales con pa¨ªses singulares o asociaciones de Estados (por ejemplo, la zona de libre comercio del sudeste asi¨¢tico). Se trata de una tendencia mundial: no solo Rusia negocia acuerdos con China e India y ¨¦stos entre s¨ª, sino que brotan como hongos tratados multilaterales, uniones aduaneras, incluso monedas ¨²nicas o c¨®digos transnacionales de comercio.
El m¨¢s importante de los tratados firmados recientemente es el TPP, entre EE UU y un gran n¨²mero de pa¨ªses que se asoman al Oc¨¦ano Pac¨ªfico, desde Jap¨®n hasta Australia, pasando por Nueva Zelanda y Chile. Sin embargo, EE?UU todav¨ªa no lo ha ratificado y, con las pol¨ªticas neoproteccionistas proclamadas por Trump y Hillary Clinton, su entrada en vigor presenta incertidumbres.
La UE tampoco est¨¢ cruzada de brazos: en 2011 estableci¨® un acuerdo de libre comercio con Corea del Sur que ha tenido frutos espectaculares. Bruselas firm¨® m¨¢s tarde el CETA con Canad¨¢, que ahora, con un curioso procedimiento, tendr¨¢ que pasar no solo por el Parlamento Europeo, sino por todos los Parlamentos nacionales. La Uni¨®n est¨¢ negociando otros acuerdos con Jap¨®n, China y est¨¢ revisando tratados vigentes o se ha sentado en nuevas mesas de negociaci¨®n con Am¨¦rica Latina, ?frica y Asia del Sur.
?Por qu¨¦ resultar¨ªa tan importante actuar r¨¢pidamente y concluir las negociaciones en curso? En primer lugar, porque cuanto m¨¢s tiempo se espere, m¨¢s se demoran los beneficios que, por ejemplo, el libre comercio con Corea ha hecho evidentes. Por otra parte, en un mundo en el que en un futuro previsible, el peso de China, India y ?frica est¨¢ destinado a crecer m¨¢s que el de Europa, ser¨ªa conveniente que las reglas del juego del comercio mundial se impongan cuanto antes con aquellos pa¨ªses con los que compartimos valores y estructuras pol¨ªticas. Si hoy en d¨ªa como europeos ponemos trabas a la presunta inflexibilidad estadounidense en la mesa de negociaci¨®n, tal vez no nos hagamos una idea cabal de lo que significar¨¢ sentarse a negociar con diplom¨¢ticos chinos que representen un PIB que duplica el nuestro.
Alessandro de Nicola es analista econ¨®mico de La Repubblica y vicepresidente de Orrick Corporate Group.
Traducci¨®n de Carlos Gumpert.
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