Populismo en dificultades
La p¨¦rdida de apoyo por parte del Gobierno de Tsipras es una expresi¨®n de la frustraci¨®n que generan las promesas irrealizables
La dram¨¢tica p¨¦rdida de apoyo popular que, seg¨²n las encuestas, experimenta el Gobierno de Alexis Tsipras en Grecia ¡ªy la posibilidad real de que se produzcan elecciones anticipadas¡ª pone de evidencia por un lado la frustraci¨®n que genera entre la poblaci¨®n el incumplimiento de promesas irrealizables ofrecidas en campa?a electoral y por otro la inexistencia de soluciones f¨¢ciles y r¨¢pidas a problemas enrevesados cuya soluci¨®n necesita di¨¢logo y no propuestas desafiantes.
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A pesar de su machac¨®n discurso de rechazo a la pol¨ªtica de ajuste exigida desde Bruselas, Tsipras ya tuvo en julio del a?o pasado que ceder con las condiciones impuestas por la UE para recibir un tercer rescate por valor de 86.000 millones de euros. Y adem¨¢s lo hizo tergiversando la voluntad popular aceptando unas condiciones muy similares a las rechazadas en un refer¨¦ndum convocado por ¨¦l mismo y para el que hab¨ªa pedido el no. Ahora el mandatario griego se enfrenta a la segunda revisi¨®n de este tercer rescate financiero, para lo cual tuvo que aprobar antes del verano un nuevo recorte hasta 2018 por valor de m¨¢s de 5.000 millones de euros, que representa nada menos que el 3% del PIB griego. Desde hace meses las protestas han tomado unas calles que Tsipras cre¨ªa controlar.
Pero m¨¢s que las dificultades en la gesti¨®n econ¨®mica, algo a lo que desgraciadamente los griegos est¨¢n acostumbrados, Syriza est¨¢ sufriendo un tremendo desgaste por la gesti¨®n de la crisis de los refugiados y una pol¨¦mica ley de televisi¨®n de dudosa constitucionalidad. Respecto a lo primero, desafortunadamente ning¨²n pa¨ªs de la UE ha sabido lidiar con ¨¦xito con la mayor crisis humanitaria en Europa desde el final de la II?Guerra Mundial. Grecia est¨¢ en primera fila, y no es descabellado dudar de que cualquier otro Gobierno hubiera podido hacerlo mejor. Sin embargo, el control de los medios es una estrofa repetida en la mayor¨ªa de los programas populistas. Y Tsipras no es una excepci¨®n.
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