La ¡®robotasa¡¯
Tarde o temprano habra que debatir sobre el efecto de la rob¨®tica sobre el mercado de trabajo y las pensiones
El secretario general de UGT, Jos¨¦ Mar¨ªa ?lvarez, ha planteado una cuesti¨®n esencial. Puede que su idea concreta de que los robots coticen a la Seguridad Social ¡ªla robotasa¡ª sea inviable, pero cuando amainen la irritaci¨®n y el humorismo tendremos que sentarnos todos a debatir, y bien a fondo, sobre el efecto de la rob¨®tica y la inteligencia artificial sobre el mercado de trabajo y la financiaci¨®n de las pensiones, que no va a hacer m¨¢s que intensificarse en los pr¨®ximos a?os y d¨¦cadas. Las cifras bailan de un estudio a otro (bailan nada menos que del 12% al 55% del empleo actual en riesgo), pero nadie duda de que buena parte de los puestos menos cualificados van a perderse de manera paulatina, ni de que las ya asfixiadas arcas de la Seguridad Social se van a ver mermadas en proporci¨®n.
El investigador Florentino Felgueroso, de la Fundaci¨®n de Estudios de Econom¨ªa Aplicada (Fedea), admit¨ªa el lunes en este peri¨®dico que es importante abrir el debate, aunque rechazaba la propuesta concreta de la robotasa con el razonamiento de que ¡°cotizar genera derechos¡±. Este argumento llam¨® con fuerza mi atenci¨®n. Record¨¦ de inmediato una entrevista que hice hace tiempo al fil¨®sofo ¨¦tico Peter Singer, una autoridad moral de gran prestigio. Singer es conocido sobre todo por su defensa de los derechos de los grandes monos, como chimpanc¨¦s, gorilas y orangutanes, y cuando le pregunt¨¦ por los ordenadores respondi¨® con entereza: ¡°Cuando un ordenador sea inteligente deber¨¢ tener derechos humanos¡±. Eso nos dio un buen titular, y tambi¨¦n mucho que pensar.
Por supuesto, los robots y ordenadores actuales est¨¢n muy lejos del tipo de inteligencia al que se refer¨ªa Singer. Pero no hay ning¨²n problema de principio para que ese d¨ªa acabe llegando. M¨¢s bien hay un mont¨®n de razones para esperarlo, y tal vez para temerlo. Una preocupaci¨®n b¨¢sica de los cient¨ªficos de la computaci¨®n es el uso militar de los sistemas inteligentes, porque la tecnolog¨ªa actual ya permite, o poco le falta, construir drones que decidan por su cuenta a qui¨¦n bombardear, o robots capaces de registrar una ciudad sitiada en busca de c¨¦lulas resistentes, o lo que ¨¦l decida que lo son.
Que un robot pueda tener derechos ¡ªy por tanto deberes¡ª no es tan absurdo como pueda parecer. Al final, el tratamiento que hagamos de estos asuntos depender¨¢ menos de los grandes principios filos¨®ficos que de la gesti¨®n de los detalles, menos de la inteligencia artificial que de la inteligencia pol¨ªtica. Si la robotasa se demuestra inviable, sent¨¦monos a debatir otras opciones. Entretanto, bien por ?lvarez.
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