Mi hijo tiene altas capacidades. ?Y ahora qu¨¦ hago?
Un superdotado que no es gestionado desde lo emocional est¨¢ abocado a fracasar en lo cognitivo
?ltimamente se habla cada vez m¨¢s de ni?os con altas capacidades. Parece que la sociedad, los centros educativos y las familias empiezan a tener m¨¢s conciencia de la existencia de estos ni?os y, aunque estamos lejos, muy lejos de reconocer y aceptar a ese m¨ªnimo porcentaje de la poblaci¨®n infantil cuya inteligencia se sale de la normalidad, se van abriendo lentamente caminos que abogan por la detecci¨®n temprana y exigen una respuesta a la demanda educativa que necesitan, tanto como el aire que respiran.
Cuando una familia recibe la noticia de que su hijo tiene altas capacidades se hace la siguiente pregunta "?y ahora qu¨¦?".
Si tenemos suerte, mucha suerte, el centro educativo atender¨¢ parcialmente las necesidades acad¨¦micas, lo cual es necesario, pero no suficiente. Queda por cubrir la parte m¨¢s esencial de la vida de un ni?o con alta capacidad que es la psicoafectiva. Un superdotado que no es gestionado adecuadamente desde lo emocional est¨¢ abocado a fracasar en lo cognitivo. El riesgo es sensiblemente m¨¢s alto que en la poblaci¨®n normal, porque son m¨¢s vulnerables emocionalmente.
Un hijo con alta capacidad puede ser muy desestabilizador en el sistema familiar porque tiene necesidades afectivas y emocionales que la mayor¨ªa de los padres no entienden. Existe la creencia de que un superdotado es alguien que va sobrado de inteligencia y que no tiene que tener ning¨²n tipo de problema ni acad¨¦mico ni psicol¨®gico. Esta es una creencia falsa que hace mucho da?o en las familias que lo sufren y en la sociedad en general, porque nada m¨¢s lejos de la realidad. Los superdotados piensan y sienten de forma distinta a los dem¨¢s, su cerebro funciona de otra manera y no hay respuesta para esas familias que tienen que lidiar d¨ªa a d¨ªa con una situaci¨®n confusa y muchas veces frustrante y dolorosa.
Vemos a los padres en consulta hacerse eco del vac¨ªo en el que se encuentran tras recibir el diagnostico, se preguntan y nos preguntan: ?por qu¨¦ lo cuestiona todo? ?Por qu¨¦ reacciona de forma tan intensa? ?Por qu¨¦ le cuesta tanto hacer las cosas cotidianas? ?Por qu¨¦ a veces parece sordo o desobediente? ?Por qu¨¦ parece molestarle la ropa o los zapatos? ?Por qu¨¦ nunca parece cansado? ?Por qu¨¦ suele estar solo en el recreo?... Es el reflejo de la confusi¨®n, el desconcierto y la impotencia de los padres que tienen que educar emocionalmente a un ni?o diferente y cuyo comportamiento puede llegar a resultar tan incomprensible como dif¨ªcil de gestionar.
Es por ello que la adecuada gesti¨®n emocional de un ni?o con alta capacidad es la piedra angular del bienestar del propio ni?o y de su entorno, de su ¨¦xito acad¨¦mico y vital, de su adaptaci¨®n sin sometimiento a un mundo hecho a la medida del percentil 50, en definitiva, de su felicidad. Y no podemos esperar que sea el colegio quien se ocupe de eso porque ni es su responsabilidad ni tienen la capacidad para hacerlo.
Lo primero que solemos sugerir a los padres cuando reciben un diagn¨®stico de alta capacidad es que se informen y que rompan con los estereotipos y prejuicios que hay en torno a ello,que son muchos y variados. Informarse es imprescindible para poder acercarnos a la realidad del hijo y desde ese lugar de entendimiento, poder apoyarle.
Lo segundo que recomendamos es que revisen tanto sus expectativas como sus miedos, que traten de ver a su hijo tal y como es y que la vivencia de un ni?o superdotado debe ser de regalo y de desaf¨ªo, no de dificultad o maldici¨®n. Esto se llama aceptaci¨®n. Aceptar a mi hijo tal y como es, no como a m¨ª me gustar¨ªa que fuera, es esencial para poder empatizar con ¨¦l y darle aquello que emocionalmente necesita.
Como padre o madre, mi actitud y mi forma de afrontar las dificultades del d¨ªa a d¨ªa cambia radicalmente cuando entiendo y acepto porqu¨¦ se comporta de determinada manera. Si cuando le hablo no me hace caso y yo s¨¦ que est¨¢ absorto en una actividad determinada y que no me escucha porque no puede, no me enfado ni pienso que es un desobediente. Tratar¨¦ de habilitar estrategias para llegar a ¨¦l y ser escuchado.
Saber c¨®mo nuestro hijo piensa y siente al mundo trae de la mano la capacidad de empatizar con sus emociones y esto es, en s¨ª mismo, una de las mayores fuentes de apoyo y autoestima que podemos ofrecerle. Pero tambi¨¦n est¨¢ la paciencia, la autoridad y sobre todo, la negociaci¨®n. La paciencia para no exigir ni esperar las reacciones, tiempos y respuestas que nos dar¨ªa un ni?o normal. Paciencia para respetar que le moleste el pantal¨®n y s¨®lo quiera el ch¨¢ndal aunque vayamos a un cumplea?os, paciencia para esperar a que termine una actividad en la est¨¢ inmerso aunque se enfr¨ªe la comida, paciencia para manejar el caos de su mochila y sus tareas escolares, paciencia para que una instrucci¨®n nuestra sea atendida y entendida. Y paciencia no significa dejar de pedirle que haga lo que es necesario hacer. Hablo de entender que su diferencia le dificulta sobremanera hacer todas estas cosas tan habituales para los ni?os normot¨ªpicos, pero no para un ni?o superdotado donde su hemisferio cerebral derecho dirige de forma dominante su comportamiento. Es muy f¨¢cil asumir y entender esto cuando hablamos de ni?os con d¨¦ficits, r¨¢pidamente empatizamos y somos pacientes, pero parece que cuesta mucho verlo con los presuntamente ¡°sobrados¡± de capacidad.
Un ni?o superdotado cuestiona la autoridad por definici¨®n. S¨®lo la reconocer¨¢ si ¨¦sta es explicada y tiene sentido para ¨¦l. Del binomio auctoritas vs potestas, s¨®lo aceptar¨¢n la primera, es decir, el liderazgo construido desde la honestidad (conmigo mismo, con ¨¦l y con los dem¨¢s), la coherencia (cumplo lo que digo), y la integridad (lo que hago, digo y siento est¨¢n alineados). Nada m¨¢s ofensivo para un ni?o superdotado que recibir un ¡°porque yo lo digo, esto ser¨¢ vivido como una agresi¨®n incomprensible de la que muy probablemente se defender¨¢ mediante una actitud desafiante. Lo eficaz es la negociaci¨®n y la explicaci¨®n real del porqu¨¦ pido lo que pido, porque su inteligencia se convierte entonces en aliada y dado que son capaces de comprender conceptos y razones que los ni?os normales de su edad no entender¨ªan, es m¨¢s que probable que acepten de buen grado lo que se les est¨¢ pidiendo. Ayudarles a que verbalicen lo que sienten sin hacer juicios sobre lo adecuado de su intensidad; apoyarles a vivir su diferencia como algo positivo con ventajas y tambi¨¦n con dificultades; no caer en la sobreprotecci¨®n empujados por su hipersensibilidad y su enorme frustraci¨®n, pero tampoco dejarlos naufragar sin herramientas en un mundo donde les cuesta encajar.
Y alejarnos del paradigma premio-castigo para abogar por un modelo de crianza y educaci¨®n basado en las emociones, el respeto, la comunicaci¨®n, la confianza y el amor incondicional, son las bases para dar a estos ni?os un referente de contenci¨®n que les permita construir una autoestima s¨®lida y desplegar as¨ª su inmenso potencial en beneficio propio y posiblemente de toda la sociedad.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.