Historia bioc¨¦ntrica de las ciudades
Por Luis Gonz¨¢lez Reyes de FUHEM Ecosocial
Habitualmente, las ciudades se analizan desde la perspectiva de las innovaciones que facilitan; de las relaciones de poder que perpet¨²an, profundizan o, en ocasiones, diluyen; del dise?o urban¨ªstico; de su relaci¨®n dial¨¦ctica con los cambios culturales; de su papel en la reproducci¨®n del capital; de su salubridad¡ pero un aspecto que suele quedar oculto en todos estos an¨¢lisis, que normalmente se centran exclusivamente en los seres humanos, es la base f¨ªsica detr¨¢s de las urbes.
Gary Gardner, investigador senior del World Watch Institute, hace un somero repaso de la historia de las ciudades desde una perspectiva bioc¨¦ntrica y mira la ciudad en su di¨¢logo con el resto de ecosistemas. Desde esa perspectiva, define las ciudades como ¡°m¨¢quinas de transformar materiales. Gastando enormes cantidades de energ¨ªa, digieren materiales para utilizarlos en toda una serie de actividades humanas¡±. Por lo tanto, en su an¨¢lisis no cae en el error de considerar que, por el hecho de concentrar el sector terciario, las ciudades sean espacios desmaterializados. Todo lo contrario.
Al analizar la evoluci¨®n de las ciudades, que son un indicador de la evoluci¨®n en general de las sociedades humanas, el eje director que elije el autor, en l¨ªnea con muchas/os otras/os pensadores enmarcados en campos como la Big History, la historia ambiental o la econom¨ªa ecol¨®gica, es el de la energ¨ªa disponible en calidad y cantidad. As¨ª, marca tres grandes momentos en la historia de la ciudad: el metabolismo de cazadores/as-recolectores/as, el agrario y el industrial; adem¨¢s de argumentar que la energ¨ªa disponible es un elemento fundamental en la conformaci¨®n cultural.
Energ¨ªa, materiales y evoluci¨®n de las sociedades humanas
Sin embargo, el autor no pretende que la evoluci¨®n de las ciudades se explique ¨²nicamente en t¨¦rminos de la materia y energ¨ªa disponible. M¨¢s bien, estos marcan el contexto de lo posible pero, dentro de ¨¦l, las opciones humanas van determinando la evoluci¨®n de las urbes.
As¨ª pues, como explica en el cap¨ªtulo ¡°Las ciudades en la historia de la humanidad desde la perspectiva de los materiales¡±, incluido en el informe La Situaci¨®n del Mundo 2016, durante el metabolismo basado en la caza y la recolecci¨®n no existieron ciudades. No solo porque no hubiese capacidad para concentrar materia y energ¨ªa, sino tambi¨¦n porque, ahondando en esa relaci¨®n entre energ¨ªa disponible y cultura, las sociedades fueron marcadamente igualitarias. As¨ª, el desarrollo hist¨®rico de la ciudad tiene mucho que ver con el incremento de jerarqu¨ªas sociales.
Solo el inicio de la agricultura permiti¨® aumentar la poblaci¨®n y los excedentes energ¨¦ticos y materiales que hicieron posible la eclosi¨®n de las primeras ciudades. Sin embargo, durante esos milenos, la energ¨ªa final disponible fue ¡°suficientemente baja como para limitar el tama?o y potencial de crecimiento de las ciudades¡±. De hecho, existe ¡°una fuerte correlaci¨®n entre producci¨®n energ¨¦tica y el tama?o de la ciudad¡±. En esta limitaci¨®n, Gary Gardner explica c¨®mo uno de los elementos claves fue la dificultad para transportar mercanc¨ªas a largas distancias, especialmente por tierra.
Este incremento de la energ¨ªa necesaria para aumentar la densidad de poblaci¨®n en determinados enclaves implic¨® tambi¨¦n una mayor degradaci¨®n ambiental. Sobre todo de los suelos.
Gardner destaca c¨®mo ¡°cuando surgieron las ciudades no fueron meras aldeas a mayor escala, sino que generaron nuevas formas de organizaci¨®n humana. Esto es evidente en las ruinas de las ciudades antiguas, caracterizadas a menudo por tres grandes edificios -el palacio, el templo y los graneros-, que representan el poder pol¨ªtico, el religioso y el econ¨®mico, y por la sede del poder militar dentro de la ciudadela¡±. Sin decirlo claramente, el texto parece apuntar a esa relaci¨®n ¨ªntima entre el desarrollo de las ciudades y de sociedades basadas en la dominaci¨®n.
Desarrollo industrial y crecimiento urbano
Durante el tercer momento metab¨®lico, el industrial, el transporte motorizado se convirti¨® en un elemento central de la conformaci¨®n de la ciudad que, adem¨¢s, permiti¨® su crecimiento exponencial (en poblaci¨®n, tama?o y velocidad de cambio). Este transporte motorizado depende de la gran disponibilidad energ¨¦tica garantizada por los combustibles f¨®siles. Este crecimiento urbano tambi¨¦n tuvo detr¨¢s todas las pol¨ªticas de industrializaci¨®n del campo, la Revoluci¨®n Verde.
Pero este gran incremento en el consumo energ¨¦tico que posibilit¨® las conurbanizaciones contempor¨¢neas -la fusi¨®n de varios n¨²cleos urbanos contiguos- ha supuesto una degradaci¨®n de los entornos sin precedentes: cambio clim¨¢tico, degradaci¨®n de suelo y agua, contaminaci¨®n del aire, etc. En este sentido, no solo se adivina un hilo conductor entre el tama?o de las ciudades y las jerarqu¨ªas sociales, sino tambi¨¦n con los impactos ambientales.
En definitiva, este an¨¢lisis nos plantea una serie de desaf¨ªos para nuestras sociedades. En este sentido, Gardner plantea la necesidad de un cuarto r¨¦gimen metab¨®lico que ¡°reconfigure la relaci¨®n entre los seres humanos y su base energ¨¦tica y material, y que respete los l¨ªmites materiales¡±. La verdad es que cuesta pensar en la existencia de ese cuarto r¨¦gimen metab¨®lico. Parece m¨¢s factible la vuelta a un metabolismo agrario conforme decline la disponibilidad energ¨¦tica y material que posibilit¨® el metabolismo industrial. Este cambio es probable que se lleve consigo las grandes urbes fosilistas. Todo parece apuntar a que este descenso en la energ¨ªa disponible ya est¨¢ comenzando.
Foto de portada: Shanghai free-way (c) Whiz-ka
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