Tecnolog¨ªa ca¨ªda del espacio
La pr¨®xima generaci¨®n tecnol¨®gica puede estar marcada por la apertura y acercamiento del sector espacio a administraciones p¨²blicas y empresas
Marte es un planeta hostil. Es algo conocido, pero que viene a la mente con sucesos similares al acontecido el pasado 19 de octubre, cuando el m¨®dulo Schiaparelli, perteneciente a la misi¨®n ExoMars, se estrell¨® en la superficie del planeta rojo, precipit¨¢ndose desde una altura de varios kil¨®metros. Parece ser que el accidente fue debido a un fallo del software del sistema, que malinterpret¨® la altitud real del dispositivo. Este accidente no ha sido el ¨²nico desastre sucedido en Marte, ya que la historia de exploraci¨®n de este planeta est¨¢ plagada de reveses: un 60% de las misiones han fracasado, o al menos no han cumplido con sus objetivos iniciales. ?Por qu¨¦, si vivimos en una sociedad tecnol¨®gicamente tan avanzada, nos estamos viendo abocados a esta tasa de fracasos tan alta?
La historia de la exploraci¨®n de Marte est¨¢ plagada de reveses: un 60% de las misiones han fracasado o no se han cumplido los objetivos iniciales
Pareciera como si el rigor cient¨ªfico y tecnol¨®gico existente en otras ¨¢reas de aplicaci¨®n no se manifestara en igual medida en el sector Espacio. La respuesta a esto se encuentra en el hecho de que el entorno espacial presenta una serie de dificultades importantes, no habituales en los entornos terrestres, lo cual le confiere unas caracter¨ªsticas diferenciales. Primero, hay que tener en cuenta las grandes aceleraciones que sufren los dispositivos espaciales en su despegue, con el fin de abandonar la atm¨®sfera terrestre. De la misma manera, sufren deceleraciones igual de bruscas al acceder a la atm¨®sfera marciana. En ambos casos, tanto los dispositivos mec¨¢nicos como los electr¨®nicos se ven sometidos a condiciones extremas que pueden afectar a su comportamiento.
En segundo lugar, la gran distancia entre nuestro planeta y Marte hace que cualquier comunicaci¨®n tarde varios minutos en alcanzar su destino, dificultando la interacci¨®n con la misi¨®n. De esta manera, cualquier imprevisto que se presente no puede ser gestionado de una forma inmediata por un operador manual remoto, sino que debe ser atendida por los m¨®dulos de control aut¨®nomos instalados en la misi¨®n. Esto hace que cualquier fallo producido en estos m¨®dulos, bien en el hardware o en el software, sea cr¨ªtico. Por ¨²ltimo, hay que tener en cuenta la hostilidad per se del ambiente espacial. Fuera de la protecci¨®n de la magnetosfera terrestre, los dispositivos se ven afectados por distintos fen¨®menos agresivos, como el viento solar o los rayos c¨®smicos, que influyen muy negativamente en los componentes electr¨®nicos.
Existen soluciones tecnol¨®gicas para proteger, tanto desde el punto de vista f¨ªsico como del l¨®gico, los dispositivos electr¨®nicos. No obstante, las habituales restricciones que presentan las misiones espaciales en cuanto a volumen, peso y consumo energ¨¦tico hacen que las soluciones a este problema no sean triviales. Por lo tanto, cuando o¨ªmos que, por ejemplo, el software de la misi¨®n ha fallado, no cabe achacarlo, en la mayor¨ªa de los casos, a una mala praxis o una falta de rigor en el dise?o e implementaci¨®n de la tecnolog¨ªa, sino que habitualmente es debido a un conjunto de circunstancias adversas ex¨®genas a la propia misi¨®n.
Es necesario trazar hojas de ruta precisas, que abarquen desde las universidades y centros de investigaci¨®n hasta las administraciones y empresas
Toda esta casu¨ªstica relacionada con las misiones espaciales, si bien tiene un alto impacto medi¨¢tico cuando se produce un accidente como el de ExoMars, suele ser habitualmente obviada por la mayor¨ªa de la poblaci¨®n como algo ajeno a la actividad diaria, dif¨ªcilmente extrapolable a las situaciones cotidianas. El Espacio se percibe como algo lejano y desvinculado de nuestra rutina. Nada m¨¢s lejos de la realidad. Desde hace unos a?os, existe una tendencia, a nivel gubernamental, de acercar el sector del espacio a aplicaciones generalistas, con un impacto directo en la sociedad.
Por ejemplo, el programa Horizonte 2020 de la Uni¨®n Europea enmarca la investigaci¨®n espacial dentro de la prioridad de ¡°liderazgo industrial¡±, con los objetivos de que el Espacio sea accesible y seguro para la sociedad europea. Quiz¨¢s esta pol¨ªtica se ve m¨¢s claramente reflejada en los programas Galileo y Cop¨¦rnico, dedicados al posicionamiento v¨ªa sat¨¦lite y a la observaci¨®n terrestre. Mediante esta constelaci¨®n de sat¨¦lites ser¨¢ posible obtener informaci¨®n directa y f¨¢cilmente accesible de asuntos tan diversos como el nivel de nieve en las monta?as, los movimientos s¨ªsmicos o la concentraci¨®n de algas en el oc¨¦ano. Las aplicaciones de esta tecnolog¨ªa ser¨¢n muy variadas, con un efecto directo en la sociedad: desde el control de incendios a la seguridad, pasando por la gesti¨®n de emergencias por desastres naturales. Toda esta tendencia apunta a que, de la misma manera que la sociedad se ha visto profundamente transformada en los ¨²ltimos a?os por las tecnolog¨ªas digitales de la informaci¨®n y la comunicaci¨®n, la pr¨®xima generaci¨®n tecnol¨®gica puede venir marcada por la apertura y acercamiento del sector espacio a administraciones p¨²blicas y empresas.
De esta manera, es previsible que se generalicen aplicaciones de ¨¢mbito social, como las mencionadas anteriormente, sustentadas en tecnolog¨ªas puramente espaciales. Igualmente, se consolidar¨¢n iniciativas privadas, basadas en la marketizaci¨®n de estas tecnolog¨ªas en el ¨¢mbito de los servicios de valor a?adido (como por ejemplo la distribuci¨®n de Internet v¨ªa sat¨¦lite en ¨¢reas remotas, que ya se viene produciendo). ?Qu¨¦ necesitamos para hacer realidad esta visi¨®n del Espacio como un ¨¢rea de tecnolog¨ªa facilitadora? B¨¢sicamente, generar pol¨ªticas gubernamentales bien definidas, tanto a nivel nacional como regional. Es cierto que en algunos casos estas pol¨ªticas ya existen, pero se perciben como un reflejo espont¨¢neo de las pol¨ªticas europeas, sin un convencimiento o una apuesta clara de valor.
Es necesario trazar hojas de ruta precisas, que abarquen desde las universidades y centros de investigaci¨®n generadores de conocimiento, hasta las administraciones y empresas, con planes de transferencia claros que definan los procesos de creaci¨®n de valor. Y especialmente, ser¨ªa importante desarrollar estrategias de difusi¨®n efectivas, que acercaran el sector espacio y sus aplicaciones a la sociedad, partiendo desde los colegios y acabando en los medios de comunicaci¨®n m¨¢s generalistas. As¨ª, se transformar¨ªa la visi¨®n distante y casi rom¨¢ntica del espacio como la ¨²ltima frontera del conocimiento hasta visualizar un conjunto ilimitado de posibilidades para la sociedad, con capacidad de explotaci¨®n pr¨¢cticamente inmediata.
Juan Antonio Maestro es director del Centro de Investigaci¨®n Aries (Aerospace Research and Innovation in Electronic Systems) de la Universidad Nebrija.
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