?Por qu¨¦ es tan dif¨ªcil aterrizar en Marte?
Desde que empez¨® la era espacial, se han hecho 45 intentos. Los fallos han sido muy variados, aunque la mayor parte se debieron a problemas de lanzamiento
Llegar a Marte no es f¨¢cil. Desde que empez¨® la era espacial, se han hecho 45 intentos. Menos de la mitad han tenido ¨¦xito.
La mayor parte de fallos, sobre todo en los primeros tiempos, se debieron a problemas de lanzamiento. El cohete simplemente explot¨® al poco de despegar o qued¨® atrapado en ¨®rbita terrestre, incapaz de reencender su motor para entrar en trayectoria interplanetaria.
La sonda rusa Mars 1 protagoniz¨® el primer intento por enviar un aparato a Marte. Era una nave de sobrevuelo, sin posibilidades de aterrizar. Las comunicaciones con ella se perdieron a unos 100 millones de kil¨®metros de distancia, lo cual, para su ¨¦poca, era un aut¨¦ntico r¨¦cord. Hoy, 54 a?os despu¨¦s de su lanzamiento, sigue dando vueltas, muda, alrededor del Sol.
Estados Unidos empez¨® sus lanzamientos hacia Marte en 1964. Se programaron dos naves gemelas. El Mariner 3 fall¨® ignominiosamente, al no desprenderse el cono de proa del cohete. Pero el Mariner 4 complet¨® su misi¨®n y a su paso por delante del planeta, envi¨® 22 im¨¢genes sorprendentes: pese a que eran de muy baja resoluci¨®n y en blanco y negro, mostraban por primera vez cr¨¢teres como los de la Luna en otro cuerpo celeste.
Las ventanas de lanzamiento hacia Marte se abren aproximadamente una vez cada dos a?os. Tanto Estados Unidos como la URSS intentaron aprovechar la oportunidad de 1969 para enviar cada uno dos veh¨ªculos gemelos: los americanos ser¨ªan naves de sobrevuelo; los rusos, orbitadores. Los dos primeros transmitieron una docena de fotograf¨ªas justo pocos d¨ªas despu¨¦s de la llegada del Apollo 11 a la Luna; los dos Mars sovi¨¦ticos ni siquiera pudieron empezar la carrera: sus cohetes portadores ¨C los nuevos Prot¨®n- fallaron en el despegue: uno por la rotura de un simple cojinete en una turbobomba y otro, por la explosi¨®n de uno de sus siete motores.
En 1971, tanto los Estados Unidos como la Uni¨®n Sovi¨¦tica lanzaron cada uno otras dos naves gemelas. Una de las americanas fall¨® durante el lanzamiento; la otra entr¨® en ¨®rbita marciana y transmiti¨® centenares de im¨¢genes. Por su parte, las dos rusas iban equipadas con una c¨¢psula de aterrizaje suave de dise?o que recordaba a las primeras que se posaron en la Luna. La c¨¢psula del Mars 2 hizo una reentrada en la atm¨®sfera demasiado aguda y se estrell¨®. Eso s¨ª, entre sus pedazos iban unas esferas met¨¢licas con el escudo de armas de la URSS, que probablemente sobrevivi¨® al impacto. Quiz¨¢s alg¨²n d¨ªa alg¨²n astronauta-arque¨®logo lo recupere.
El Merimer 4 complet¨® su misi¨®n y, a su paso por delante del planeta, envi¨® 22 im¨¢genes sorprendentes: pese a que eran de muy baja resoluci¨®n y en blanco y negro, mostraban, por primera, vez cr¨¢teres
El Mars 3, en cambio, s¨ª consigui¨® aterrizar y empez¨® a transmitir una fotograf¨ªa desde la superficie. Apenas hab¨ªa llegado las primeras l¨ªneas de imagen (que mostraban, claro est¨¢, un cielo oscuro), la se?al se interrumpi¨®. Se dijo que quiz¨¢s el paraca¨ªdas no se desprendi¨® y arrastr¨® la c¨¢psula. En cualquier caso, el Mars 3 es, oficialmente, el primer robot que aterriz¨® en Marte.
La ventana de 1973 vio nada menos que cuatro lanzamientos por parte de la URSS. Dos llevaban c¨¢psulas de aterrizaje, pero ninguna tuvo ¨¦xito. La del Mars 6 dej¨® de transmitir cuando ya hab¨ªa desplegado su paraca¨ªdas y estaba a punto de encender sus cohetes de frenado. Un fallo que presagiaba mucho lo que ha ocurrido con la sonda Shiaparelli. Transmiti¨® datos durante casi cuatro minutos , pero la mayor parte eran ilegibles a causa de un chip defectuoso en su ordenador. En cuanto a la c¨¢psula del Mars 7, tuvo peor suerte: un fallo de punter¨ªa la hizo fallar el blanco y pasar de largo ante el planeta. Empezaba una racha de problemas que acompa?ar¨ªa a la URSS en casi todos sus intentos de llegar a Marte.
La URSS tardar¨ªa 15 a?os en volver a intentarlo. Esta vez, con dos naves gemelas de la serie Phobos, derivadas de un modelo que hab¨ªa tenido ¨¦xito en la exploraci¨®n de Venus. Las dos fueron v¨ªctimas de errores inform¨¢ticos. Durante su trayectoria hacia Marte, la Phobos 1 recibi¨® una orden err¨®nea para desactivar sus motores de orientaci¨®n. Su antena perdi¨® de vista a la Tierra y ya nunca se recuper¨®. La otra entr¨® sin problemas en ¨®rbita , pero cuando se estaba aproximando a menos de 50 metros de Phobos (uno de los dos sat¨¦lites de Marte) para lanzar una peque?a c¨¢psula de aterrizaje, enmudeci¨®. La causa se atribuy¨® a un fallo del ordenador de a bordo.
La c¨¢psula del Mars 2 hizo una reentrada en la atm¨®sfera demasiado aguda y se estrell¨®. Eso s¨ª, entre sus pedazos iban una esferas met¨¢licas con el escudo de armas de la URSS
En 1992, la NASA perdi¨® su sonda fotogr¨¢fica Mars Observer, cuando estaba a punto de entrar en ¨®rbita. La causa: la rotura de uno de los tubos de presurizaci¨®n de su dep¨®sito de combustible, que la hizo girar sin control e impidi¨® completar la maniobra.
En 1996 fall¨® otra sonda rusa, la Mars 96, cuyo ambicioso programa inclu¨ªa el depositar dos estaciones cient¨ªficas y lanzar dos sondas de penetraci¨®n que se clavasen en el suelo marciano hasta seis metros de profundidad. Ni siquiera lleg¨® a alcanzar su trayectoria de escape. Sus restos se suponen esparcidos entre el Pac¨ªfico oriental y la frontera entre Chile y Bolivia: seis toneladas de chatarra, incluidos doscientos gramos de plutonio que iban en el generador que deb¨ªa alimentar sus equipos.
Jap¨®n tambi¨¦n ha sufrido decepciones en sus programas de exploraci¨®n de Marte. Su primera sonda -Nozomi- sufri¨® un cortocircuito en el sistema calefactor, con lo que se congel¨® la hidracina que utilizaba como combustible. Ante la imposibilidad de completar la misi¨®n, se ajust¨® su trayectoria para asegurar que no impactar¨ªa en Marte y evitar as¨ª cualquier posible contaminaci¨®n biol¨®gica.
El siguiente fracaso de una sonda a Marte tuvo una causa de sainete. Una vez ya en vuelo, para ajustar la trayectoria, un contratista facilit¨® los datos de navegaci¨®n en unidades imperiales, mientras que la NASA esperaba recibirlos en m¨¦tricas. Nadie se apercibi¨® de la discrepancia y el Climate Orbiter se zambull¨® en la atm¨®sfera marciana a una altitud tan baja que se desintegr¨® en pocos segundos.
El Polar Lander, ya muy cerca del suelo, despleg¨® su tren de aterrizaje. Pero el ordenador interpret¨® la vibraci¨®n como una se?al de que ya hab¨ªa tocado tierra y apag¨® los retrocohetes
Un a?o m¨¢s tarde, otro fracaso de la NASA. El Polar Lander, destinado a posarse en la zona ¨¢rtica del planeta. Ya muy cerca del suelo y con todo funcionando a la perfecci¨®n, la nave despleg¨® su tren de aterrizaje. Pero el ordenador interpret¨® la vibraci¨®n como una se?al de que ya hab¨ªa tocado tierra y apag¨® los retrocohetes. Estaba a m¨¢s de 40 metros de altura.
En el 2003, Europa lanz¨® su primera sonda marciana, la Beagle 2, dise?ada y construida por alumnos de la Open University brit¨¢nica. Era una nave muy ligera, con forma de reloj de bolsillo de unos metros de di¨¢metro. Una vez en el suelo, deb¨ªa abrirse y desplegar varios paneles e instrumentos. No fue as¨ª. Aunque lleg¨® intacta a tierra, uno de los paneles impidi¨® que desplegase su antena, y nunca m¨¢s volvi¨® a saberse de ella hasta 13 a?os m¨¢s tarde. La localiz¨® el MRO, un sat¨¦lite fotogr¨¢fico actualmente en ¨®rbita marciana.
Y, por ¨²ltimo, hay que mencionar el Phobos-Grunt, otra sonda rusa que ambicionaba depositar una c¨¢psula de recogida de muestras en el sat¨¦lite Phobos. Y, adem¨¢s, llevaba a bordo como pasajero al Ying-Huo 1, destinado a convertirse en el primer sat¨¦lite de Marte construido en China. Pero esta vez tampoco hubo suerte. La nave no consigui¨® encender su motor para escapar de la ¨®rbita terrestre.
Rafael Clemente es ingeniero industrial y fue el fundador y primer director del Museu de la Ci¨¨ncia de Barcelona (actual CosmoCaixa).
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