Por qu¨¦ en Huesca tienen menor riesgo de padecer c¨¢ncer de pulm¨®n
Y en Burgos, mayor probabilidad de contraer c¨¢ncer de est¨®mago. As¨ª influye la geograf¨ªa en su salud
?Por qu¨¦ hay enfermedades que se dan m¨¢s en unos lugares que en otros? Algunos cient¨ªficos genetistas, como Neil J. Risch, de la Universidad de California (EE UU), aseguran que ciertos c¨®digos gen¨¦ticos de raza y etnia, junto con los factores ambientales y nutricionales, est¨¢n directamente relacionados con los des¨®rdenes f¨ªsicos que experimenta habitualmente una poblaci¨®n. Esto puede parecer pol¨ªticamente incorrecto, pero ateni¨¦ndonos a las estad¨ªsticas de la Organizaci¨®n Mundial para la Salud (OMS) sobre enfermedades no transmisibles y salud mental alrededor del mundo, el porcentaje de trastornos f¨ªsicos no es igual en un pa¨ªs que en otro. En Espa?a, por ejemplo, el c¨¢ncer representa el 28% de la mortalidad; mientras que en Sud¨¢n y Yemen constituye el 5%. Las patolog¨ªas relacionadas con el sistema cardiovascular copan en nuestro pa¨ªs el 31%; en Nepal, el 22%, y, ?atenci¨®n con este dato!, en Uzbekist¨¢n, la nada despreciable cifra del 54%.
Dentro de nuestro pa¨ªs, las cifras de c¨¢ncer en Espa?a var¨ªan considerablemente de una comunidad aut¨®noma a otra. El ¨²ltimo estudio del Centro Nacional de Epidemiolog¨ªa (2004-2008), publicado en BioMed Central, reflejaba agrupaciones que no pueden obedecer al azar, como que la mortalidad por c¨¢ncer de pulm¨®n en varones est¨¢ muy por encima de la media nacional en?Extremadura y Andaluc¨ªa occidental y muy por debajo en Ourense, Salamanca y Huesca ("viene determinado por la prevalencia de fumadores", seg¨²n el estudio), o que?el riesgo de morir por c¨¢ncer de est¨®mago sea mucho mayor en Burgos y Palencia que en el resto de Espa?a ("debido a los h¨¢bitos alimenticios de las zonas rurales, donde se consumen m¨¢s alimentos curados o ahumados y menos frutas y verduras").
La dieta de cada regi¨®n
¡°La gente enferma, vive, ama, come o muere, directamente condicionada por todo lo que es y todo lo que le rodea. Se dice que no hay enfermedades sino enfermos. Por consiguiente, poblaciones ¨¦tnica, geogr¨¢fica y socialmente distintas enferman o viven su enfermedad de manera diversa¡±, analiza Xavier Allu¨¦, m¨¦dico, doctor en antropolog¨ªa y miembro del Medical Anthropology Research Center de la Universidad Rovira i Virgili, de Tarragona. ¡°La cultura, como determinante de conductas y actividades humanas, puede definir la exposici¨®n a factores que promuevan s¨ªndromes o enfermedades concretas o aumente el riesgo de padecerlas¡±. El clima, los factores sociales ambientales y, por supuesto, los h¨¢bitos alimenticios de su lugar de residencia pueden ser la llave para una salud de hierro o todo lo contrario. ¡°La dieta, por ejemplo, est¨¢ muy relacionada con el contexto cultural y, en ello, los excesos o las carencias en la nutrici¨®n ser¨¢n los que delimiten ciertas patolog¨ªas¡±, zanja el especialista.
¡°La gente enferma, vive, ama, come o muere, directamente condicionada por todo lo que es y lo que le rodea". Xavier Allu¨¦, m¨¦dico y antrop¨®logo
Esto mismo fue lo que quiso ratificar el doctor Stephen O¡¯Keefe, de la facultad de Medicina de la Universidad de Pittsburgh (EE UU), en sus estudios sobre por qu¨¦ los sudafricanos tienen ¨ªndices de c¨¢ncer de colon muy bajitos (un caso cada 100.000 habitantes en la poblaci¨®n negra), en comparaci¨®n con las cifras que experimentan los afroamericanos de Estados Unidos (el c¨¢ncer en general es la segunda causa de mortalidad y el colorrectal, el tercer tipo m¨¢s extendido entre la poblaci¨®n negra, seg¨²n la American Cancer Society). Para averiguarlo, propuso cambiar la dieta a un par de grupos de dichas poblaciones con el fin de analizar qu¨¦ ocurrir¨ªa. La veintena de sudafricanos sustituyeron su dieta habitual de cereales y verduras por otra donde prevalec¨ªan las hamburguesas y patatas fritas. Y los norteamericanos sacrificaron su alimentaci¨®n fast food con prote¨ªnas de origen animal por otra hipocal¨®rica y rica en fibra. El resultado fue que solo despu¨¦s de dos semanas, los americanos presentaron menos inflamaci¨®n intestinal y un aumento del ¨¢cido but¨ªrico, reconocido como un protector contra el c¨¢ncer de colon.
La muestra analizada no fue calificada como definitiva para concretar con exactitud por qu¨¦ hay diferentes porcentajes de la misma enfermedad en diferentes partes del mundo, pero se convirti¨® en un buen indicio de que, al menos, la tradici¨®n y las costumbres diet¨¦ticas son un factor a tener en cuenta.
El ritmo de vida de cada sociedad
Los gestos y costumbres del d¨ªa a d¨ªa de la sociedad en la que habita, como las ocho horas delante del ordenador propias del mundo occidental, podr¨ªan tambi¨¦n generar nuevas dolencias. Por ejemplo, seg¨²n la Encuesta Nacional de Salud 2011-2012, en Espa?a el dolor de espalda era el trastorno cr¨®nico m¨¢s frecuente (18,6%) por delante de la hipertensi¨®n arterial (18,5%). ?Razones? ¡°La mayor¨ªa de los dolores de columna vertebral en nuestra sociedad se deben a malas posiciones, ya sea en el trabajo o durante el ocio. Tambi¨¦n afecta la falta de cuidado al respecto y la carencia de un adecuado ejercicio f¨ªsico que pudiera ayudar a que el sistema osteomuscular soporte mejor las sobrecargas sin resentirse¡±, indica el doctor H¨¦ctor Rup¨¦rez, jefe de la Unidad de Cirug¨ªa Ortop¨¦dica y Traumatolog¨ªa de Quir¨®n Valencia.
Dolencias estas que, como descubri¨® Esther Gokhale, bioqu¨ªmica, acupuntora y autora del libro 8 Steps of a Pain-Free Back (8 pasos para una espalda sin dolor), las tribus ind¨ªgenas que a¨²n existen en el mundo no sufren porque no han ca¨ªdo en las costumbres de la vida moderna. "Siguen manteniendo posturas m¨¢s sanas en los quehaceres de su rutina. Y su posici¨®n erecta es m¨¢s correcta que la nuestra. Llevan la pelvis hacia delante, en vez de arquearla hacia atr¨¢s; inclinan la barbilla hacia abajo, en vez de subirla; y la espina dorsal, en general, est¨¢ en una posici¨®n m¨¢s estirada¡±, afirma la propia Gokhale.
Adaptaci¨®n saludable
Si usted cambiara de pa¨ªs, es m¨¢s que probable que el nuevo contexto sociocultural tambi¨¦n deje alguna huella en su salud. ¡°La aculturaci¨®n (la adaptaci¨®n al pa¨ªs de destino que obliga a enfrentarse a situaciones diferentes a las del lugar de origen) puede influir tanto de manera negativa como positiva en los h¨¢bitos saludables de los inmigrantes¡±, comenta la doctora Gaby Margarita Ortiz Barreda, doctora en Salud P¨²blica del Departamento de Promoci¨®n de la Salud y Desarrollo de la Universidad de Bergen (Noruega), miembro del Grupo de Investigaci¨®n de Salud P¨²blica de la Universidad de Alicante y coautora del estudio Desigualdades en salud en poblaciones inmigradas a Espa?a, en el que se hace una comparaci¨®n entre la situaci¨®n de la poblaci¨®n nacional y las inmigradas desde 1998 hasta 2013. ¡°Algunas investigaciones han revelado, por ejemplo, que a mayor aculturaci¨®n, mayor puede ser el consumo de alcohol y tabaco. Aunque tambi¨¦n puede favorecer comportamientos saludables, como la actividad f¨ªsica en el tiempo libre. Es necesario entender que la inmigraci¨®n y la salud est¨¢n entrelazadas de manera muy compleja. La salud puede condicionar la decisi¨®n de moverse de un lugar a otro y la migraci¨®n, como proceso en s¨ª, puede afectar la salud de los que se mueven, de los que se quedan, e incluso la salud de los que reciben a los que emigran¡±, dice la especialista Ortiz Barreda.
Al margen de factores ambientales que no podemos controlar directamente (por ejemplo, quienes viven en ciudades con altos niveles de contaminaci¨®n tienes m¨¢s riesgo de padecer c¨¢ncer de pulm¨®n y enfermedades cardiovasculares, seg¨²n estudios), otros s¨ª que est¨¢n en nuestra mano. En ese caso, f¨ªjese a partir de ahora en las tradiciones de quienes viven m¨¢s y mejor allende las fronteras o en la comunidad de al lado, intente ponerlas en pr¨¢ctica y conserve aquellas propias que le garantizan a priori una larga vida. Entre unas y otras, seguro que su salud saldr¨¢ ganando.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.