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La maleta clim¨¢tica: de Par¨ªs a Marrakech

La semana pasada entraba en vigor el Acuerdo clim¨¢tico de Par¨ªs en un tiempo r¨¦cord. Aunque muy insuficiente en muchos aspectos, este acuerdo global es una oportunidad para transformar nuestro modelo econ¨®mico que no podemos subestimar.

Como si se tratara de una pieza de domin¨®, el Acuerdo de Par¨ªs ha puesto en marcha una transici¨®n imparable. El Acuerdo de Kigali sobre la eliminaci¨®n progresiva de los gases HFC, poderosamente nocivos para el clima, ha sucedido a iniciativas ciudadanas por todo el mundo. Todas muestran c¨®mo puede combatirse el cambio clim¨¢tico al mismo tiempo que se crean cientos de miles de empleos, se estimula la econom¨ªa y se refuerza nuestra independencia energ¨¦tica de pa¨ªses en conflicto o de reg¨ªmenes autoritarios. Ciudades, universidades, grandes grupos empresariales, fondos como el Rockefeller Brothers Fund y compa?¨ªas aseguradoras como AXA han empezado a desinvertir de fondos vinculados a combustibles f¨®siles. No lo hacen porque se les haya despertado espont¨¢neamente una conciencia ecologista, sino porque han visto que la transformaci¨®n de nuestras sociedades para hacer frente al cambio clim¨¢tico es inevitable y que lo econ¨®micamente inteligente es adecuarse a este horizonte lo antes posible.

La pregunta ya no es si el cambio clim¨¢tico es una amenaza real. La cuesti¨®n es ahora qu¨¦ debemos hacer para enfrentarlo definitivamente

Evidentemente, nos vamos a encontrar obst¨¢culos y resistencias, como puede ser el nuevo presidente de Estados Unidos, Donald Trump, que durante la campa?a se pronunci¨® en contra del Acuerdo de Par¨ªs. Pese a sus proclamas, Estados Unidos no podr¨¢ retirarse del Acuerdo de Par¨ªs en los pr¨®ximos cuatro a?os. Tampoco nos lo van a poner f¨¢cil las grandes corporaciones energ¨¦ticas, cuyos beneficios privados e intereses comerciales dependen de un sistema f¨®sil agotado. Pero a estos negacionistas clim¨¢ticos, hace un a?o en Par¨ªs, les metimos un gol por toda la escuadra y les ganamos la batalla cultural y el relato. La pregunta dej¨® de ser si el cambio clim¨¢tico es una amenaza real. La pregunta es ahora qu¨¦ debemos hacer para enfrentarlo definitivamente. Y en este camino, la alternativa debe ser cre¨ªble y en positivo.

Por tanto, en Marrakech, donde ha arrancado esta semana la 22? Conferencia de las Partes de la Convenci¨®n Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Clim¨¢tico (llamada COP22), est¨¢ encima de la mesa el reto de pasar de las palabras a la acci¨®n. Tenemos que convertir en realidad la visi¨®n que se esboz¨® en Par¨ªs el a?o pasado: mantener el aumento de temperatura mundial por debajo de los 2¡ãC y llevar a cabo esfuerzos para limitarlo a 1,5¡ãC.

Para ello, lo primero es asegurar que 2018 sea el a?o en que todos los pa¨ªses aumenten la ambici¨®n de sus compromisos para combatir el cambio clim¨¢tico que a d¨ªa de hoy no est¨¢n en l¨ªnea con lo acordado en Par¨ªs. Hacerlo en 2018 permitir¨ªa a los gobiernos tener en cuenta los resultados que presentar¨¢ en ese momento el informe especial del Panel Intergubernamental de Cambio Clim¨¢tico (IPCC) de Naciones Unidas sobre el objetivo de limitar el aumento de temperatura mundial a 1,5¡ãC: hacerlo despu¨¦s ser¨ªa hacerlo demasiado tarde. En segundo lugar, es fundamental concretar, con una hoja de ruta definida, c¨®mo van a cumplir los pa¨ªses llamados ¡°desarrollados¡± con su compromiso de movilizar 100.000 millones de d¨®lares al a?o antes de 2020 para respaldar los esfuerzos de los pa¨ªses llamados en v¨ªas de desarrollo contra el cambio clim¨¢tico.

Pese a sus proclamas, Estados Unidos no podr¨¢ retirarse del Acuerdo de Par¨ªs en los pr¨®ximos cuatro a?os

Esta hoja de ruta, cuyo primer borrador se ha presentado hace unas pocas semanas, es clave para asegurar predictibilidad en la financiaci¨®n de la que disponen estos pa¨ªses, para permitirles proyectar bien sus planes de acci¨®n y para movilizar de esta manera tambi¨¦n recursos nacionales. En tercer lugar, es el momento de abordar las demandas de los pa¨ªses m¨¢s vulnerables (principalmente insulares) sobre la mejor manera de recibir apoyo de la comunidad internacional para afrontar los impactos irreversibles (llamados, en el lenguaje de la convenci¨®n, ¡°p¨¦rdidas y da?os¡±) que el cambio clim¨¢tico ya est¨¢ teniendo en sus pa¨ªses.

La COP22 es por tanto el primer pelda?o para hacer concreto lo que en Par¨ªs solo pod¨ªa imaginarse. Es la oportunidad de ponernos manos a la obra y de garantizar que la ambici¨®n, el compromiso, los tiempos y los recursos que estamos asignando a esta tarea est¨¢n a la altura de los retos que tenemos por delante. Como dice Naomi Klein, el cambio clim¨¢tico es tambi¨¦n una oportunidad para cambiar el sistema en su conjunto. Combatir el cambio clim¨¢tico pasa inevitablemente por la transformaci¨®n de nuestro sistema econ¨®mico, de producci¨®n y de consumo.

La transici¨®n en la que estamos hacia un mundo m¨¢s justo, m¨¢s seguro y m¨¢s limpio es imparable. Depender¨¢ de nuestra capacidad de presi¨®n y movilizaci¨®n en las calles y en las instituciones para que llegue de la forma m¨¢s r¨¢pida, planificada y pac¨ªfica posible. Manos a la obra.

Florent Marcellesi es eurodiputado de EQUO y Guillermo Rodr¨ªguez Robles es coordinador de la campa?a de cambio clim¨¢tico del grupo Verdes/ALE en el Parlamento Europeo.