Las ratas se r¨ªen y tienen cosquillas
Cient¨ªficos de Berl¨ªn revelan los circuitos cerebrales responsables de las cosquillas, y su parecido entre ratas y personas
En su ensayo Sobre la esencia de la risa, Baudelaire asevera que la risa proviene de la noci¨®n de superioridad que tenemos los humanos sobre las bestias, y tambi¨¦n sobre otras personas. Si una rata pudiera entender esa teor¨ªa, seguro que se partir¨ªa de risa. Los cient¨ªficos han averiguado que las ratas se r¨ªen, aunque en el registro ultras¨®nico, por lo que los seres superiores no podemos o¨ªrlo. Y entre las causas de su hilaridad se cuentan las cosquillas. La neurolog¨ªa subyacente revela su gran parecido con la risa humana.
Supongo que no ser¨¢ necesario explicarle al lector lo que son las cosquillas. Tampoco hac¨ªa falta explic¨¢rselo a los antiguos. Ya Arist¨®teles trat¨® el tema, aunque fue el psic¨®logo norteamericano Stanley Hall ¨Cdisc¨ªpulo de William James, el hermano listo del novelista Henry¡ª quien lo analiz¨® con fervor lexicogr¨¢fico en un art¨ªculo de 1897. Hall estableci¨® que hay dos tipos de cosquillas: knismesis y gargalesis.
La knismesis se logra rozando a la v¨ªctima con una pluma, y causa m¨¢s comez¨®n que carcajada. La gargalesis, muy al contrario, requiere una acci¨®n m¨¢s agresiva del tipo clavarle a alguien los nudillos en las costillas u otras zonas sensibles, de manera insistente aunque poco predecible, y genera esa carcajada hist¨¦rica que se llega a confundir con el dolor. En esta segunda se centra el estudio publicado hoy en Science.
¡°La gargalesis¡±, explica Michael Brecht, del Centro Bernstein de Neurociencia Computacional de la Universidad Humboldt, en Berl¨ªn, ¡°es una forma peculiar, y a menudo divertida, de toque social que se ha discutido durante m¨¢s de dos milenios¡±. Se refiere a Arist¨®teles. ¡°Pero quedan cuestiones muy importantes por responder: ?por qu¨¦ el efecto de las cosquillas depende tanto del estado de ¨¢nimo? ?Por qu¨¦ las distintas partes del cuerpo difieren tanto en sentir cosquillas? ?Por qu¨¦ no podemos hacernos cosquillas a nosotros mismos? ?Es la risa de las cosquillas distinta de la de la risa c¨®mica?¡±. Todo un programa de investigaci¨®n.
"?Por qu¨¦ el efecto de las cosquillas depende tanto del estado de ¨¢nimo? ?Por qu¨¦ las distintas partes del cuerpo difieren tanto en sentir cosquillas?"
Brecht y su colega Shimpei Ishiyama razonaron que, para responder esas preguntas, ten¨ªan que averiguar primero los correlatos neuronales de la sensaci¨®n de cosquillas: aquellos circuitos cerebrales que se activan en coincidencia con sentir cosquillas, y solo entonces. Es una estrategia habitual de las neurociencias. No demuestra que esos circuitos causen la sensaci¨®n de cosquillas, pero los convierten en los principales sospechosos. Han trabajado en ratas, que se r¨ªen, tienen cosquillas y suelen poner las cosas m¨¢s f¨¢ciles que la gente de dos patas.
Bas¨¢ndose en trabajos pioneros ¨Cy olvidados¡ª de la d¨¦cada pasada, Brecht e Ishiyama ha probado que las ratas se r¨ªen a una frecuencia de 50 kilohercios (o 50.000 oscilaciones por segundo). Eso est¨¢ muy por encima de los 20 kilohercios que marcan el l¨ªmite superior de nuestra ventana de frecuencias audibles. Los dos investigadores de Berl¨ªn han medido esas vocalizaciones ultras¨®nicas para calcular el grado de cosquillas que tiene una rata en muchas condiciones diferentes. Cuando tienes una regla de medir, tienes un experimento que hacer.
Eso les ha permitido identificar los circuitos cerebrales de las cosquillas. Han comprobado que lo son por el m¨¦todo inverso: estimulan el circuito con electrodos y ven que ello, sin ninguna contribuci¨®n del mundo externo, estimula en la rata el mismo comportamiento que si les hubieran hecho cosquillas.
Tambi¨¦n han podido comprobar que las ratas solo ¡°disfrutan¡± de las cosquillas ¨Creales o virtuales¡ª cuando est¨¢n de buen humor. A las personas nos pasa igual. Ya dijo Darwin que ¡°la mente debe estar en una condici¨®n placentera¡± para poder re¨ªrse con las cosquillas. En eso hemos evolucionado poco en los ¨²ltimos 200 millones de a?os.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.