?Por qu¨¦ no podemos hacernos cosquillas a nosotros mismos?
La explicaci¨®n tiene que ver con el modo en que vemos y percibimos el movimiento
Unos tenemos m¨¢s cosquillas que otros, pero casi todos somos incapaces de hacernos cosquillas a nosotros mismos. La explicaci¨®n tiene que ver con el modo en que vemos y percibimos el movimiento.
Para llegar al fondo de lo que nos impide hacernos cosquillas a nosotros mismos, analicemos primero otro fen¨®meno. Cierren un ojo y, a continuaci¨®n, presionen con cuidado el lateral del otro ojo (el abierto) mientras mueven el globo ocular de un lado a otro en la cuenca. ?Qu¨¦ ven? Deber¨ªa darles la impresi¨®n de que el mundo se mueve, aunque sepan que no es as¨ª.
Ahora bajen la mano y miren a su alrededor. El ojo se mueve de forma similar a como lo hac¨ªa cuando lo presionaban, pero el mundo est¨¢ quieto. Est¨¢ claro que la informaci¨®n visual recogida por el ojo es la misma en ambos casos, y que las im¨¢genes pasan por la retina a medida que el ojo se mueve de un lado a otro, pero la percepci¨®n del modo en que se mueven las cosas solo es falsa cuando empujamos el ojo con el dedo.
Ello se debe a que, cuando movemos los ojos con naturalidad, el cerebro env¨ªa ¨®rdenes motrices a los m¨²sculos oculares y, al mismo tiempo, se env¨ªa algo denominado ¡°copia eferente¡± de las ¨®rdenes al sistema visual, para que este prediga las consecuencias sensoriales del movimiento. Esto permite que el sistema visual compense los cambios que tienen lugar en la retina a causa del movimiento del globo ocular, y el cerebro sepa que los cambios en las im¨¢genes (que parece que las cosas se han movido) se deben, en realidad, al movimiento del propio ojo.
De este modo, uno puede recorrer la habitaci¨®n con la mirada y apreciar todos los detalles, sin tener la sensaci¨®n de ir volando como un abejorro mareado. Cuando se presionaron el ojo con el dedo, no exist¨ªa esa predicci¨®n, por lo que no tuvo lugar ninguna compensaci¨®n y, en consecuencia, se alter¨® la percepci¨®n del movimiento.
Experimentos con cosquillas
Cuando intentamos hacernos cosquillas a nosotros mismos, el sistema motor tambi¨¦n crea una copia eferente, lo que le permite predecir las consecuencias sensoriales del movimiento. Como prevemos con exactitud lo que vamos a sentir en la axila, por ejemplo, la experiencia subsiguiente es menos intensa que cuando otra persona nos hace cosquillas.
No obstante, hay formas de hacerse cosquillas a uno mismo, pero requieren ayuda t¨¦cnica. En una investigaci¨®n dirigida por Sarah-Jayne Blakemore, ahora catedr¨¢tica de neurociencia cognitiva en el University College de Londres, se utiliz¨® un robot cuyo brazo mec¨¢nico pod¨ªan mover adelante y atr¨¢s las personas, con una mano; este movimiento se transfer¨ªa a un segundo brazo rob¨®tico que ten¨ªa un trozo de espuma suave en su extremo, con el que acariciaba la palma de la otra mano.
Como prevemos con exactitud lo que vamos a sentir en la axila, por ejemplo, la experiencia subsiguiente es menos intensa que cuando otra persona nos hace cosquillas
Cuando los participantes se hac¨ªan cosquillas de esta forma, no sent¨ªan mucho cosquilleo. Sin embargo, cuando el robot transfer¨ªa el movimiento causante de las cosquillas con un peque?¨ªsimo retardo de 100 a 300 milisegundos, la sensaci¨®n de cosquilleo aumentaba mucho. Esa peque?a demora bastaba para anular la capacidad del cerebro de prever las consecuencias de la acci¨®n, lo que produc¨ªa una sensaci¨®n que se parec¨ªa mucho a la que se tiene cuando alguien nos hace cosquillas.
Una cuesti¨®n de control
Hay un grupo de personas que pueden hacerse cosquillas a s¨ª mismas, sin necesidad de demora temporal; son los enfermos de esquizofrenia que padecen delirios de control. Estos individuos sienten que sus actos (o en ocasiones sus pensamientos) no son suyos realmente, o bien que alguna fuerza extra?a los crea para ellos. Seg¨²n los conocimientos psiqui¨¢tricos y psicol¨®gicos actuales, estas experiencias se deben a un fallo del mecanismo que compara la copia eferente antes mencionada con las consecuencias sensoriales de la acci¨®n.
De modo que, si un paciente que sufre delirios de control levanta el brazo por encima de la cabeza, su experiencia subjetiva podr¨ªa ser similar a la de que alguien le hubiese levantado el brazo y se lo hubiese colocado en esa posici¨®n. Cuando Blakemore y sus compa?eros pidieron a algunos pacientes que se hicieran cosquillas con un dispositivo similar al robot antes descrito, aquellos que presentaban s¨ªntomas de este tipo de esquizofrenia ten¨ªan la misma sensaci¨®n de cosquilleo cuando no hab¨ªa demora temporal que cuando el investigador les hac¨ªa cosquillas.
Por divertido o agradable que fuese que pudi¨¦ramos hacernos cosquillas a nosotros mismos, la raz¨®n por la que no podemos hacerlo es que el cerebro ha sufrido adaptaciones destinadas a optimizar el modo en que entendemos el mundo que nos rodea y nos relacionamos con ¨¦l. Es extremadamente importante que seamos capaces de distinguir si una experiencia concreta es consecuencia de nuestros propios actos o de alguna fuerza externa.
Si todo nos pareciese ajeno a nosotros mismos, quiz¨¢s no ser¨ªamos capaces de aprender de nuestros errores, porque ni siquiera ser¨ªamos conscientes de haber cometido ning¨²n error. Y si todo nos pareciese controlado por nosotros mismos, ser¨ªamos presa f¨¢cil para los depredadores. El saber que el chasquido de una ramita que se rompe a nuestras espaldas en medio del bosque no lo han causado nuestros propios pasos, sino un oso que anda al acecho, no tiene precio.
es investigador en Ciencias Cognitivas de la Universidad de Cardiff. Este art¨ªculo fue publicado originalmente en ingl¨¦s en la web The Conversation
Traducci¨®n de NewsClips.
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