Conferencia de donantes, ?esperanza muerta?
Nueva oportunidad en Rep¨²blica Centroafricana
Cuando llegu¨¦ a la Rep¨²blica Centroafricana (RCA) en mayo del 2015 vol¨¦ a bordo de un avi¨®n comercial en el que tambi¨¦n se encontraba Catherine Samba-Panza, entonces presidenta del gobierno de transici¨®n, que regresaba de una conferencia de donantes en Bruselas. El ambiente de alegr¨ªa de la delegaci¨®n oficial transmit¨ªa satisfacci¨®n: las promesas de financiaci¨®n presagiaban un nuevo comienzo para el pa¨ªs.
Ma?ana se llevar¨¢ a cabo en Bruselas otra conferencia de donantes para la Rep¨²blica Centroafricana. La crisis que sacude al pa¨ªs desde 2013 no ha logrado superarse, en parte a causa de la falta de fondos. El mal del pa¨ªs, aunque sobradamente conocido, es dif¨ªcil de curar: la ausencia total del Estado, los conflictos repetitivos y la pobreza resumen perfectamente la realidad cotidiana de este pa¨ªs de 4,6 millones de habitantes instalados en un territorio m¨¢s grande que Espa?a y Portugal juntos.
Despu¨¦s de a?o y medio como trabajador humanitario aqu¨ª, ya s¨¦ bien que la ayuda est¨¢ mal financiada y que los casi 280 millones de euros comprometidos en la conferencia de Bruselas en 2015 no han sido desembolsados en su totalidad. Esta cantidad habr¨ªa permitido a la Rep¨²blica Centroafricana responder en t¨¦rminos humanitarios, organizar las elecciones, poner en marcha un programa de desarme, desmovilizaci¨®n, reinserci¨®n y repatriaci¨®n; y tambi¨¦n establecer un tribunal penal especial para cr¨ªmenes cometidos durante el conflicto.
S¨®lo esas medidas podr¨ªa favorecer la estabilidad en un territorio con la cadena de producci¨®n y la de recaudaci¨®n fiscal totalmente desmanteladas. La poblaci¨®n eligi¨® en las urnas pasar la p¨¢gina de la guerra, pero la violencia y el dolor que causa a los civiles vuelve siempre como un bumer¨¢n y, sin apoyo, todo ir¨¢ a peor.
Hay crisis de esperanza. Las promesas no sirven. El 65% de los centroafricanos que no tienen acceso al agua potable y enfrentan una nueva epidemia de c¨®lera o la cuarta parte de la poblaci¨®n del pa¨ªs que contin¨²a desplazada o refugiada, fuera de sus casas, no pueden mantenerse de promesas incumplidas una y otra vez.
La conferencia de hace dos a?os tambi¨¦n fue en Bruselas y los 496 millones de d¨®lares prometidos tampoco se llegaron a desembolsar. Para la Rep¨²blica Centroafricana, Bruselas se ha convertido en un lugar de esperanza y de promesas de donantes e inversores que, conmovidos en el momento de la tragedia, se olvidan de los fondos cuando llega la calma. Y eso duele.
Todo esto me lleva a plantearme y a plantear aqu¨ª mis dudas sobre la eficacia de las conferencias internacionales postconflicto. Han sido unas cuantas desde los a?os 80. Es sorprendente observar c¨®mo un pa¨ªs bajo perfusi¨®n internacional desde hace 30 a?os no logra hacer el viraje definitivo y sigue necesitando casi de todo.
Lo m¨¢s peculiar es que las propuestas a donantes e inversores que se preparan desde el pa¨ªs son de buena factura y podr¨ªan, si obtienen respuesta, hacer despegar la reconstrucci¨®n. Lo he visto personalmente en muchos talleres organizados por el gobierno centroafricano para preparar la conferencia de ma?ana.
Seguramente los donantes est¨¢n sujetos a ataduras y dificultades que, como humilde actor humanitario sobre el terreno, quiz¨¢ no soy capaz de entender. Quiz¨¢ sea una enorme ingenuidad pensar que es posible transformar todas las promesas en compromisos.
Pero la ingenuidad, en este caso, me permite estar al lado de las personas que sufren, y con las que trabajo. De las 200 mujeres que sufren abusos cada d¨ªa y que quieren que se les haga justicia. De los 10.000 ni?os cuyas escuelas est¨¢n ocupadas por grupos armados que aguardan al proceso de desarme para retomar su infancia. De la mitad de la poblaci¨®n que sufre inseguridad alimentaria y que espera sencillamente poder volver a cultivar su tierra.
En marzo pasado, las personas que eligieron en las urnas la vuelta al orden constitucional esperaban, quiz¨¢ con ingenuidad, pasar la p¨¢gina de la guerra. Y creyeron que para construir la paz contar¨ªan con el apoyo de estos pa¨ªses que entonces se lo prometieron. Cada retorno a la violencia tiene consecuencias irreparables para las personas de a pie que lo sufren. En este fin de a?o lo estamos viviendo de nuevo. Mientras la soluci¨®n sea parcial, el riesgo de volver a la casilla de salida es evidente. Por eso necesitamos de esta Conferencia de donantes una esperanza razonable.
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