Orgullo afrodescendiente en Brasil. Zumbi y Palmares
El 20 de noviembre Brasil ha estado de fiesta, o una parte. Se ha conmemorado la memoria y la gesta del l¨ªder del Estado m¨¢s grande que haya existido de esclavizados africanos alzados en la historia, Zumbi do Palmares y el reino que miles cimentaron, en el siglo XVII. Hoy Brasil tiene 100 millones de afrodescendientes, casi la mitad de su poblaci¨®n y es la segunda naci¨®n en el mundo con mayor poblaci¨®n afro, tras Nigeria. Ayer se celebr¨® el D¨ªa de la Conciencia Negra. Esta efem¨¦ride hunde su explicaci¨®n en un aspecto que el racismo siempre le ha negado al africano, su iniciativa, para el caso la posibilidad de resistir a la esclavitud en un pa¨ªs al que entre principios del siglo XVI y hasta 1888, como en muchos otros lugares de Am¨¦rica durante el colonialismo (y tambi¨¦n tras ¨¦l), ingresaron unos nueve millones de esclavizados. Esta celebraci¨®n hoy es recordada mediante feriados en distintos Estados y ciudades de la Rep¨²blica Federativa.?
El mito de armon¨ªa colonial, pregonado por el luso-tropicalismo, de los portugueses como art¨ªfices de una sociedad sin tensiones (heredada luego de 1822, a?o de la independencia), ha generado que las revueltas de esclavos no hayan merecido la consideraci¨®n de los estudiosos por mucho tiempo. En Brasil se explic¨® que, a diferencia del d¨ªscolo ind¨ªgena, el africano esclavizado no resisti¨® su condici¨®n y por tal motivo fue id¨®neo para las tareas m¨¢s duras. Sin embargo, quienes apelan a esas explicaciones pierden de vista que los ind¨ªgenas fueron diezmados por la Conquista y que el africano prontamente reemplaz¨® esa mano de obra, como en todo el Nuevo Mundo.?
Entonces, pese a lo que narr¨® una historia arm¨®nica, del mito de Brasil como una ¡°democracia racial¡±, la historia del africano en Brasil (y en Am¨¦rica toda) debe ser presentada como un relato de insurgencia, de resistencia sostenida en el tiempo (que contin¨²a hoy, aunque la esclavitud legal no exista m¨¢s). En el pasado se resisti¨® la esclavitud mediante varias t¨¢cticas: rebeliones, revueltas, huidas en masa o individuales, suicidios, sabotajes al amo, negociaciones, etc.?
Los cimarrones, esclavos fugados en ¨¦poca colonial, abundaron en los anales de la esclavitud americana. Todas las rebeliones contribuyeron en distinto grado a debilitar y acabar este flagelo. Tal vez el caso m¨¢s paradigm¨¢tico sea el de Hait¨ª, en donde esclavizados, por sus propios medios, abolieron la esclavitud y en el ¨ªnterin vencieron a la poderosa Francia, alcanzando su emancipaci¨®n y convirti¨¦ndose en la primera Rep¨²blica negra del planeta. Ese proceso comenz¨® con una gran revuelta esclava en 1791 y es solo un ejemplo de las tantas revueltas antiesclavistas en el Nuevo Mundo. Otra de las Antillas, Cuba, presenta dos casos interesant¨ªsimos: uno en 1812 y otro en 1844. Donde hubo africanos, hubo rebeliones. La lista puede seguir, en efecto ser¨ªa interminable, pero la efem¨¦ride de un d¨ªa como hoy obliga a centrarse en Brasil y la experiencia del Quilombo de los Palmares.
Resistencia prolongada
El caso de la naci¨®n m¨¢s grande de Sudam¨¦rica, en donde la esclavitud fue resistida desde muy temprano, remite a la presencia de los quilombos, comunidades de esclavizados fugitivos, que en una de las lenguas provenientes de Angola (importante regi¨®n proveedora en el pasado) significa ¡°casa en los bosques¡±. Sus pobladores recibieron el nombre de quilombolas. De todos modos, se dieron otros alzamientos que no testimoniaron la erecci¨®n y lucha de estas comunidades, como la serie acaecida en la capital de la colonia lusitana hasta 1763, San Salvador de Bah¨ªa, entre 1807 y 1835, una revuelta de esclavizados africanos isl¨¢micos, de car¨¢cter urbana.?
Pero la revuelta esclava m¨¢s larga de la historia fue la que sostuvieron africanos alzados en Pernambuco buena parte del siglo XVII y se convirti¨® en el germen de una verdadera Rep¨²blica negra en el coraz¨®n del dominio colonial portugu¨¦s, el Quilombo de los Palmares (1630-1695), un per¨ªodo en el que toda la regi¨®n se sacudi¨® por un espacio extens¨ªsimo, m¨¢s que el de la muy estudiada rebeli¨®n esclavista de Espartaco, que conmovi¨® por a?o y medio a la Rep¨²blica romana en el siglo I antes de nuestra era.?
La experiencia de Palmares muestra el valor tenaz de un grupo enorme de esclavizados que resisti¨® al colonizador, y que se form¨® producto de la fuga de varios grupos de ¨¦stos que, aprovechando la confusi¨®n por la invasi¨®n holandesa, optaron por huir de sus amos con destino a la Serra da Barriga, en el actual Estado de Pernambuco, donde instalaron el citado Quilombo. Este espacio permiti¨® a sus moradores recrear sus diversas tradiciones, hablar m¨²ltiples lenguas, sin ninguna injerencia del blanco, en una prolongada experiencia marcada por una variable com¨²n y fundamental: la libertad. Palmares fue una?Troya Negra, asediada durante d¨¦cadas por ej¨¦rcitos portugueses y holandeses, a los que resisti¨® en forma heroica bajo el liderazgo de su valiente caudillo, Zumbi do Palmares, sobrino del fundador y originario de la primera revuelta, Ganza Zumba, a quien el primero asesin¨®. El l¨ªder del Quilombo hasta su final, considerado inmortal por sus seguidores, fue elegido por su valent¨ªa y su f¨¦rreo car¨¢cter como conductor del espacio al cual sabiamente supo infundirle disciplina y orden. Por ejemplo, los delitos de sangre eran castigados con la pena m¨¢xima.?
Esta Rep¨²blica negra, una conjunci¨®n de numerosas aldeas, lleg¨® a albergar a m¨¢s de 20.000 habitantes y represent¨® la tercera parte del territorio de la metr¨®poli, en el momento en que Brasil fuera el mayor productor de az¨²car del planeta. Por d¨¦cadas, varios ej¨¦rcitos enviados no pudieron doblegar la tenacidad y el valor de los defensores, caracter¨ªsticas remarcadas en los testimonios de los invasores, situaci¨®n que mantuvo en vilo a las autoridades portuguesas durante toda la existencia de esta Rep¨²blica r¨²stica, pero novedosa y excepcional del siglo XVII, organizada a la usanza de muchos de los Estados africanos contempor¨¢neos.?
Si bien Palmares resisti¨®, una decisi¨®n final se tom¨® en 1687 cuando el gobernador de la Capitan¨ªa General de Pernambuco suscribi¨® un convenio con el temible bandeirante paulista, Domingos Jorge Velho, el cual fue ratificado en 1693. Se aproximaba el fin del Quilombo. La primera incursi¨®n de la nueva fuerza invasora fue un rotundo fracaso que lo hizo recapacitar y, por ende, form¨® un ej¨¦rcito m¨¢s nutrido, de 7.000 hombres y hasta le aport¨® varios ca?ones. Muy importante resulta agregar que buena parte de esta nueva fuerza fue integrada por bandeirantes y capit?o do mato, profesionales, rudos y versados en la caza de originarios y esclavos pr¨®fugos.
El sitio final se extendi¨® por espacio de dos meses en condiciones muy desparejas, cuando el predominio armament¨ªstico portugu¨¦s fue muy superior. Zumbi y varios de sus colaboradores no tuvieron m¨¢s remedio que escapar. Algunos perecieron durante la fuga y otros fueron capturados, y vendidos como esclavos mientras otros ajusticiados. Entre estos ¨²ltimos, por v¨ªa de la traici¨®n, se cont¨® el l¨ªder de Palmares, el cual fue degollado y su cabeza colocada como escarmiento en la plaza p¨²blica de Recife, capital de la Capitan¨ªa General. La reprimenda fue feroz. En efecto, uno de los capitanes que dirigi¨® el gran ej¨¦rcito reunido retorn¨® con casi cuatro mil pares de orejas de los sublevados reprimidos.?
Resistencia sin fin
Zumbi fue ajusticiado el 20 de noviembre de 1695. Restos de los habitantes del Quilombo fundaron nuevas comunidades cerca de las aldeas originales y continuaron la resistencia, algunos hasta entrada la d¨¦cada de 1730, m¨¢s al norte de Pernambuco. Por otra parte, cuando el eje de la econom¨ªa colonial se desplaz¨® del nordeste azucarero a la regi¨®n de Minas Gerais (gracias a descubrimientos mineros a finales del siglo XVII y principios del siguiente), los esclavistas afrontaron rebeliones y fugas de sus esclavizados, temiendo la formaci¨®n de un nuevo Palmares, pero el m¨¢s grande (Ambr¨®sio), no alberg¨® nunca m¨¢s de 10.000 habitantes y dur¨® menos que el del siglo anterior, de 1725 a 1746. Como sea, los quilombos fueron una constante y un dolor de cabeza para los amos y la autoridad en Brasil, cuando se destru¨ªa uno, al rato aparec¨ªa otro. Los hubo por centenas, pero muchos siquiera dejaron documentaci¨®n para conocer de su existencia. En general, fueron reducidos y de existencia no muy prolongada, caso contrario hubieran llamado al instante la atenci¨®n de las autoridades, como el de los Palmares.?
En 1695 acababa despu¨¦s de casi 70 a?os la experiencia gloriosa del Quilombo de los Palmares, pero desde aquel entonces naci¨® la leyenda de la cual se enorgullecen africanos y afrodescendientes en el presente. El D¨ªa de la Conciencia Negra celebra y recuerda la gesta de Zumbi y su gente, fecha que fuera movida al 20 de noviembre tras ser la de abolici¨®n de la esclavitud en Brasil, el 13 de mayo. El pa¨ªs carga con el estigma de ser el ¨²ltimo pa¨ªs americano (y uno de los ¨²ltimos del mundo) en haber abolido la esclavitud, mediante la Ley ?urea, en 1888. A diferencia de la gesta de Zumbi, la abolici¨®n de la esclavitud fue promovida desde el poder y en forma tard¨ªa, por eso el traslado de fecha de la efem¨¦ride. Para los afrobrasile?os Zumbi es un emblema de lucha, de resistencia, una muestra de orgullo que recuerda que un mundo mejor es posible para este grupo que hoy d¨ªa carga con el estigma de haber sido sus antepasados esclavizados y que siempre resulta discriminado frente a los brasile?os blancos.
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