La ley de los cinco regalos o c¨®mo gestionar los obsequios esta Navidad
Vivimos en el tiempo del tener, esa variedad aceptada de discreto S¨ªndrome de Di¨®genes de objetos nuevos que todos tenemos de alguna manera
Se acerca el BlackFriday, el CiberMonday y a continuaci¨®n las navidades. Ese tiempo tan contradictorio, temido para unos, deseado para otros¡ sin embargo, para todos lo que somos padres, la Navidad tiene necesariamente un componente entra?able, una mirada distinta de la realidad a trav¨¦s de los ojos renovados e ilusionados de nuestros hijos. Ahora bien, tambi¨¦n es el tiempo de hacer un ejercicio extra de responsabilidad y conciencia a la hora de gestionar el ingente n¨²mero de regalos que tendemos a hacer en estas fechas end¨¦micamente consumistas.
De la misma manera que podemos caer en la abundancia contraproducente, tambi¨¦n debemos vigilar no proyectar nuestras propias frustraciones o fantas¨ªas de lo que no tuvimos, en nuestros hijos. Tener clara conciencia de que la falta de presencia, de tiempo compartido, de horas dedicadas no se compensa con abundancia de objetos. Educar tambi¨¦n es reeducarnos.
Es imprescindible decir que m¨¢s, no es mejor. Cantidad nunca fue sin¨®nimo de calidad. Sin embargo, vivimos en el tiempo del tener, acumular, esa variedad elegante y aceptada de discreto S¨ªndrome de Di¨®genes de objetos nuevos que todos tenemos de alguna manera.
Algunos caminos que conducen hacia una gesti¨®n equilibrada de los regalos pueden ser:
- Muchos psic¨®logos abogan por la ley de los cinco regalos; como madre y como psic¨®loga creo que las rigideces no son buenas consejeras y que la tendencia debe ser limitar el n¨²mero de regalos, pero con flexibilidad, en nuestro caso concreto les planteamos a nuestros hijos tres regalos en Pap¨¢ Noel y dos o tres regalos en Reyes, uno de los cuales deber ser para jugar en familia o entre hermanos. Puede parecer poco, pero no perdamos de vista a los abuelos, t¨ªos, amigos y dem¨¢s que tambi¨¦n van a regalarles. Si nuestros hijos est¨¢n faltos de algo no es de objetos, sino de tiempo y presencia.
- El exceso de regalos no es el problema, el problema es el exceso concentrado en tan poco tiempo. Sugiero regalar a lo largo de todo el a?o, porque se han esforzado en algo (no necesariamente premiar el aprobado), porque queremos darles una peque?a sorpresa, etc.
- Podemos y debemos aprovechar cualquier situaci¨®n para educar a nuestros hijos: cuando los padres restringimos el n¨²mero de regalos que pueden pedir estamos trabajando el criterio, la elecci¨®n y la renuncia.
- Para que ellos hagan la important¨ªsima tarea de decidir qu¨¦ van a pedir a los Reyes o Pap¨¢ Noel, podemos facilitarles la tarea, protegi¨¦ndoles de la ingente cantidad de propaganda televisiva dirigida a ellos y sustituirla dentro de lo posible por los cat¨¢logos de tiendas especializadas para que puedan leerlo y revisarlo con calma y controlando el impulso.
- Pongamos atenci¨®n a los comentarios sexistas sobre juguetes para desactivarlos, permitiendo y favoreciendo que elijan en libertad y sin prejuicios por raz¨®n de g¨¦nero. Para ello, tendremos que hacerlo primero nosotros.
- Sustituir el regalo-objeto por el regalo-experiencia. En vez de comprar un juego, juguete, etc., convertir el regalo en una experiencia tal como ir a alg¨²n sitio en familia, visitar algo deseado por ellos, etc.¡ Vivencia en vez de acumulaci¨®n de cosas.
- La responsabilidad de la educaci¨®n de nuestros hijos es en primera y ¨²ltima instancia nuestra. Es necesario tambi¨¦n hablar con familia y amigos para que est¨¦n alineados coherentemente con nuestra decisi¨®n y manera de gestionar los regalos, y si es necesario, poner l¨ªmites.
- Independientemente de si somos partidarios de contribuir a la fantas¨ªa de Papa Noel y los Reyes Magos, si nuestros hijos son peque?os y a¨²n lo creen o grandes y ya dejaron de creerlo, no debemos caer en el ¡°chantaje¡± que utiliza a estos seres imaginarios dadores de presentes como herramientas al servicio de que nuestros hijos se ¡°porten bien¡±. El fin nunca justifica los medios. Es algo escandalosamente generalizado: a los ni?os que se ¡°portan bien¡± les traen todo lo que piden a los que se ¡°portan mal¡±, carb¨®n. Nada m¨¢s y nada menos. Y a los pobres de solemnidad, nada, por lo que es no dif¨ªcil deducir que han debido portarse fatal.
Concentrar una ingente cantidad de regalos en poqu¨ªsimo tiempo genera:
Sobreestimulaci¨®n: les cambia el estado de ¨¢nimo y les impide focalizarse en nada. Est¨¢n desbordados, alterados y no son capaces de centrarse.
P¨¦rdida de ilusi¨®n: nada como desear algo mucho para garantizar el placer que supone tenerlo. Si no hay deseo o ¨¦ste se ve inmediatamente satisfecho, el placer tambi¨¦n se minimiza.
Confusi¨®n: la abundancia de regalos hace creer a nuestros hijos que el mundo es as¨ª, que son merecedores (porque s¨ª) de todo ello. Produce un espejismo de falsa autoestima basada en lo que tengo y no en lo que soy.
Anhedonia: es la incapacidad para experimentar placer, la p¨¦rdida de inter¨¦s o satisfacci¨®n en casi todas las actividades. Se considera una falta de reactividad a los est¨ªmulos habitualmente placenteros.
El hecho de utilizar a estos personajes del imaginario popular, tan amorosos y cercanos, como herramientas de presi¨®n, se explica desde nuestra falta de autoridad y de recursos que desemboca en tener que recurrir a estos sicarios para que nos hagan el trabajo sucio. Y es tambi¨¦n la representaci¨®n a gran escala de la pedagog¨ªa basada en el premio y en el castigo: te est¨¢n vigilando¡, Si no te ¡°portas bien¡± no habr¨¢ premio.
El mensaje subliminal es t¨®xico: ¡°p¨®rtate bien por miedo¡±, no por razones, valores o principios, no porque eso te ayudar¨¢ a crecer y te beneficia, no porque te amamos y tratamos de transmitirte lo mejor de nosotros mismos. ¡°P¨®rtate bien¡± porque si te ¡°portas mal¡±, el esp¨ªa de la barba blanca y los chicos de los camellos, no pasar¨¢n por aqu¨ª.
La Navidad, seamos creyentes o no, es un tiempo que moviliza a todos, que agranda las ausencias y los conflictos, que nos obliga a compartir mesa y mantel con quien no nos cae bien, que nos saca de la rutina para meternos en una desenfrenada actividad de compromisos de todo tipo, donde hay que comprar, hay que quedar, hay que hacer, hay que¡pero tambi¨¦n puede ser un tiempo de serenidad, de toma de conciencia, de hacer regalos con inteligencia, mesura, sin poner condiciones. El buen o mal comportamiento de nuestros hijos, nuestras culpas, sus errores y los nuestros no se resuelven cayendo en otros mayores.
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