Cine para no perder la ligereza
HOY EN D?A, cuando casi todo el consumo tiene que ver con la armon¨ªa, el bienestar y la relajaci¨®n, en plena ¨¦poca, seg¨²n Gilles Lipovetsky, ¡°de la ligereza¡± tecnol¨®gica, cultural y hasta corporal, muchas madres viven los primeros meses de maternidad sin mucha posibilidad de ocio, con una responsabilidad extraordinaria (en su sentido m¨¢s literal), cansadas y sin rastro de aligeramiento. Tambi¨¦n los padres, s¨ª, pero, en fin, hay implicaciones f¨ªsicas que no se pueden comparar y cualquiera entiende que la maternidad invita a todo menos a la despreocupaci¨®n.
Es una iniciativa para que las madres con beb¨¦s puedan tener un momento de recreo.
Para aligerar ese nuevo estado vital, en Par¨ªs, en el cine-teatro Garde-Chasse del barrio de Lilas, han puesto en marcha la sesi¨®n jeunes-parents, exclusiva para madres (y padres) con beb¨¦s de hasta 10 meses. Se ofrece una gran sala acondicionada con material, juguetes, luz tamizada para poder desplazarse y, por supuesto, cambiador, adem¨¢s de una tarifa preferencial a cinco euros.
Defendida y apoyada por Madeline da Silva, miembro de la alcald¨ªa del barrio y del colectivo de apoyo a la maternidad, es una iniciativa para que las madres con beb¨¦s puedan tener un momento de recreo sin sentir que molestan por los llantos de sus hijos. La sesi¨®n est¨¢ abierta a todo el p¨²blico, pero principalmente a padres.
Son las 9.45 y pago mis cinco euros para ver L¡¯effet aquatique?entre madres que ya se conocen y hablan de todo menos de cine. En un minuto aprendo dos marcas de pa?ales en oferta en Amazon, y ventajas giratorias de las ruedas delanteras del bugaboo. Contabilizo diez madres, dos con gemelos. Soy el ¨²nico hombre. Para mi sorpresa, una vez dentro del edificio nos ofrecen caf¨¦s, t¨¦s y pain au chocolat.
EN LA SALA, LOS NI?OS PIDEN JUSTICIA. ?C?MO? A SU MANERA.
En la pantalla, Samir, un joven de 40 a?os, se apunta a clases de nataci¨®n para intentar seducir a la profesora. En la sala, los ni?os piden justicia. ?C¨®mo? A su manera: algunos se duermen en cuanto empieza la pel¨ªcula y otros se expresan con tanta energ¨ªa en la voz que inevitablemente se visualiza al padre. Cuando se ponen de acuerdo y entonan sinfon¨ªas estridentes, a uno le invaden oleadas de recuerdos de otras salas. Las madres, entre la costumbre y la paciencia, se lo toman con calma: si es necesario se levantan, pero ninguna deja de seguir la trama. Cuando ?gatha, la profesora, descubre antes de viajar a una competici¨®n en Islandia que Samir le ha mentido (nada casi mejor que ella), por poco los que lloramos somos los adultos, y el problema es sacar a los ni?os de su particular ensimismamiento.
A la salida hablo con Victoire Richaud, madre de una ni?a de siete meses. ¡°Al principio tienes la sensaci¨®n de vivir ¨²nicamente por y para el beb¨¦, y echas de menos actividades. Yo he dejado de hacer cosas por miedo a que el beb¨¦ se ponga a llorar y moleste a la gente. El cine era una de ellas¡±.
Al final, cuando gana la verdad del amor y los personajes nadan como plumas al viento y los ni?os sonr¨ªen cansados de llorar, no queda m¨¢s remedio que recordar a Nietzsche: ¡°Quien quiera hacerse ligero y transformarse en un p¨¢jaro tiene que amarse a s¨ª mismo¡±.
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