Por si no fuera suficiente con ayudar a los hijos, ahora tambi¨¦n hay deberes para padres
Llegar a casa despu¨¦s de una larga jornada laboral y dedicarse a hacer tareas para el colegio es a lo que se enfrentan muchos adultos con ni?os en edad escolar. ?Es necesario?
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Miguel (37 a?os) es abogado de una empresa de comunicaci¨®n audiovisual. Como muchas otras personas, nunca sale del trabajo antes de las siete, y cuando llega a casa lo que m¨¢s le gustar¨ªa es abrirse una cerveza y leer un libro. Sin embargo, en no pocas ocasiones lo que le espera en su supuesto oasis de tranquilidad es una obligaci¨®n m¨¢s: hacer deberes para el colegio de sus hijos. Matiz importante: no ayudar a sus hijos a hacer los deberes, sino acometer ¨¦l mismo tareas en principio encomendadas a sus peque?os pero que, a todas luces, necesitan de la mano de un adulto para llevarse a cabo.
¡°A mi hija de tres a?os le encargaron hacer un escudo de la familia, cuando ella no pasa de hacer garabatos. Si no es eso, es hacer un disfraz con telas recicladas, un peque?o cuestionario en casa o una maqueta del barrio. Y mis aptitudes art¨ªsticas son nulas¡±, se lamenta. ¡°Eso, cuando no recibes la invitaci¨®n de acudir al colegio a dar una charla a la clase de tu hijo explicando en qu¨¦ consiste tu profesi¨®n, lo que implica pedir una ma?ana libre y quitarle tiempo, precisamente, a tu trabajo¡±. Miguel, como otros muchos adultos, no entiende por qu¨¦ tiene que hacer deberes para el colegio. Y sin embargo los hacen: no quieren que sus hijos pasen la verg¨¹enza al d¨ªa siguiente de ser los ¨²nicos que aparecen en clase sin el escudo, el cuestionario o la maqueta.
Esta doble jornada (laboral y seudoescolar) torpedea el equilibro psicol¨®gico de muchos padres. ¡°Cuando nos vemos obligados a mantener una conducta o una suma de ellas que hace que se tambalee nuestro bienestar f¨ªsico, ps¨ªquico y social, las probabilidades de que nos afecte a la salud aumentan¡±, advierte la psic¨®loga y psicoterapeuta Marta Isasi, cofundadora de Gordon Training Espa?a. Lo cierto es que no son casos aislados y ya se puede decir que existe una amplia mayor¨ªa de los padres que hacen tareas escolares, lo que significa, en ¨²ltima instancia, que los profesores no est¨¢n evaluando a sus alumnos, sino a sus progenitores. ¡°Dependiendo del car¨¢cter de cada persona se podr¨ªan dar situaciones de rivalidad o competitividad entre los padres, del mismo modo que siempre se ha producido entre estudiantes¡±, reflexiona Isasi.
Esta situaci¨®n que roza el sinsentido es descrita por la psic¨®loga como ¡°un conflicto de necesidades entre las familias y los profesores¡±. As¨ª detalla la experta la realidad actual y sus consecuencias: ¡°Las familias se sienten obligadas a hacer cosas que no aceptan y eso conlleva impotencia, resentimiento, frustraci¨®n, rechazo e incluso es posible que se generen sentimientos de venganza y rebeli¨®n. Adem¨¢s, muchos padres se sienten presionados y otros tantos no pueden evitar la aparici¨®n del sentimiento culpa cuando no hacen las tareas¡±. Una retah¨ªla de s¨ªntomas que dibujan un claro cuadro de estr¨¦s emocional al que la misma experta a?ade "el cansancio f¨ªsico por un sobreesfuerzo¡±.
Tampoco la otra parte del conflicto, los maestros, est¨¢ exenta de sufrir las consecuencias de esta situaci¨®n. ¡°Nadie queda satisfecho, ya que los docentes, al imponer una soluci¨®n que no es aceptada, tambi¨¦n pueden sentir culpa y rechazo", apunta Isasi. Los padres temen que su mayor o menor implicaci¨®n pueda influir en la percepci¨®n que el profesorado tiene de su hijo.
Hogar ?dulce hogar?
Tal y como est¨¢n las cosas, muchos padres empiezan a plantearse si no ser¨ªa bueno a?adir en su curriculum vitae un par de l¨ªneas m¨¢s haciendo referencia a sus habilidades con las tijeras y el papel pinocho o a su reci¨¦n descubierta creatividad con los disfraces. ?Acaso el tiempo libre que las familias pasan en sus hogares no deber¨ªa destinarse a disfrutar en familia y desconectar del trabajo y la escuela? ¡°Entre las horas que est¨¢n los ni?os en el colegio, las que pasan en la academia despu¨¦s, el trabajo de los padres y los quehaceres dom¨¦sticos, la convivencia en casa ha quedado reducida a la m¨ªnima expresi¨®n¡±, valora Francisco Mora, presidente de la Asociaci¨®n de CODAPA (Confederaci¨®n Andaluza de Asociaciones de Padres y Madres del Alumnado por la Educaci¨®n P¨²blica), Las agendas de los ni?os y las de sus progenitores cada vez se parecen m¨¢s, y no porque las dos est¨¦n llenas de la ma?ana a la noche, sino porque en muchas de ellas llega una hora en la que se podr¨ªan intercambiar sin problemas.
Que los padres inculquen el sentido del deber de los hijos es bueno. Como dice Rafael M. Hern¨¢ndez, doctor en Ciencias de la Educaci¨®n, coordinador de comunicaci¨®n de Kumon y profesor del ¨¢rea did¨¢ctica y organizaci¨®n escolar de la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla, ¡°los deberes tienen una funci¨®n educadora fundamental en el ¨¢mbito de las actitudes¡±. Y a?ade: ¡°Aunque ahora te apetezca jugar a la Play, lo que toca es coger la tablet y agrupar los alimentos ricos en hidratos de carbono, que es la actividad que te ha puesto el profesor para hacer en casa¡±.
Pero una cosa es eso, y otra que los padres se vean inundados con tareas que a menudo no saben ni hacer. ¡°Los padres deben limitarse a dar apoyo al ni?o para aclararle alguna duda b¨¢sica. Pero no se trata de explicarle ni de hacerle los ejercicios¡±, apostilla. ¡°Aprender es algo muy personal y nadie lo puede hacer por ti¡±.
A la vejez, viruelas
Pero, ?qu¨¦ pasa cuando los deberes exceden los conocimientos de los ni?os (y a veces de los padres)? El presidente de CODAPA y padre de dos hijos Francisco Mora, admite que ¡°ni yo, ni muchos padres, tenemos la capacidad para ense?ar materias como por ejemplo, matem¨¢ticas¡±. Cuando esto ocurre, suelen desencadenarse una serie de situaciones que pueden acabar en un grave conflicto familiar. Al menos as¨ª lo percibe Mora: ¡°Con frecuencia, los hijos nos ponen en situaciones bastante comprometidas, ya que hay muchos conceptos y conocimientos que nos quedan muy lejos. Adem¨¢s, no somos docentes. Es decir, que aunque conozcamos el tema o la respuesta a sus dudas, no sabemos c¨®mo ense?¨¢rselo de la manera m¨¢s adecuada¡±.
En los mismos t¨¦rminos se expresa Beatriz, profesional de la sanidad y madre de una adolescente de quince a?os, quien reconoce que hace tiempo que no puede resolver muchas dudas acad¨¦micas de su hija Mar¨ªa. ¡°M¨¢s bien le pregunto yo. Eso s¨ª, siempre le animo a que jam¨¢s se quede sin entender algo, que pregunte mil veces si hace falta y que su duda se convierta en un debate¡±, afirma. Una cosa parece clara: el tiempo, las habilidades y la disponibilidad de los padres no deber¨ªan influir en el expediente acad¨¦mico de los peque?os.
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