?Qu¨¦ estamos comiendo?
La falta de informaci¨®n y la publicidad contribuyen a una alimentaci¨®n poco saludable
Un padre o madre cualquiera, en un pa¨ªs a elegir entre muchos. Se levanta y les da a sus hijos unos cereales de chocolate muy conocidos que les encantan, y (tras muchas otras tareas) se va a trabajar. Los ni?os comen un men¨² escolar con patatas fritas y helado, o con bocadillos y zumos azucarados. El progenitor pica algo ya preparado porque no tiene tiempo, y despu¨¦s se toma un refresco para seguir despierto. A la salida, los ni?os insisten en comer una chocolatina, y el padre o la madre acaban cediendo. Al llegar a casa, tienen que terminar algunas cosas o est¨¢n agotados, as¨ª que dejan a los ni?os delante de la tele despu¨¦s de fre¨ªrles unos congelados o calentar una pizza precocinada. Quiz¨¢ algunos de esos h¨¢bitos les parezcan perfectamente adecuados, o tal vez piensen que deben cambiar otros. En cualquier caso, no parece f¨¢cil.
Efectivamente, no lo es. Esa misma hac¨ªa reflexi¨®n Corinna Hawkes, directora del centro para pol¨ªticas alimentarias de la Universidad de la Ciudad de Londres. Las autoridades sanitarias de numerosos pa¨ªses y expertos en nutrici¨®n de todo el mundo llevan tiempo sugiriendo cambios en la dieta. Pero el coste, la falta de tiempo y la mayor disponibilidad hacen que cada vez consumamos m¨¢s productos ultraprocesados o con grandes cantidades de az¨²cares, sales, y grasas saturadas, con demasiadas calor¨ªas. Muchas veces sin ser conscientes de ello. Y las cifras del aumento de la obesidad y diabetes en los lugares donde se imponen esos patrones de consumo no dejan de aumentar.
Expertos de todo el mundo reunidos estos d¨ªas en Roma en el simposio internacional sobre nutrici¨®n organizado por la FAO (Organizaci¨®n de las Naciones Unidas para la alimentaci¨®n y la agricultura) han debatido este jueves sobre qu¨¦ pueden hacer los Gobiernos y los Parlamentos para facilitar o impulsar ese cambio hacia dietas m¨¢s sanas, sobre todo entre los m¨¢s peque?os. Se ha hablado de medidas que equilibren la lucha de precios entre productos frescos y ultraprocesados (como las tasas especiales), otras que regulen los men¨²s escolares o incluso de normas que directamente obliguen a rebajar los niveles de az¨²cares o grasas en los alimentos. Pero los ponentes se han centrado en dos aspectos: el etiquetado nutricional y la publicidad de los alimentos.
Impuesto a los refrescos
Marisa Macari, de la ONG mexicana El poder del consumidor, se refer¨ªa al impuesto para los refrescos azucarados ¡ªcomo el que estudian implantar Espa?a y otros pa¨ªses¡ª que promovieron en M¨¦xico. Macari ha asegurado que ya se ha reducido el consumo de refrescos como estos, que incluyen hasta un 30% de az¨²cares, entre un 6% y un 11% desde que se implant¨® la tasa en 2014. Sin embargo, a¨²n no est¨¢ claro que lo recaudado se haya invertido en instalar fuentes de agua en los colegios y otras medidas de prevenci¨®n de la obesidad y la diabetes, como estaba previsto. Medidas como esta pueden ayudar a reducir la diferencia de precio entre estos productos y otros m¨¢s saludables, como un zumo natural, o el agua.
En Chile, el senador Guido Girardi aboga por aumentar al 18% ese impuesto sobre los refrescos y extender este tipo de tasas a todos los productos alimentarios que lleven una etiqueta "alto en" de acuerdo con los est¨¢ndares establecidos en el pa¨ªs, al tiempo que apuesta por desgravar alimentos saludables como frutas o verduras.
"Porque las etiquetas de informaci¨®n nutricional no las entiende nadie, ni los m¨¦dicos de familia", se?alaba el senador y tambi¨¦n m¨¦dico chileno Guido Girardi, impulsor de una ley de etiquetado en su pa¨ªs. "Vienen cifradas y en letra peque?ita". En los ¨²ltimos a?os, pa¨ªses tan dispares como Reino Unido, Ir¨¢n o Ecuador han obligado a los productores de alimentos a rotularlos con lo que se conoce como "sem¨¢foro". Un sistema de tres colores (verde, ¨¢mbar y rojo) que en principio indica al consumidor de una forma m¨¢s clara los niveles de sales, az¨²cares o grasas que contiene el producto.
"En Ir¨¢n el 79% de los productos ya llevan estos s¨ªmbolos, y la gente tiende a elegir las que tienen verdes", afirmaba Rassoul Dinarwand, de la Administraci¨®n alimentaria iran¨ª. Sin embargo, en pa¨ªses como Ecuador han encontrado numerosos incumplimientos de la norma a la hora de pintar ese sem¨¢foro. El sistema no est¨¢ exento de pol¨¦mica, ya que a falta de matices, no siempre hace justicia al contenido: en algunos pa¨ªses, por ejemplo, se puede encontrar que un refresco de cola light recibe luz verde, y una botella de aceite de oliva virgen tiene el disco en rojo.
La gran industria alimentaria se ha resistido y se resiste a implantar este tipo de etiquetas. "Dec¨ªan que no era informaci¨®n ¨²til para los consumidores, que era mejor mostrar solo la cantidad diaria recomendada (CDR)", explicaba Wilma Freire, de la Universidad de San Francisco de Quito (Ecuador). "Hubo presiones de todo tipo para retirar los sem¨¢foros", contaba
Algo parecido ocurri¨® en Chile, donde los ni?os de 6 a?os con sobrepeso y los obesos ya son m¨¢s de la mitad del total. Pero, tras numerosos estudios, all¨ª decidieron optar por otro sistema. No hay colores para cada valor nutricional, sino sellos. Son se?ales de stop negras que deben ir en el frontal del producto. "Alto en calor¨ªas", "alto en grasas saturadas", "alto en sodio [sales]", "alto en calor¨ªas". O las cuatro a la vez. "Tras varias encuestas, los ni?os dijeron que entend¨ªan mejor esto que los colores. Y entonces las empresas rogaron volver al sem¨¢foro", recordaba el senador Girardi.
Esos discos negros se imponen cuando el producto supera los niveles considerados aceptables de cada uno de esos elementos. "Es muy importante contar con la academia y el mundo cient¨ªfico, nosotros tuvimos que trabajar mucho con ellos hasta establecer los par¨¢metros", insist¨ªa Girardi. Al final, se fijaron, por ejemplo, en 5 gramos de az¨²cares por 100 mililitros de bebida o 10 gramos por cada 100 de s¨®lido. "Hab¨ªa galletas de avena, empaquetadas como saludables y anunciadas como integrales, que resultaron merecer las cuatro etiquetas", ilustraba el pol¨ªtico chileno.
Porque ah¨ª llega el segundo campo de batalla: la publicidad. En Chile, llevar el disco negro de "alto en" conlleva la prohibici¨®n de venderse en centros escolares, de hacer publicidad en televisi¨®n o internet y de regalar premios, juguetes o pegatinas con la compra. El huevo Kinder Sorpresa y la Cajita Feliz (Happy Meal) de McDonald's han sido algunos de los se?alados. "No pueden tener trampas", sostiene Girardi. "Si quieren anunciarse, pueden hacerlo, pero que bajen los niveles".
Hawkes, de la Universidad de la Ciudad de Londres, se hab¨ªa referido al "entorno alimentario", como un factor que marca lo que nos gusta comer, o lo que demandamos. Sobre todo en el caso de los ni?os. Seg¨²n la experta, adem¨¢s de su sabor, su precio y la comodidad, las marcas y la publicidad tambi¨¦n determinan nuestra dieta. Eso opinaba tambi¨¦n Knut-Inge Klepp, de la Universidad de Oslo (Noruega). "Est¨¢ probado que el marketing de ciertos alimentos hacia los ni?os tiene una influencia negativa en sus elecciones y patrones de consumo, y cuestiona los mensajes en pos de una alimentaci¨®n saludable".
Saber lo que comes y lo que das a tus hijos es un derecho humano Guido Girardi, senador chileno
En el pa¨ªs escandinavo se form¨® un comit¨¦ de productores y distribuidores y un c¨®digo de buenas pr¨¢cticas publicitarias al que se adhirieron voluntariamente. Esa norma se basa en que dirigir a los ni?os menores de 13 a?os campa?as o anuncios de ciertos productos (como helados, chocolatinas, refrescos, dulces...) es "inaceptable". Y por tanto, tambi¨¦n est¨¢ prohibido. En televisi¨®n, por ejemplo, hasta las 21.00. El Comit¨¦ admite denuncias de forma an¨®nima y sanciona de acuerdo con el c¨®digo. "Es un ejemplo de c¨®mo el sector privado puede colaborar", sosten¨ªa Klepp. Girardi, en cambio, desconf¨ªa: "Las empresas en Chile prometieron autorregulaci¨®n, pero nunca cumplieron".
La principal cr¨ªtica hacia este tipo de regulaciones es que limitan la libertad de elegir lo que se come. Anna Taylor, de la ONG brit¨¢nica The Food Foundation, criticaba ese argumento: "En realidad no hay elecci¨®n: es una ilusi¨®n", defend¨ªa. "Porque si no tienes informaci¨®n tu decisi¨®n no est¨¢ siendo libre". El senador Girardi insiste: "Saber lo que comes y lo que das a tus hijos es un derecho humano". Por eso, Taylor cree que argumentos como "si la gente lo compra es porque quiere" o "tenemos que poder elegir" son en realidad "una vaga excusa para la inacci¨®n de Gobiernos y empresas". Hawkes conclu¨ªa: "No se trata de prohibir, sino de apoyar un cambio de los patrones. Reduciendo las intrusiones poco sanas en la vida de la gente, cada vez m¨¢s personas demandar¨¢n una dieta saludable".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
M¨¢s informaci¨®n
Archivado En
- Obesidad
- Tecnolog¨ªa alimentos
- Refrescos
- Informaci¨®n consumidor
- FAO
- Chile
- Diabetes
- Nutrici¨®n
- Enfermedades endocrinas
- Consumidores
- Enfermedades
- Bebidas
- Consumo
- Sudam¨¦rica
- Latinoam¨¦rica
- Pol¨ªtica sanitaria
- Medicina
- Am¨¦rica
- Salud
- Relaciones exteriores
- Industria
- Alimentos ultraprocesados
- Alimentos
- Alimentaci¨®n
- Planeta FAO
- Planeta Futuro