Camer¨²n ruge con sus leonas
La Copa de ?frica de f¨²tbol femenino levanta pasiones y sirve de impulso econ¨®mico
A pesar del maltrato ejercido ¡ªseg¨²n dicen¡ª a su jugador m¨¢s c¨¦lebre, Samuel Eto'o, muchos cameruneses apoyan al FC Barcelona. Las camisetas del club catal¨¢n monopolizan el paisaje. Estos d¨ªas, la presencia blaugrana se ha transformado en una marea tricolor. El verde, amarillo y rojo de la bandera nacional se reproduce en cada rinc¨®n y en cada torso. Taxis, tiendas, edificios oficiales o bares se la apropian como decoraci¨®n. J¨®venes y mayores la lucen con alegr¨ªa. Por qu¨¦, pensar¨¢ el reci¨¦n llegado a este pa¨ªs centroafricano. Bien f¨¢cil: por la Copa Africana de las Naciones de F¨²tbol Femenino, que se celebra estos d¨ªas en su suelo. Y aunque el f¨²tbol es siempre bienvenido por estos lares, ahora Camer¨²n anda volcado. La sociedad entera ruge con sus leonas, apodo que se le da a las componentes del conjunto nacional. Algo que se percibe en la atm¨®sfera y, seg¨²n las autoridades, en el bolsillo.
Han sido 10 d¨ªas de jolgorio. De merchandising por las esquinas y ojos fijos en las pantallas. Pero las quinielas se han agotado. Ya solo queda el cara o cruz. Este s¨¢bado, el equipo nacional de mujeres se enfrenta a Nigeria, vigente campeona. Era el desenlace previsto seg¨²n los analistas a pie de calle. No han hecho falta pulpos ni estadistas para prever que era el a?o clave para la selecci¨®n de Camer¨²n. Sus chicas, con Ga?lle Enganamouit a la cabeza, saben mimar el bal¨®n. Su t¨¦cnica y su furia devuelven esperanzas de juego a un pa¨ªs desmotivado por la formaci¨®n masculina, ¨²ltima en el Mundial de Brasil de 2014.
"El f¨²tbol es nuestra pasi¨®n. Queremos que sea bueno. No importa que sea el femenino o el masculino", afirma quien hace llamarse El General, frente a su puesto de ropa. "Las chicas juegan muy bien. Y aqu¨ª no somos de equipos concretos, porque nuestra liga es muy floja, sino de la selecci¨®n", espeta con cabezazos al aire antes de desmenuzar el calendario de partidos y relatar cada escollo que ha tenido que superar la plantilla para conseguir ser finalista. "El f¨²tbol se vive desde peque?os. Tenemos muchos jugadores muy buenos en todas las regiones que practican desde que nacen. Supone un s¨ªntoma de desarrollo: hay construcci¨®n de estadios y sirve para que la gente ponga nuestro pa¨ªs en su punto de mira", sostiene.
Sus organizadores defienden que las inversiones para el campeonato revertir¨¢n en el desarrollo del pa¨ªs
Desde el Ministerio de Turismo, la persona encargada de responder institucionalmente sobre las repercusiones de la Copa Africana de las Naciones Femenina 2016 asegura que se han invertido 1.200 millones de d¨®lares (1.100 millones de euros) en infraestructura y acondicionamiento, teniendo en cuenta que son acciones que se usar¨¢n tambi¨¦n para el campeonato masculino y que incluyen ampliaci¨®n de estadios, aeropuertos, mejora de carreteras... Y que ha repercutido favorablemente en la econom¨ªa. Lo dice pr¨¢cticamente de cabeza ¡ªel ministerio no ha aportado datos, pero otras fuentes reducen esta cantidad a unos 800 millones¡ª, pero con la seguridad de haber ocupado "casi en la totalidad" el parqu¨¦ hotelero y de haber recibido a miles de aficionados. "La esperanza es que para enero y febrero de 2019, que hospedamos la Copa de ?frica Masculina, tengamos 1,5 millones de visitantes y se aproveche el eco y las obras de este campeonato", aventura reconociendo la distancia que a¨²n falta para poder compararse en relevancia futbolera a otros pa¨ªses de la zona como Sud¨¢frica (que alberg¨® el Mundial en 2010) o Marruecos, con larga tradici¨®n.
Cierto que el registro ¡ªinexistente, en cualquier caso¡ª se adivina complicado. En la Federaci¨®n Camerunesa de F¨²tbol (FECA), un edificio desconchado al norte de la capital, la portavoz Laurence Fotso alega el dinero que se llevar¨¢n las chicas solo por alcanzar el podio o los nuevos clientes dentro del pa¨ªs como razones para creer en el beneficio econ¨®mico del campeonato. "Las jugadoras entrar¨¢n en el mercado internacional. Podr¨¢n ficharlas fuera, lo que amplia la influencia del pa¨ªs", concede. El paso por tres ciudades (Yaound¨¦, Buea y Limbe) de las ocho selecciones que disputaban el torneo (de las 54 de toda ?frica) ha dejado un traj¨ªn latente en los hoteles de la ciudad. Principalmente el Hilton y en Mont F¨¦b¨¦, los dos de mayor categor¨ªa, que alojaban a los equipos y a la organizaci¨®n y voluntarios de la Copa.
"?Cu¨¢l es el impacto de hospedar la Copa Africana de Naciones en Camer¨²n?", se preguntaba Lina Kessy, miembro del Comit¨¦ Organizativo de Mujeres de la Confederaci¨®n Africana de F¨²tbol (CAF, en sus siglas originales), durante la conferencia Mujer, Deporte y Turismo. Actos deportivos femeninos y promoci¨®n de destinos africanos. "Se consigue que venga gente y que ellos den la informaci¨®n de lo que hay en el pa¨ªs, de lo que se diferencia de otros", resumi¨® Kessy. "Adem¨¢s, el f¨²tbol femenino es una forma de empoderamiento de nuestro g¨¦nero y de que todos los inmueble devenidos en elefantes blancos hayan sido protagonistas".
Vuvuzelas en ristre, ya sean profesionales o improvisadas con un tubo y la boquilla de una botella, a los cameruneses es dif¨ªcil mitigarles el ardor deportivo. El ajetreo en el centro de la ciudad es continuo. Grupos de voluntarios se suben en minibuses que van al estadio. Los vendedores ambulantes ofrecen silbatos, gorras o cualquier prenda con los colores nacionales. Se huele el humo del perpetuo embotellamiento callejero, pero tambi¨¦n la ilusi¨®n. En corrillos, parte de los 22,2 millones de personas que pueblan el pa¨ªs hac¨ªan c¨¢balas sobre el sorteo antes de que la apisonadora leona allanara el terreno a la final.
Incluso el presidente de la Rep¨²blica, Paul Biya, y la primera dama, Chantal Biya, inauguraron el acto en el palco del estadio principal, el Ahamdou Ahidjo de Yaound¨¦. El jefe de estado agradeci¨®, rodeado de 40.000 espectadores, la ausencia de lluvias y se mostr¨® "vibrante" con el juego de las leonas. "La gente est¨¢ concentrada y expectante. Nos han apoyado desde el principio", reconoc¨ªa Bongben Leocadia, portavoz del equipo nacional de 45 a?os. "Antes no hab¨ªa infraestructuras y ahora s¨ª. Es una gran motivaci¨®n y empuja la esperanza de que con esfuerzo puedes lograr muchas cosas, seas hombre o mujer", exclam¨®.
El f¨²tbol tiene el poder de unificar, independientemente de donde se juegue
"El f¨²tbol tiene el poder de unificar, independientemente de donde se juegue", indicaba por tel¨¦fono Sulola Remi, representante de la formaci¨®n nigeriana, rival de Camer¨²n en la final. Preocupada por el contexto que atraviesa la regi¨®n, con la guerra provocada en el norte de ambos pa¨ªses por el grupo terrorista Boko Haram, Remi cree que merece la pena que la imagen de un campeonato en paz salga fuera. "Da un mensaje de igualdad y da oportunidades de futuro a las jugadores y a los inversores", concreta, apostando por crear una red de posibilidades para todo aquel que quiera dedicarse profesionalmente a un deporte.
La unidad, la paz y la tolerancia son los calificativos principales que acompa?an la Copa. En una naci¨®n con m¨¢s de 200 etnias y una extensi¨®n algo inferior a Espa?a, que un acontecimientos de dimensiones semejantes se desarrolle sin problemas es un motivo de j¨²bilo para la poblaci¨®n. Esta sensaci¨®n del f¨²tbol como b¨¢lsamo viene de lejos. En el Mundial de 1990, en Italia, Camer¨²n puso a ?frica en el mapa llegando a octavos de final. Con Roger Milla de mascar¨®n de proa, le¨®n insigne y uno de los mejores futbolistas del continente, la selecci¨®n aviv¨® el esp¨ªritu de una ciudadan¨ªa en crisis y con peri¨®dicos conflictos internos.
Fue un catalizador del des¨¢nimo. Y se convirti¨® en algo de masas. En la v¨¢lvula de escape de un pa¨ªs asfixiado. "Desde entonces, la gente lo sigue. Y ahora que las mujeres juegan mejor que los hombres", r¨ªe Nadia Samichou, voluntaria de 30 a?os, "es el momento de que se vean nuestros recursos naturales y culturales". "Estoy fuertemente convencida", expresa, "de que el f¨²tbol es un arma infalible para la paz. Con ¨¦l olvidamos nuestras diferencias, nuestras batallas, y nos fundimos en la celebraci¨®n. Nos hace m¨¢s cercanos".
"Este pa¨ªs est¨¢ rindi¨¦ndose al equipo femenino. Est¨¢ volcado. El f¨²tbol nos proporciona unidad y nos hace disfrutar. Y eso hace que entre todos luchemos sin diferencias personales", incide Elonga Emile D¨¦sir¨¦, maestro de 42 a?os, en la barra de una fonda de carretera. "Ellas juegan con clase. Van a ganar", avisa. Su amigo Ben Mabrouk, al lado, asiente con cada frase. Constructor de 36 a?os, viste una desgastada camiseta de Eto'o. Esta vez de la selecci¨®n. Porque no quiere volver a cuando este jugaba en el Bar?a, donde lo "despreciaron" sent¨¢ndolo en el banquillo. Eso provoc¨®, relata tristemente, su huida al Inter de Mil¨¢n o el Chelsea, sin recuperar nunca m¨¢s su mejor forma. Aquella en la que se convirti¨® en el mayor goleador de la historia del club blaugrana. Y en la que, seg¨²n informaciones aparecidas recientemente, defraud¨® unos 3,5 millones de euros a Hacienda. Pero esa es otra historia que la gente no quiere escuchar. Sus o¨ªdos y su coraz¨®n est¨¢n centrados en las leonas.
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