Elefantes
La democracia sirve para gobernar un pa¨ªs pero no purifica a los gobernantes de su responsabilidad pol¨ªtica
?De verdad piensa Rafael Catal¨¢, ministro espa?ol de Justicia, lo que afirm¨® en una comparecencia de prensa reciente sobre la responsabilidad pol¨ªtica del PP por la corrupci¨®n o lo dijo sin reflexionar? En cualquiera de los dos casos es preocupante que un ministro y m¨¢s el de Justicia diga que los espa?oles han absuelto al Partido Popular de sus pecados de corrupci¨®n al votarle de nuevo de modo mayoritario en las dos ¨²ltimas elecciones. Y ello no solo por la intenci¨®n que su razonamiento deja traslucir de dejar sin castigo pol¨ªtico la actuaci¨®n de sus compa?eros investigados por irregularidades, sean ¨¦stas o no punibles desde el punto de vista civil o penal, sino porque el mismo argumento sirve para los independentistas catalanes que incumplen las leyes o desacatan abiertamente a la justicia, o para los independentistas vascos que durante a?os apoyaron el terrorismo y volv¨ªan a salir elegidos de las urnas elecci¨®n tras elecci¨®n, y hasta para los condenados por robo u otros delitos comunes que son elegidos por los votantes despu¨¦s de ser condenados por un tribunal, que los hay tambi¨¦n. Es m¨¢s, llevado el argumento a sus ¨²ltimos extremos, el aplauso del p¨²blico condonar¨ªa las penas de la folcl¨®rica encarcelada por evasi¨®n de impuestos o al futbolista acusado de agredir a su novia.
La democracia sirve para gobernar un pa¨ªs pero no purifica a los gobernantes de su responsabilidad pol¨ªtica. Y esa responsabilidad no desaparece aunque a uno lo sigan votando, porque tiene que ver con la propia conciencia m¨¢s que con su consideraci¨®n social. Que a uno la sociedad le perdone sus desviaciones, bien sea porque la sociedad est¨¢ adocenada o cansada o le d¨¦ lo mismo, bien sea por la capacidad de enga?ar o de engatusar al pr¨®jimo del pol¨ªtico con justificaciones o con promesas de arrepentimiento, no deber¨ªa bastarle para calmar la conciencia a menos que se considere inmune o que sea insensible a las apreciaciones de los dem¨¢s. Ver a algunos dirigentes espa?oles pasearse por los Parlamentos o por los plat¨®s de las televisiones con la cabeza alta y la expresi¨®n de que no va con ellos lo que va con ellos sonroja de la verg¨¹enza ajena cuando no mueve a la indignaci¨®n, un sentimiento tan extendido en este pa¨ªs y en otros de todo el mundo que hasta ha dado nombre a un movimiento social. Pero a los responsables de ello no parece que les quite el sue?o. La declaraci¨®n de Rafael Catal¨¢ es una prueba m¨¢s de que no es as¨ª. La canciller alemana, Angela Merkel, se lo dijo muy finamente a su jefe en su ¨²ltimo encuentro en Berl¨ªn: ¡°Mariano, en Alemania dir¨ªamos que tienes la piel de elefante¡±.
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