Un mal momento para un buen acuerdo

Estamos en un mal momento para la firma de Acuerdos Comerciales. Asistimos a un rechazo creciente a la liberalizaci¨®n del comercio que se percibe como una amenaza para el empleo, los servicios p¨²blicos, la seguridad alimentaria y la protecci¨®n social, al tiempo que crecen las cr¨ªticas contra la globalizaci¨®n a la que se responsabiliza en exclusiva del aumento de la desigualdad y la pobreza. Vivimos una realidad en la que crecen el miedo y la incertidumbre ante el futuro convirti¨¦ndose en caldo de cultivo para el populismo y el proteccionismo.

Asistimos a una desigualdad creciente en los pa¨ªses desarrollados, aunque en los ¨²ltimos 20 a?os han salido de la miseria millones de personas en pa¨ªses pobres. Es un fen¨®meno complejo, en el que la apertura de los mercados es un factor relevante, pero tambi¨¦n lo es el cambio tecnol¨®gico.

Es evidente que la globalizaci¨®n genera perdedores, pero eso no significa que frenarla sea la soluci¨®n. Lo que necesitamos es una gobernanza econ¨®mica global justa que permita repartir mejor las enormes ganancias de la apertura econ¨®mica. Hacer frente a los retos de la globalizaci¨®n no pasa por demonizar el comercio internacional, ni por mantener nuestra competitividad global devaluando las condiciones laborales y el modelo de protecci¨®n social que defendemos. La UE tiene que coordinar mejor la pol¨ªtica exterior e interior para desarrollar una reindustrializaci¨®n generadora de empleos de calidad, elaborando con nuestros socios internacionales una estrategia en favor de un comercio internacional justo y sostenible con medidas eficaces contra el dumping social, laboral y medioambiental. Este es el objetivo de la nueva pol¨ªtica comercial basada en la negociaci¨®n de Acuerdos que no se limitan a suprimir barreras comerciales, sino tambi¨¦n a garantizar y promover los est¨¢ndares de protecci¨®n de la UE regulando mejor el comercio.

Este es el caso del Acuerdo negociado con Canad¨¢, conocido como CETA por sus siglas en ingl¨¦s.

Canad¨¢ es el pa¨ªs que m¨¢s se parece a la UE por sus valores democr¨¢ticos, su nivel de desarrollo, su defensa del estado del bienestar y de la sostenibilidad medioambiental. Y si la UE no puede negociar un Acuerdo con Canad¨¢, ser¨¢ el fin de la pol¨ªtica comercial europea, uno de los pilares fundamentales de la Uni¨®n.

Respecto a su contenido, intentar¨¦ despejar algunas de las dudas m¨¢s extendidas.

En relaci¨®n a las Indicaciones Geogr¨¢ficas (IGs) de productos agr¨ªcolas, Canad¨¢ tiene un sistema de protecci¨®n diferente basado en el derecho de marcas. De toda la amplia gama de IGs existentes en la UE, la Comisi¨®n ha seleccionado un listado, en consulta con los Estados miembros, teniendo en cuenta que para proteger un producto tiene que estar introducido en Canad¨¢ y existir posibilidades reales de copiarlo. Canad¨¢ ha aceptado 145 indicaciones prioritarias de la UE, 27 de ellas espa?olas, que podr¨¢n disfrutar de un nivel de protecci¨®n comparable al de UE si se firma el Acuerdo.

En cuanto a la amenaza de privatizaci¨®n de los Servicios P¨²blicos, quiero destacar que el Tratado Fundacional de la UE confiere a los Estados Miembros la competencia exclusiva para decidir el modo en que se financian, organizan y prestan los servicios p¨²blicos y ning¨²n tratado comercial puede vulnerar este principio. Adem¨¢s, para no generar dudas, la Declaraci¨®n Interpretativa Conjunta de la Comisi¨®n Europea y Canad¨¢ precisa con claridad el derecho de los Gobiernos a facilitar y apoyar la prestaci¨®n de servicios p¨²blicos, as¨ª como la posibilidad de devolver al ¨¢mbito p¨²blico servicios previamente privatizados.

El otro elemento que genera m¨¢s controversias es el relativo a los mecanismos de resoluci¨®n de conflictos entre inversores y estados. Los socialistas europeos estamos totalmente en contra del sistema actual de Arbitraje Privado (ISDS por sus siglas en ingl¨¦s) y conseguimos que se abriera la negociaci¨®n de este cap¨ªtulo de CETA para sustituirlo por un nuevo sistema, el Sistema P¨²blico de Inversiones (ICS), basado en los principios de la Corte Internacional de Justicia. Un sistema en el que las autoridades p¨²blicas de todos los niveles mantendr¨¢n su derecho a regular en favor del inter¨¦s p¨²blico, con un Tribunal independiente cuyos miembros, jueces, estar¨¢n sometidos a estrictas normas ¨¦ticas para garantizar su independencia, imparcialidad y ausencia de conflicto de intereses, cre¨¢ndose un mecanismo de apelaci¨®n comparable a los de la justicia ordinaria.

Finalmente, pero no menos importante, CETA incorpora un ambicioso cap¨ªtulo de desarrollo sostenible con disposiciones relativas a la defensa de los derechos laborales y la protecci¨®n del medio ambiente.

En definitiva, necesitamos reglas comerciales que garanticen un comercio justo y una globalizaci¨®n sostenible. CETA ser¨ªa un buen modelo para construir un orden comercial pol¨ªticamente avanzado, lamentablemente no son buenos tiempos para ello.

Inmaculada Rodriguez-Pi?ero es eurodiputada, miembro de la Comisi¨®n de Comercio Internacional