Morir muy vivos
VI LA NOTICIA en el peri¨®dico hace unos d¨ªas. Una mujer de 94 a?os, Fernanda Pozo Carre?o, acaba de sacarse la licenciatura de Qu¨ªmica en la Universidad de Murcia. Ven¨ªa foto y todo: una anciana pizpireta luciendo con ufano tron¨ªo la beca azul de su graduaci¨®n cruzada sobre el pecho. Al parecer Fernanda comenz¨® sus estudios en 1941. Eran tiempos dif¨ªciles, y m¨¢s para las mujeres. Por entonces s¨®lo hab¨ªa cinco alumnas en toda la facultad, incluy¨¦ndola a ella. En 1949, qued¨¢ndole tan s¨®lo una asignatura para terminar, abandon¨® la carrera. ¡°Por motivos personales¡±, dice Fernanda ahora con discreta reserva. Tuvo que ser muy duro; tard¨® ocho largos a?os en llegar hasta all¨ª y despu¨¦s, rozando su sue?o, lo dej¨®. O tal vez la obligaron a dejarlo. No quiero ni imaginar lo que hubo detr¨¢s, pero sin duda fue una herida profunda que arrastr¨® durante 67 a?os. Hasta que ahora, nonagenaria, en silla de ruedas y con delicioso arrojo, se empe?¨® en titularse.
Una mujer de 94 a?os, Fernanda Pozo Carre?o, acaba de sacarse la licenciatura de Qu¨ªmica en la Universidad de Murcia.
Esta peque?a y preciosa historia me recuerda la proeza de Minna Keal, a la que ya me he referido alguna vez en estos art¨ªculos. Minna fue una inglesa nacida en 1909 que en su juventud estudi¨® m¨²sica. Tambi¨¦n ella tuvo que dejar la carrera sin terminar a los 20 a?os, en este caso por razones econ¨®micas: hu¨¦rfana de padre, tuvo que ponerse a trabajar en el negocio familiar, una librer¨ªa de textos en hebreo. Se cas¨®, tuvo hijos, se divorci¨®, se volvi¨® a casar; se afili¨® al partido comunista, organiz¨® una asociaci¨®n de ayuda para sacar ni?os jud¨ªos de la Alemania nazi, se march¨® del PC; trabaj¨® de secretaria en diversos empleos y se jubil¨® cuando le lleg¨® la edad. Toda una vida, en fin. Tras la jubilaci¨®n, decidi¨® retomar sus estudios de m¨²sica. Empez¨® a componer y en 1989 consigui¨® que le estrenaran una obra. Era una sinfon¨ªa y la tocaron en los BBC Proms, unos conciertos muy importantes que se celebran en Londres. Fue un gran ¨¦xito. Minna ten¨ªa 80 a?os. A partir de entonces y hasta su muerte a los 90, Keal se convirti¨® en una de las compositoras contempor¨¢neas m¨¢s importantes de Europa. ¡°Cre¨ªa que estaba llegando al final de mi vida, pero ahora me siento como si la estuviera empezando. Me siento como si estuviera viviendo la vida al rev¨¦s¡±, dijo en una entrevista. Pura magia.
La historia de Minna Keal es monumental e inspiradora, pero todos sabemos que es muy dif¨ªcil, por no decir imposible, alcanzar algo as¨ª. Sin embargo, la proeza de Fernanda est¨¢ a nuestro alcance: basta con no tirar la toalla. Vivir es perder: vas perdiendo futuro, libertad de elecci¨®n, capacidades f¨ªsicas y ps¨ªquicas; pierdes oportunidades, salud, seres queridos, adem¨¢s de cabellos, vista, dientes, memoria, m¨²sculos, agilidad, tersura, cosas que en realidad son una frusler¨ªa comparadas con las p¨¦rdidas que he citado anteriormente. Uno empieza a envejecer desde la cuna y desde muy pronto te echas una mochila a las espaldas, la mochila de tu propia existencia, que se va llenando r¨¢pidamente con las piedras de tus actos y de tus omisiones, del da?o que te han hecho y del da?o que hiciste, de los sue?os rotos y de las cobard¨ªas.
No todo es perder, es cierto. Si te esfuerzas mucho y bien, porque no viene de f¨¢brica, ganas conocimiento del mundo y de ti mismo, empat¨ªa, sosiego y, en suma, algo que podr¨ªamos denominar sabidur¨ªa. Pero creo que para ello hay que mantenerse alerta y no darse nunca por vencido. Como hizo Minna Keal, por supuesto; pero tambi¨¦n como hizo Fernanda. La vejez es la etapa heroica de la vida; no es para blandengues, como dice el refr¨¢n estadounidense. Pero tambi¨¦n es un tiempo para saldar cuentas. No creo que haya que dejarse llevar por el peso de los d¨ªas como un le?o podrido al que las olas arrojan finalmente a la playa. Uno siempre puede intentar sacarse alguna de las piedras que lleva a la espalda, decir las cosas que nunca se atrevi¨® a decir, cumplir en la medida de lo posible los deseos arrumbados, rescatar alg¨²n sue?o que qued¨® en la cuneta. No rendirse, esa es la clave. Y sobre todo decirse: ?y por qu¨¦ no? Porque la vejez no est¨¢ re?ida con la audacia. Debemos aspirar a morir muy vivos.
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