La malaria en el mundo: un informe de claroscuros
La incidencia de la enfermedad se ha reducido un 21%, pero las herramientas contra ella no llegan a todos los que las necesitan
Cada a?o, la primera semana de diciembre, la comunidad internacional involucrada en la lucha contra la malaria hace un alto y mira d¨®nde est¨¢. El Informe Mundial sobre Paludismo de la Organizaci¨®n Mundial de la Salud, publicado el pasado martes, no s¨®lo es un compendio de datos sobre la situaci¨®n de la malaria en los 91 pa¨ªses del mundo donde todav¨ªa est¨¢ presente, sino un an¨¢lisis detallado de tendencias, avances y problemas, indispensable para hacer realidad el leitmotiv de la salud p¨²blica: que las decisiones hay que tomarlas a partir de informaci¨®n precisa y detallada.
Elaborado a partir de los datos oficiales de los ministerios de salud de los pa¨ªses afectados, as¨ª como de numerosas instituciones acad¨¦micas y civiles, este informe puede leerse en distintos niveles: desde los grandes n¨²meros globales, hasta el detalle de las pol¨ªticas sanitarias adoptadas en cada pa¨ªs, el origen del financiamiento disponible, o los canales de distribuci¨®n de las redes mosquiteras que se utilizan en el terreno.
Como viene sucediendo desde hace ya varios a?os, en el informe hay noticias muy esperanzadoras: no s¨®lo la incidencia de la malaria en t¨¦rminos globales se redujo en un 21% entre 2010 y 2015, sino que las dos poblaciones m¨¢s vulnerables, los ni?os y las mujeres embarazadas, tuvieron mucho mejor acceso a las herramientas adecuadas contra esta enfermedad. As¨ª, en los ¨²ltimos cinco a?os, el tratamiento intermitente preventivo ¡ªque consiste en administrar un antimal¨¢rico a intervalos regulares a lo largo del embarazo, como medida para prevenir la malaria¡ª pas¨® de alcanzar al 6% de las mujeres a las que est¨¢ destinado al 31%, mientras que el porcentaje de ni?os con fiebre que tuvieron acceso a un diagn¨®stico antes de decidir su tratamiento pas¨® de 29% en 2010, a 51%, cinco a?os despu¨¦s.
En el otro espectro del continuum que va desde la alta incidencia de malaria a su eliminaci¨®n total, dos pa¨ªses: Sri Lanka y Kyrgyzst¨¢n, fueron certificados como libres de malaria durante 2015, y 10 pa¨ªses y territorios adicionales reportaron menos de 150 casos end¨¦micos, avanzando firmemente hacia la liberaci¨®n definitiva para su poblaci¨®n del riesgo de contraer esta enfermedad.
El porcentaje de ni?os con fiebre que tuvieron acceso a un diagn¨®stico antes de decidir su tratamiento pas¨® de 29% en 2010, a 51%, cinco a?os despu¨¦s
Pero estas buenas noticias no deben enmascarar el hecho de que las herramientas con las que contamos contra la malaria contin¨²an sin llegar a todos los que las necesitan, por lo que una enfermedad que es prevenible y curable caus¨® en 2015 la escalofriante cifra de 212 millones de nuevos casos y la muerte de alrededor de 429 mil personas.
De acuerdo con el Informe Mundial sobre Paludismo, har¨ªan falta 6.400 millones de d¨®lares cada a?o para cumplir los objetivos ¡°ambiciosos pero alcanzables¡± que la propia OMS se ha fijado para 2020 ¡ªreducir los nuevos casos y la mortalidad por malaria en 40%, por lo menos¡ª. La realidad es que, en 2015, s¨®lo estuvieron disponibles 2.900 millones (menos de la mitad) y, lo que resulta m¨¢s preocupante, el financiamiento disponible para luchar contra la malaria se ha estancado, luego de a?os de un crecimiento significativo que hizo posible los avances espectaculares observados a partir del a?o 2000.
?En qu¨¦ se reflejan estos n¨²meros tan abstractos? Por dar s¨®lo dos datos: en 23 pa¨ªses africanos, uno de cada tres ni?os con fiebre no llega nunca a un centro de salud para ser atendido, y 43% de la poblaci¨®n en este continente no cuenta con ninguna medida de protecci¨®n (redes mosquiteras o fumigaciones intradomiciliarias contra los mosquitos que transmiten la malaria).
M¨¢s all¨¢ de las cifras globales, el informe se?ala tambi¨¦n algunos ¡°focos rojos¡± que demuestran el riesgo de relajar los esfuerzos contra la malaria, como lamentablemente ya sucedi¨® en los a?os ochenta, que fueron testigos de epidemias devastadoras. El ejemplo m¨¢s claro es Venezuela, otrora certificada por la OMS como territorio libre de malaria y que en los ¨²ltimos a?os ha visto c¨®mo se multiplica esta enfermedad, fruto de la pauperizaci¨®n de la poblaci¨®n, la falta de medicamentos y medidas preventivas, y la explosi¨®n de la miner¨ªa ilegal en el Amazonas, donde prolifera la enfermedad que luego es esparcida por el resto del pa¨ªs por los trabajadores que vuelven a sus casas.
El Informe Mundial sobre Paludismo hace un recuento de los logros y retos que enfrenta el mundo con relaci¨®n a una de las enfermedades m¨¢s letales que existen, y que adem¨¢s se ceba de manera desproporcionada con las poblaciones m¨¢s desfavorecidas (no hay que olvidar que m¨¢s del 90% de la malaria se concentra en el ?frica subsahariana, y dentro de ella, en las zonas rurales m¨¢s pobres y con peor acceso a los sistemas de salud).
?Qu¨¦ hacer, entonces? En primer lugar, trabajar para garantizar que todas las personas en riesgo tengan acceso a la prevenci¨®n, el diagn¨®stico, y el tratamiento. En segundo lugar, investigar no s¨®lo para tener mejores herramientas, sino para mejorar la cobertura y la efectividad de aquellas con las que ya contamos actualmente. Y en tercero, trabajar en equipo con los pa¨ªses afectados, las organizaciones internacionales, los organismos financiadores y el mundo acad¨¦mico para consolidar los logros alcanzados y seguir avanzando firmemente en la lucha contra esta enfermedad.
Matiana Gonz¨¢lez Silva es coordinadora de la Iniciativa para la Eliminaci¨®n de la Malaria, Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal).
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.