¡°?Cree usted que enviar a mujeres al espacio es una buena idea?¡±
Un estudio que analiza las cartas enviadas por j¨®venes admiradoras a Yuri Gagarin, John Glenn y Valentina Tereshkova muestra el sexismo en los albores del programa espacial
La noticia de la muerte de John Glenn (¡°el ¨²ltimo h¨¦roe estadounidense genuino¡±, lo llam¨® The New York Times) se extendi¨® por Internet el 8 de diciembre de 2016, en menos tiempo del que hab¨ªa necesitado el afamado astronauta para completar su primera ¨®rbita alrededor de la Tierra.
La NASA, el Cuerpo de Marines de EE UU, el presidente Barack Obama y muchos otros se apresuraron a publicar elogiosas declaraciones de homenaje en las redes sociales. Durante las primeras 48 horas tras su publicaci¨®n, la necrol¨®gica de The New York Times recibi¨® m¨¢s de 500 comentarios en Internet de lectores que compart¨ªan sus sentimientos y recuerdos personales, muchos de ellos impregnados de nostalgia.
La noticia de la muerte de John Glenn se extendi¨® por Internet el 8 de diciembre de 2016
Una de las lectoras, ¡°Mom¡±, evocaba la ma?ana en que, estando en quinto de Primaria, estuvo escuchando un transistor en el colegio cuando John Glenn llev¨® a cabo su vuelo. ¡°Aquello era la definici¨®n de futuro¡±, escrib¨ªa Mom. ¡°Yo quer¨ªa estudiar matem¨¢ticas complejas, con sus reglas de c¨¢lculo, y aprender idiomas dif¨ªciles y resolver misterios. Quer¨ªa ser como John Glenn¡±.
Pero, en realidad, ?era este astronauta pionero el h¨¦roe de todo el mundo?
Al menos durante la ¨¦poca inmediatamente posterior a su vuelo, la relaci¨®n entre John Glenn y las j¨®venes que lo admiraban se vio complicada por la cultura estadounidense de la d¨¦cada de 1960, dominada por el hombre, y por el programa espacial de EE UU. Los estereotipos imperantes en cuanto al rol sexual, las oportunidades limitadas, el sexismo y la falta de modelos femeninos de conducta en el mundo de la ciencia, la tecnolog¨ªa, la ingenier¨ªa y las matem¨¢ticas se interpon¨ªan entre los sue?os de las chicas y las estrellas.
¡°Aunque soy una chica...¡±
Los recuerdos de Glenn me interesan de manera especial porque soy historiadora y estoy emprendiendo un importante proyecto de investigaci¨®n llamado Un cielo lleno de estrellas: la cultura de la era espacial en relaci¨®n con las chicas en el Estados Unidos y la Uni¨®n Sovi¨¦tica de la Guerra Fr¨ªa. La base fundamental de mi estudio es un an¨¢lisis de centenares de cartas de admiraci¨®n escritas por chicas de Estados Unidos y la Uni¨®n Sovi¨¦tica a tres pioneros de los vuelos espaciales ¡ªYuri Gagarin, John Glenn y Valentina Tereshkova¡ª, cuyos respectivos viajes orbitales alrededor de la Tierra en 1961, 1962 y 1963 desataron la imaginaci¨®n de una generaci¨®n de ni?os inmersos en el ¡°furor por el espacio¡±.
Mi prop¨®sito es descubrir el modo en que las chicas de ambos pa¨ªses contemplaban sus posibilidades vitales en los albores de la era espacial, y el modo en que la ciencia y la tecnolog¨ªa encajaban en sus planes.
Los estereotipos imperantes en cuanto al rol sexual, las oportunidades limitadas, el sexismo y la falta de modelos femeninos de conducta en el mundo de la ciencia, la tecnolog¨ªa, la ingenier¨ªa y las matem¨¢ticas se interpon¨ªan entre los sue?os de las chicas y las estrellas
Seg¨²n mis indagaciones en los Archivos de John H. Glenn de la Universidad Estatal de Ohio, la mayor¨ªa de las cartas de las chicas estadounidenses a Glenn se ajustaban a las convenciones sexuales establecidas. Las chicas sol¨ªan felicitar al astronauta por caracter¨ªsticas estereot¨ªpicamente masculinas ¡ªla fuerza y la valent¨ªa¡ª, mientras negaban que ellas mismas poseyesen esas cualidades. Algunas flirteaban claramente con ¨¦l y hac¨ªan comentarios personales admirativos sobre el aspecto, el f¨ªsico y el atractivo de Glenn. Algunas tambi¨¦n escrib¨ªan para pedir un aut¨®grafo o una foto en papel satinado, dando muestras de la consolidada cultura de admiraci¨®n por las celebridades que estaba tan extendida entre las chicas estadounidenses de la ¨¦poca.
Las cartas que m¨¢s me interesan son de chicas que se sent¨ªan tan inspiradas por las proezas de Glenn que se ve¨ªan a s¨ª mismas ocupando un lugar en los campos de la ciencia, la tecnolog¨ªa, la ingenier¨ªa y las matem¨¢ticas. Algunas escrib¨ªan a Glenn para hablarle de sus proyectos cient¨ªficos escolares o de clubes de dise?o de cohetes, y le ped¨ªan consejos t¨¦cnicos. Otras expresaban el deseo de seguir los pasos de su h¨¦roe y emprender una carrera en la aviaci¨®n y la astron¨¢utica, aunque se mostraban esc¨¦pticas ante la posibilidad de que esa v¨ªa se abriese para ellas.
La frase ¡°aunque soy una chica, espero ser como usted¡±, expresada de diversas formas, se repet¨ªa como un estribillo en las cartas de las muchachas. Diane A., de Fergus Falls (Minnesota), escrib¨ªa: ¡°Me encantar¨ªa ser astronauta, pero como soy una chica de 15 a?os, supongo que ser¨¢ imposible¡±. Suzanne K., de Fairfax (Virginia), se mostraba m¨¢s desafiante: ¡°Espero viajar a la Luna alg¨²n d¨ªa cuando sea mayor. Soy una chica, pero si los hombres pueden ir al espacio, las mujeres tambi¨¦n¡±. Carol C., de Glendale (Nueva York), escribi¨® para hacer ¡°una pregunta sencilla acerca del lugar de la mujer en el espacio: ?la mujer solo har¨¢ falta en Cabo Ca?averal, o al final tambi¨¦n acompa?ar¨¢ a un astronauta al espacio? En este segundo caso, me gustar¨ªa much¨ªsimo ser esa mujer¡±.
La noticia de que ¡°los rusos¡± hab¨ªan enviado a una mujer al espacio en junio de 1963 anim¨® a algunas chicas a hacerle a Glenn preguntas m¨¢s incisivas. Ella H., de Meridian (Mississippi), escribi¨® en nombre de su clase de primer curso de Secundaria para preguntar: ¡°?C¨®mo reaccionaron nuestros astronautas varones cuando la mujer astronauta de Rusia complet¨® m¨¢s ¨®rbitas que ellos? ?Ustedes, los siete hombres astronautas, creen que de aqu¨ª a dos a?os alguna mujer viajar¨¢ al espacio?¡± Por su parte, Patricia A., de Newport News (Virginia), le preguntaba directamente a Glenn: ¡°?Cree usted que enviar a mujeres al espacio es muy buena idea?¡±
Glenn y el ¡°problema¡± de las ¡°damas astronautas¡±
Aunque pocas de sus respuestas a las autoras de las cartas se conservan en el archivo, las que existen hacen pensar que Glenn evitaba alimentar los sue?os sobre vuelos y exploraci¨®n espacial de las chicas.
Las chicas sol¨ªan felicitar al astronauta por caracter¨ªsticas estereot¨ªpicamente masculinas, mientras negaban que ellas mismas poseyesen esas cualidades
La joven de 14 a?os Carol S., de Brooklyn, escribi¨® a su "¨ªdolo" para expresar su "enorme deseo de ser astronauta" y pedirle consejo a Glenn sobre el modo de superar el obst¨¢culo de ser una chica, ¡°un peque?o problema, seg¨²n parece¡±. Glenn respondi¨® a Carol cuatro meses despu¨¦s para darle las gracias por su carta, pero en vez de contestar a su pregunta directamente, le envi¨® "algunas lecturas que espero sirvan para dar respuesta a tus preguntas".
Una chica llamada ¡°Pudge¡±, de Springfield (Illinois), envi¨® una larga y entusiasta carta hablando sobre sus planes de entrar en las Fuerzas A¨¦reas y de la "emoci¨®n" que sent¨ªa al "ver u o¨ªr aviones a reacci¨®n, helic¨®pteros (especialmente el H-37A Mojave), cohetes o cualquier cosa relacionada con el espacio, las Fuerzas A¨¦reas o el hecho de volar". Glenn le envi¨® una amistosa respuesta con ¡°algunas lecturas sobre el programa espacial que espero que te gusten¡±, pero no dijo nada sobre la viabilidad de las aspiraciones de la chica.
Las pruebas palpables sobre la postura de Glenn respecto al asunto de las ¡°damas astronautas¡± llegaron con su declaraci¨®n ante el Congreso en julio de 1962. En el seno del Comit¨¦ de la C¨¢mara sobre Ciencia y Astron¨¢utica, se cre¨® un subcomit¨¦ especial sobre selecci¨®n de astronautas, en respuesta a la supresi¨®n de un programa de financiaci¨®n privada sobre la ¡°mujer en el espacio¡± y a acusaciones de discriminaci¨®n sexual en la NASA, relacionadas con el programa.
En una carta escrita por el director de la Oficina de Servicios P¨²blicos e Informaci¨®n de la NASA en marzo de 1962 a una joven que hab¨ªa escrito al presidente John F. Kennedy para preguntarle si podr¨ªa llegar a ser astronauta, se dec¨ªa: ¡°Actualmente no tenemos previsto contratar a mujeres para vuelos espaciales a causa del nivel de formaci¨®n cient¨ªfica y de vuelo, y de las caracter¨ªsticas f¨ªsicas, que se requieren¡±.
Aunque pocas de sus respuestas a las autoras de las cartas se conservan en el archivo, las que existen hacen pensar que Glenn evitaba alimentar los sue?os sobre vuelos y exploraci¨®n espacial de las chicas
En su testimonio ante el subcomit¨¦, Glenn se hizo eco de esa postura. En su opini¨®n, los astronautas m¨¢s cualificados eran aquellos que ten¨ªan experiencia como pilotos militares, profesi¨®n que estaba vedada a las mujeres. En una declaraci¨®n muy citada, Glenn afirmaba: ¡°Los hombres se van y luchan en las guerras y pilotan aviones, y regresan y ayudan a dise?arlos, construirlos y probarlos. La circunstancia de que no haya mujeres en este campo es una realidad de nuestro orden social¡±. El informe final del subcomit¨¦ coincid¨ªa con ¨¦l y, en la pr¨¢ctica, imped¨ªa que las mujeres solicitantes fuesen tenidas en cuenta para las misiones Apollo.
Es de crucial importancia el hecho de que la postura de Glenn pronto cambi¨®, y tom¨® una direcci¨®n m¨¢s igualitaria. Como se?alaba la historiadora Amy E. Foster, en un art¨ªculo de mayo de 1965 en el Miami Herald titulado "Glenn cree que hay un lugar para las chicas en el espacio", se cita al astronauta afirmando que los planes de la NASA de elaborar un nuevo programa para ¡°cient¨ªficos y astronautas¡± deber¨ªa ¡°brindar una oportunidad real para que las mujeres viajen al espacio¡±.
No se parec¨ªan a John Glenn
Aunque, desde su fallecimiento, muchos de los comentarios sobre Glenn hayan sido muy laudatorios, una fin¨ªsima l¨ªnea de cr¨ªticas ha reavivado las dudas sobre la funci¨®n que han desempe?ado el sexo, la raza, la etnia y la clase social en la historia del programa espacial estadounidense. Una mujer identificada como ¡°Hope¡± era la ¨²nica voz entre los comentarios de The New York Times que instaba a la gente a recordar que los primeros astronautas ¡°sab¨ªan que estaban ah¨ª porque eran hombres, porque eran blancos y porque los hab¨ªan escogido en lugar de otros que podr¨ªan haber sido igual de capaces, pero que no se parec¨ªan a John Glenn¡±.
La muerte de Glenn ha servido para que se preste la debida atenci¨®n a los logros de algunos de los h¨¦roes desconocidos del programa espacial estadounidense
De hecho, la muerte de Glenn ha servido para que se preste la debida atenci¨®n a los logros de algunos de los h¨¦roes desconocidos del programa espacial estadounidense, personas que no se parec¨ªan al afamado astronauta, pero que hicieron posible su viaje. Destacan especialmente las menciones al esperad¨ªsimo largometraje Hidden Figures [Figuras ocultas], que se estrenar¨¢ a principios de enero.
La pel¨ªcula se centra en Katherine Johnson, Mary Jackson y Dorothy Vaughn, tres mujeres afroamericanas de la NASA que contribuyeron a hacer posible el vuelo de John Glenn alrededor de la Tierra. Como dec¨ªa en Twitter la escritora y cr¨ªtica social Rebecca Carroll, Glenn se convirti¨® en ¡°el primer estadounidense que orbit¨® la Tierra porque confi¨® las matem¨¢ticas a una mujer negra¡±. En el momento de escribir este art¨ªculo, esa publicaci¨®n se ha retuiteado m¨¢s que cualquier otra que lleve la etiqueta #johnglenn.
En su declaraci¨®n sobre la muerte de Glenn, el presidente Obama ha escrito: ¡°John siempre tuvo un don, e inspir¨® a generaciones de cient¨ªficos, ingenieros y astronautas que nos llevar¨¢n hasta Marte y m¨¢s all¨¢, no solo de visita, sino para quedarnos¡±. La tarea de ampliar ese grupo para que incluya a personas que no se parezcan a Glenn, aunque aspiren a sus objetivos m¨¢s ambiciosos, se ha convertido en una prioridad nacional. La NASA ha diversificado mucho el cuerpo de astronautas desde el apogeo de los proyectos Mercury y Apollo, y ha tomado medidas intencionadas para que la organizaci¨®n sea m¨¢s inclusiva en general. Mientras tanto, hoy existe una variedad mucho m¨¢s amplia de modelos positivos de conducta en el campo de la ciencia, la tecnolog¨ªa, la ingenier¨ªa y las matem¨¢ticas, tanto en la vida real como en la cultura de masas.
La emoci¨®n de una misi¨®n a Marte protagonizada por un grupo diverso de h¨¦roes puede ser la f¨®rmula que Estados Unidos necesite para inspirar a una nueva generaci¨®n de ni?os que intente alcanzar las estrellas. Rellenen su solicitud aqu¨ª.
Roshanna Sylvester, catedr¨¢tica adjunta de Historia, Universidad DePaul
Cl¨¢usula de divulgaci¨®n: Roshanna Sylvester ha recibido financiaci¨®n para esta investigaci¨®n de la Sociedad Estadounidense de Filosof¨ªa, la Fundaci¨®n Spencer, el Instituto Kennan y la Universidad DePaul.
Este art¨ªculo fue publicado originalmente en ingl¨¦s en la web The Conversation.
Traducci¨®n de News Clips.
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