El origen de ¡®la pantera rosa¡¯
Los diamantes m¨¢s gigantescos y valiosos del mundo se forman a ins¨®litas profundidades, desconocidas hasta ahora para la geolog¨ªa
1905 fue un a?o excepcional: la revoluci¨®n rusa, la separaci¨®n entre Iglesia y Estado en Francia, los Cantos de vida y esperanza de Rub¨¦n Dar¨ªo, la relatividad de Einstein, la sexualidad de Freud, la neurona de Cajal, La vida breve de Falla, la muerte de Julio Verne. Y el hallazgo del mayor diamante del mundo, el Cullinan, o Estrella del sur. Extra¨ªdo de una mina que sir Thomas Cullinan pose¨ªa a 40 kil¨®metros de Pretoria, Sur¨¢frica, pesaba en bruto 3.106 quilates (621 gramos) y fue el gran regalo de cumplea?os del rey brit¨¢nico Eduardo VII. Hay muchos diamantes en el mundo, pero muy pocos que puedan compararse al Cullinan, la pantera rosa del mundo real.
Y los ge¨®logos acaban de descubrir lo que tienen en com¨²n esas raras gemas que hipnotizan al fantasma (David Niven), al gato (Cary Grant) y a todo otro ladr¨®n de guante blanco que haya concebido la ficci¨®n. Evan Smith y sus colegas del Instituto Gemol¨®gico de Am¨¦rica, en Nueva York, y de la Instituci¨®n Carnegie para la Ciencia, en Washington, han demostrado que los diamantes m¨¢s enormes, bellos e interesantes del mundo se originaron muy cerca del infierno, en las profundidades extremas del manto terrestre, ocultos bajo las placas tect¨®nicas que sustentan nuestra tierra firme e invisibles hasta ahora al escrutinio cient¨ªfico. Presentan su hallazgo en la revista Science.
Los diamantes normales, dentro de lo normal que pueda ser esa piedra, se forman a unos 150 kil¨®metros de profundidad, 200 kil¨®metros a lo sumo. Las piedras verdaderamente famosas, las que hac¨ªan a Audrey Hepburn aplastar la nariz contra el escaparate de Tiffany¡¯s, se forman a unas profundidades de hasta 750 kil¨®metros, donde el entorno geol¨®gico es muy distinto, pre?ado de fluidos met¨¢licos, y eso es lo que explica su excepcionalidad. Y tambi¨¦n sus nombres fragorosos: Estrella del sur (Cullinan), Promesa de Lesotho, Constelaci¨®n, Koh-i-Noor.
Los 3.106 quilates del Cullinian son una aut¨¦ntica brutalidad en este campo (1 quilate son 200 miligramos de diamante). Pero, pese a su espectacularidad, eso no es m¨¢s que un diamante en bruto. En 1906, solo un a?o despu¨¦s de haberlo recibido como regalo, Eduardo VII lo mand¨® tallar, y de ah¨ª salieron nada menos que 150 piedras pulidas. La mayor, la Cullinan I, se mantuvo como el mayor diamante del mundo durante la mayor parte del siglo XX. Sus 530 quilates se hallan hoy enquistados en el Cetro de la Cruz, una de las insignias ancestrales de la corona brit¨¢nica
Investigar esas piedras poco menos que sagradas resulta casi imposible, pero Smith ha aprovechado su lugar de trabajo para encontrar un atajo. Al Instituto Gemol¨®gico de Nueva York llegan cada d¨ªa (literalmente) miles de diamantes en busca de que les certifiquen una buena posici¨®n en el r¨¢nking mundial. Eso ha ofrecido a Smith y sus colegas un tesoro de muestras para su investigaci¨®n.
En m¨¢s de 30 piedras de excepcional tama?o, los cient¨ªficos han encontrado astillas de metal de hierro. Sus an¨¢lisis revelan que ese metal y otros forman un fluido que constituye el medio de cultivo para esas gemas destinadas a hacer historia. Los diamantes del mont¨®n no se forman as¨ª. Esos caldos met¨¢licos requieren las enormes profundidades mencionadas antes. Y ser¨¢n de utilidad para los ge¨®logos que estudian los bajos fondos de nuestro planeta.
A ver si se entera el inspector Clouseau.
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