Del templo al p¨¢ramo; ?xodo rojiblanco
¡°Metropolitano¡± es un gui?o cautelar a la prehistoria del equipo, mientras que ¡°Wanda¡± supone un ejercicio de intimidaci¨®n a los aficionados rojiblancos
Otro estadio, otro escudo y un himno desprovisto de sentido. He aqu¨ª las consecuencias que conllevan la ocurrencia de trasladar el templo del Calder¨®n al p¨¢ramo de La Peineta. Una fechor¨ªa de desarraigo que han urdido Miguel ?ngel Gil y Cerezo a las ¨®rdenes de Wang Jianlin, magnate chino de fortuna descomunal y de ego a¨²n m¨¢s desproporcionado, como se desprende de la nomenclatura Wanda Metropolitano.
¡°Metropolitano¡± es un gui?o cautelar a la prehistoria del equipo, mientras que ¡°Wanda¡± supone un ejercicio de intimidaci¨®n a los aficionados rojiblancos, m¨¢s o menos como si se tratara de humillarlos en la adhesi¨®n a una marca, Wanda, que est¨¢ exenta de todo fervor iconogr¨¢fico y de sentimentalismo. Hubi¨¦ramos preferido una alusi¨®n a Luis Aragon¨¦s. O a G¨¢rate, pero el objetivo de esta expropiaci¨®n cultural y patrimonial consiste precisamente en maltratar al hincha del Atleti, desposeerlo de cualquier s¨ªmbolo de identificaci¨®n, no ya demoliendo la casa madre, sino transformando el escudo en una cursilada y convirtiendo ¨ªmplicitamente el himno en un ejercicio de m¨¦trica inconcebible: ¡°Yo me voy a La Peineta, al estadio Wanda Metropolitano, donde acuden a millares los que gustan del f¨²tbol de afici¨®n¡±. Quiere decirse que el Atleti ha sido condenado al exilio por sus propios due?os. Y que el sentido de la propiedad accionarial, tan abusivo, se ha transformado en est¨ªmulo de una pol¨ªtica arbitraria que perjudica los sentimientos y malogra el valor conceptual del paseo de los Melanc¨®licos, la avenida que va y viene al Calder¨®n como van y vienen los aficionados, reconoci¨¦ndose en la liturgia y en las corrientes contradictorias del Manzanares.
Seguro que se podr¨ªa haber modernizado el templo original. Y que se podr¨ªa haber evitado la situaci¨®n dram¨¢tica de jugar siempre fuera de casa, pues es lo que va a suceder cuando se produzca la traum¨¢tica mudanza. Si es que se produce, no ya porque la Comunidad de Madrid ha puesto en entredicho el proyecto de erecci¨®n y ha cuestionado los criterios de edificabilidad, sino porque descorazona acercarse al nuevo estadio, observarlo tan remoto y desamparado, desprovisto de comunicaciones, aislado en la periferia de Madrid con la idea de estimular urban¨ªsticamente el cintur¨®n de la capital, pero desarraigando el Atleti de su h¨¢bitat.
Pronto asistiremos a una nueva variaci¨®n del escudo, un oso panda y un bamb¨² all¨ª donde hab¨ªa un oso pardo y un madro?o. Son los tiempos de la globalizaci¨®n y de los propietarios cipotudos, insensibles como Jianlin a los valores y los matices de la idiosincrasia, aunque este disparatado ¨¦xodo nunca se hubiera concebido sin las facilidades ni las necesidades de Gil y de Cerezo. El Calder¨®n est¨¢ a punto de demolerse y el Wanda Metropolitano dista mucho de haberse terminado, aunque los socios ya han sido constre?idos a reservar con 60 euros una plaza de abonado en La Peineta. Que es un estadio fantasma y que representa, en min¨²sculas, el gesto de rechazo obsceno que se merecen los urdidores de esta tragedia rojiblanca.
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