Luchando contra la ablaci¨®n desde los ocho a?os
Nailantei Leng¡¯ete es una veterana en la guerra contra la mutilaci¨®n genital femenina que somete a las masai de Kenia
Su gente lo llama emuatare: es un obligado y despiadado rito de paso que transforma a las ni?as, con un corte y un dolor indeleble, en mujeres adultas. Con solo 25 a?os, Nice Nailantei Leng¡¯ete es ya una veterana en la guerra contra la mutilaci¨®n genital femenina que somete a las mujeres de su pueblo, los masai del sur de Kenia.
No muy lejos de la ciudad de Loitokitok, en una ventosa sabana guardada por el monte Kilimanjaro, Nice cuenta su primera rebeli¨®n contra esta costumbre ancestral: ten¨ªa solo ocho a?os, era hu¨¦rfana y hu¨ªa por la noche de casa de sus t¨ªos para esconderse bajo una gran acacia, esperando que el amanecer y la animaci¨®n por la ceremonia lograran que no se notara su ausencia en el recuento de las chicas para cortar. As¨ª se libr¨® dos veces del emuatare, victoriosa al convencer a la familia para que la mantuviese intacta y la dejara estudiar, hasta licenciarse en asistencia sanitaria.
¡°Sab¨ªa que habr¨ªa llorado, condenando a mi familia a la verg¨¹enza. Durante la circuncisi¨®n, las ni?as masai deben permanecer en silencio y quietas sobre la piedra, sin mover siquiera los ojos, o de lo contrario nadie se casar¨¢ con ellas. Habr¨ªa huido hasta el infinito, pero decid¨ª enfrentarme a mi abuelo, el cabeza de familia: ¡®No voy¡¯, le dije, ¡®tengo solo ocho a?os, tengo que terminar la escuela¡¯. Y ¨¦l, at¨®nito por mi obstinaci¨®n, cedi¨®¡±.
Hoy, desde su aldea rural de Nomayianat, Nice Nailantei Leng¡¯ete se ha convertido en embajadora mundial de un ?frica en femenino que dice ¡°basta¡± a la mutilaci¨®n genital, a los matrimonios precoces, a la exclusi¨®n de las ni?as de los estudios y de las mujeres de la vida econ¨®mica. Un c¨ªrculo vicioso del subdesarrollo, en el que el ritual del ¡°corte¡± es un engranaje hip¨®crita. Lo primero que hizo Nice, comprometida con AMREF, la principal organizaci¨®n sanitaria sin ¨¢nimo de lucro de ?frica, fue enfrentarse a los ancianos: son ellos los que gobiernan esta sociedad pastoril y semin¨®mada, impermeable a lo moderno por miedo a perder su identidad.¡°Yo era la ¨²nica chica de la aldea que sab¨ªa leer y escribir: me eligieron como educadora a la par¡±, explica.
En Kenia, el 21% de las mujeres sufri¨® la mutilaci¨®n genital en 2015, pero entre los masai alcanza el 73%
¡°La primera vez me tomaron por loca¡±, recuerda entre risas. ¡°Nunca se hab¨ªa visto que una chica se atreviera a criticar una costumbre tan antigua como el mundo¡±. Ella no ten¨ªa prisa y, despu¨¦s de un a?o de reuniones y sonrisas, los ancianos se convencieron de que el emuatare, al condenar a las mujeres a hemorragias, infecciones y complicaciones en el parto, perjudica a toda la comunidad. Y de esta forma Nice ha contribuido a salvar a m¨¢s de 10.000 ni?as.
Las repercusiones internacionales no tardaron: la joven dulce y tozuda habl¨® de su misi¨®n en la Clinton Global Inciative en Nueva York y en el Mandela Washington Fellowship, un encuentro de j¨®venes l¨ªderes africanos invitados el pasado verano a Estados Unidos por Barack Obama.
Unos 200 millones de mujeres en todo el mundo son v¨ªctimas de la mutilaci¨®n genital, seg¨²n Unicef. La pr¨¢ctica, desvinculada de cualquier religi¨®n, resiste en 30 pa¨ªses, 27 de ellos en ?frica. En Kenia, el 21% de la poblaci¨®n femenina sufri¨® la mutilaci¨®n genital en 2015, pero el porcentaje var¨ªa mucho en los m¨¢s de 40 grupos ¨¦tnicos del pa¨ªs y entre los masai (alrededor del 2% de la poblaci¨®n) alcanza el 73%. Para ellos, la escisi¨®n del cl¨ªtoris y de los labios menores es el sustento de la pureza y una garant¨ªa de monogamia para las mujeres, mientras que a los hombres les est¨¢ permitida la poligamia.
Y a pesar de todo, Kenia se considera un ejemplo en el ?frica subsahariana de la lucha contra la mutilaci¨®n genital femenina: desde el a?o 2003, seg¨²n la ¨²ltima encuesta demogr¨¢fica y sanitaria del Gobierno, se redujo un 22% en el ¨¢mbito nacional, y el Fondo de Poblaci¨®n de Naciones Unidas prev¨¦ una nueva disminuci¨®n del 40% para 2020. Est¨¢n vigentes dos leyes estrictas: la ¨²ltima, de 2011, establece al menos tres a?os de prisi¨®n para el autor del delito y castiga a los que discriminan a las mujeres no mutiladas. Hay una Comisi¨®n gubernamental dedicada a erradicar el problema y, desde 2014, un equipo nacional de fiscales investiga minuciosamente. Sin embargo, entre los l¨ªmites de los enkang, los campamentos masai que miran al sur, la ¨²nica ley es la que sancionan los ancianos tras las huellas de la tradici¨®n, y la sangrienta ceremonia persiste a¨²n en la clandestinidad.
¡°La mutilaci¨®n genital es la ra¨ªz del analfabetismo femenino y de los matrimonios precoces¡±, explica Nice Nailantei Leng¡¯ete. ¡°La ni?a mutilada, a pesar de que solo tiene ocho o 10 a?os, se considera una mujer adulta, obligada a abandonar la escuela para casarse con un hombre maduro que ofrece a la familia una dote de ganado, el bien m¨¢s preciado. As¨ª, de mayor, ella no sabr¨¢ hacer nada, acarreando pobreza a su aldea¡±. Su sencillo lema, ¡°la chica instruida aporta m¨¢s vacas¡±, ha hecho mella en los ancianos masai, que hoy la bendicen como a una hija que puede guiarlos hacia el futuro.
Para evitar a las ni?as un dolor injusto, se ha inventado un ¡°rito de paso¡± alternativo, que respete las costumbres limpi¨¢ndolas de sangre. ¡°La ceremonia es id¨¦ntica a la tradicional¡± dice la joven, ¡°con bailes y sacrificios de cabras, pero no hay mutilaci¨®n. Los ancianos bendicen los libros para animar a las ni?as a estudiar y, antes de la fiesta, estas siguen un curso de educaci¨®n sanitaria y sobre los derechos de la mujer. Mi gente est¨¢ aprendiendo que la aut¨¦ntica transici¨®n a la edad adulta es la educaci¨®n¡±.
Donde quiera que Nice vaya, las mujeres masai le dedican bailes y canciones reservados a los jefes, agradecidas de que esta joven hable al mundo de su ?frica, que por fin se encamina hacia la emancipaci¨®n de la mujer.
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