Estuvimos en la procesi¨®n de Lemmy de Mot?rhead en Barcelona
En vez de v¨ªrgenes o cristos, aqu¨ª hab¨ªa chupas de cuero, motos y un busto del salvaje m¨²sico fallecido hace un a?o. Como los pasos de Semana Santa, pero fumando y bebiendo cervezas de lata
Las calles del barrio barcelon¨¦s de Poble Nou parecen el escenario de una pel¨ªcula dist¨®pica: ni un solo organismo vivo se cruza en mi camino. Son las 20h y, aunque es noche cerrada, todav¨ªa no se ha activado el puls¨®metro del garraf¨®n en la zona. Ni siquiera las cucarachas se atreven a tomar el fresco.
De repente, en una esquina del camposanto detecto un co¨¢gulo de chupas de cuero que palpita nervioso. Unos 150 seres humanos se agolpan en la entrada del club Rocksound. Se han hecho fuertes en la acera y parte de la calzada. Hay cazadoras con parches de clubs de motards, chaquetas de piel negra m¨¢s curtidas que el pellejo de Clint Eastwood, sudaderas oscuras con capucha de las que surgen melenas encrespadas por el fr¨ªo, camisetas de Mot?rhead a tutipl¨¦n... Por encima de todas esas coronillas, flota una neblina de costo apaleado, tabaco rubio y vapor de cerveza caliente; una nube t¨®xica que levantar¨ªa a un muerto.
¡°M¨¢s de 150 inadaptados ocupando la calle Pamplona, siguiendo a un mu?eco blasfemo de cart¨®n y gritando ¡°?speed, speed, speed!¡±¡±
De hecho, eso es precisamente lo que han venido a hacer. Levantar a un muerto. Est¨¢n aqu¨ª para vivir uno de los eventos m¨¢s chalados y emocionantes que se recuerdan en Barcelona en mucho tiempo. Se trata de Lemmyssyou, una celebraci¨®n dedicada a Lemmy Kilmister, con motivo del primer aniversario de su fallecimiento. En la sala B¨®veda se ha programado un concierto homenaje a su banda, Mot?rhead, pero antes tendr¨¢ lugar una procesi¨®n con un busto de Lemmy que cruzar¨¢ varias calles del barrio. Como si estuvi¨¦ramos en Semana Santa, pero en lugar de una v¨ªrgen y saetas tuvi¨¦ramos al bajista de Mot?rhead y gramos de speed.
El busto sale puntual. Es una obra notable. Dicen que la ha confeccionado un experto en efectos especiales. La figura es Lemmy en estado puro, la misma ca¨ªda de hombros¡ diablos, tiene hasta las dos verrugas a un lado de la cara. Como si fuera la Virgen del Castanar, el mu?eco descansa sobre una base de madera que cargan varios costaleros. La cofrad¨ªa del rock arranca. Los fieles la siguen. Latas de cerveza y cigarros de la risa para el camino, que hay que ir a gusto.
Como cab¨ªa esperar, la traves¨ªa con Lemmy por las calles de Poble Nou es una mezcla exhilarante de respeto reverencial y cachondeo puro y duro. Es un homenaje que se autoparodia voluntariamente. Afortunadamente, el barrio est¨¢ vac¨ªo a ¨²ltima hora de la tarde, eso s¨ª, la poca gente que se cruza con la escena va alimentando con sus caras de estupefacci¨®n y/o canguelo el cachondeo de la procesi¨®n.
Y es que los fieles, que cada vez son m¨¢s numerosos y est¨¢n a punto de colapsar alguna calle, no van precisamente callados. Abundan los c¨¢nticos de ¡°?Lemmy, Lemmy, Lemmy¡±. Tambi¨¦n corean ¡°?Mot?rhead, Mot?rhead, Mot?rhead!¡± como si no hubiera ma?ana. Poneos en la piel de un jubilado de Poble Nou que baja a comprar unos torreznos en bata y pantuflas, y se encuentra con 150 inadaptados ocupando la calle Pamplona, siguiendo a un mu?eco blasfemo de cart¨®n y gritando ¡°?speed, speed, speed!¡±. Es una imagen enternecedora.
Cuando el busto para en alg¨²n sem¨¢foro, los fieles se acumulan a su vera para sacarle fotos. Primeros planos. Selfies en la oscuridad abisal de Poble Nou. Me divierte ver a Lemmy cruzar el sem¨¢foro. Los conductores que esperan, ponen el seguro de todas las puertas, como en Riole¨®n Safari, y se preguntan qu¨¦ clase de ritual sat¨¢nico est¨¢ teniendo lugar ah¨ª fuera. ¡°?Lemmy nunca cruzar¨ªa por el paso cebra!¡±, grita un tipo. Minutos despu¨¦s, el busto se detiene delante de una farmacia abierta y alguien sugiere que metan a Lemmy en la tienda, por si necesita un empuj¨®n qu¨ªmico. M¨¢s c¨¢nticos a favor del speed. Risas.
"Es una sensaci¨®n de invencibilidad y euforia que puede mascarse, la catarsis de la procesi¨®n. Con Lemmy, todo es posible"
Hay m¨¢s gente de lo que esperaba. Muy pocos se han desperdigado por el camino, y eso que la procesi¨®n est¨¢ siendo larga: unos 20 minutos dando tumbos. En un balc¨®n, una familia pakistan¨ª observa boquiabierta el desfile. Una gitana tuerta sale de un descampado para husmear. Me despego de la multitud para tener una panor¨¢mica del momento y por alguna raz¨®n mi mente asocia la imagen con los escenarios apocal¨ªpticos de 1997:Escape From New York. La calle Pamplona pertenece durante unos minutos a los disc¨ªpulos de Lemmy. No es peque?a precisamente, pero la pe?a llena las aceras e invade la calzada¡ Es una sensaci¨®n de invencibilidad y euforia que puede mascarse. La catarsis de la procesi¨®n. Con Lemmy, todo es posible.
De hecho, un autob¨²s tiene que ceder y esperar a que se despeje la carretera. Los coches m¨¢s de lo mismo. Hoy toca aguantarse; no hay huevos de increpar a la legi¨®n de outsiders que siguen a Kilimister. Al llegar a la puerta de la sala B¨®veda, por si no hab¨ªa habido suficiente, el busto del Sant¨ªsimo es recibido por un ej¨¦rcito de motos de gran cilindrada. Varias Harley Davison le dedican al bajista verrugoso sus m¨¢s estrepitosas pedorretas. Los motores rugen a todo gas y pienso en los vecinos, escondidos debajo de la cama, pregunt¨¢ndose qu¨¦ clase de ataque alien¨ªgena estamos sufriendo.
No veo un solo veh¨ªculo de la Guardia Urbana. No ha habido ning¨²n problema en todo el trayecto. La procesi¨®n ha fluido, ha tomado la calle, ha sido endiabladamente divertida y ha esquivado la ¨¦pica y el drama. Desconozco si alguna vez volveremos a ver las principales arterias de otro barrio barcelon¨¦s en la misma tesitura; qui¨¦n sabe, quiz¨¢s hemos sido unos afortunados y hemos presenciado una anomal¨ªa que no se repetir¨¢. ¡°Haces una convocatoria para un acto pol¨ªtico y viene cuatro, haces esto y vienen 200¡±, dice un fan. El tipo le pega un sorbo tremendo a una lata de cerveza, le da una calada a algo y sonr¨ªe satisfecho.
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