Las razones de la oposici¨®n
En pocas semanas, el Congreso de los Diputados se ha convertido en el coraz¨®n de la actividad pol¨ªtica y ha adoptado medidas, unas con el acuerdo del partido gobernante y otras a pesar suyo. En todas ellas ha estado presente el PSOE
Si el PSOE no se hubiera abstenido en el pleno del Congreso de octubre pasado, en estas Navidades a la cena de Nochebuena, a las 12 uvas y a las cabalgatas de Reyes se habr¨ªan sumado unas elecciones generales, las terceras en poco m¨¢s de un a?o. Las encuestas, un¨¢nimes, aseguraban que el PP mejorar¨ªa sus resultados en esas hipot¨¦ticas terceras elecciones. La comparaci¨®n de los datos obtenidos por las distintas formaciones pol¨ªticas en las elecciones de junio con los de diciembre del a?o pasado apuntaba en la misma direcci¨®n. Unas nuevas elecciones habr¨ªan colocado a los electores frente al dilema de poner fin con su voto a la incapacidad de los partidos de alcanzar un acuerdo sobre un candidato para presidir el Gobierno, y no albergo ninguna duda de que lo habr¨ªan hecho en el sentido que se?alaban los sondeos electorales.
No es pues una osad¨ªa imaginar que en estos d¨ªas estar¨ªamos a punto de asistir a la investidura de un Rajoy con m¨¢s esca?os que los que tiene en la actualidad y con una izquierda, en particular con un PSOE, instalado en la irrelevancia pol¨ªtica. Como no lo es que una repetici¨®n electoral habr¨ªa supuesto un desgaste para nuestras instituciones democr¨¢ticas, empezando por los propios partidos, necesitadas justamente de lo contrario: de un esfuerzo sostenido de revitalizaci¨®n.
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Puestas as¨ª las cosas, el PSOE habr¨ªa dejado escapar la oportunidad que los resultados electorales de junio le hab¨ªan proporcionado: la de ser determinante en el desarrollo de los acontecimientos parlamentarios. Una oportunidad estrat¨¦gica, a mi entender. Porque, como he escrito en otra ocasi¨®n, nuestros problemas nacieron con la crisis y su resoluci¨®n est¨¢ ligada, en buena medida, a la superaci¨®n de esa crisis, a nuestra capacidad para desarrollar una oposici¨®n ¨²til capaz de conseguir con sus iniciativas y sus cr¨ªticas que la recuperaci¨®n econ¨®mica no consagre los retrocesos sociales de los Gobiernos del PP. Es decir, que la recuperaci¨®n sea justa.
Estos poco m¨¢s de dos meses de legislatura demuestran que no se trata de una pretensi¨®n inalcanzable. Se ha incrementado, sustancialmente, el salario m¨ªnimo que afecta a cientos de miles de espa?oles, decisi¨®n que, adem¨¢s, env¨ªa una se?al a los agentes econ¨®micos sobre la necesidad de mejorar los sueldos del conjunto de los trabajadores. Se ha paralizado la aplicaci¨®n de la LOMCE, al tiempo que se han corregido algunos de sus aspectos m¨¢s discriminatorios. Se han aumentado los recursos disponibles de las comunidades aut¨®nomas, lo que va a repercutir en la mejora de la sanidad y de la educaci¨®n, las pol¨ªticas con mayor peso en sus presupuestos. Se ha hecho frente a los problemas derivados de la denominada pobreza energ¨¦tica de las familias espa?olas m¨¢s necesitadas. Se ha iniciado la tramitaci¨®n de una ley para impedir los abusos en la subcontrataci¨®n, que al amparo de la reforma laboral del PP ha conducido a una flagrante desigualdad salarial para muchos trabajadores. Se revisar¨¢ la regla de gasto para aumentar la capacidad inversora de los Ayuntamientos, y se han comenzado a destopar las cotizaciones de los salarios m¨¢s altos, una decisi¨®n que debe aliviar a corto plazo las dificultades de tesorer¨ªa de la Seguridad Social.
Llama la atenci¨®n el empe?o de algunos progresistas en despreciar al Parlamento
En estas pocas semanas, el Parlamento se ha convertido, de verdad, en el coraz¨®n de la actividad pol¨ªtica en Espa?a. Tambi¨¦n en lo que se refiere a algunas pol¨ªticas de Estado. Se ha alcanzado un compromiso para la elaboraci¨®n de un pacto para luchar contra la violencia de g¨¦nero, al que el PP se opuso sistem¨¢ticamente en la anterior legislatura; y, al paralizar la LOMCE, se han sentado las bases para alcanzar otro gran acuerdo en materia educativa, reclamado de forma un¨¢nime por los distintos sectores educativos. El Gobierno ha reconocido ¡ªno le quedaba otro remedio¡ª que se va a modificar la denominada ley mordaza, para elaborar una ley de seguridad ciudadana que deber¨ªa ser objeto de otro acuerdo no muy complicado de alcanzar: basta con volver a la anterior.
Por cierto: en esta materia parlamentaria, llama poderosamente la atenci¨®n el empe?o de algunos sectores progresistas en despreciar el valor de las decisiones del Congreso de los Diputados. Lejos de criticar la antidemocr¨¢tica actitud del PP a la hora de cumplir acuerdos que los representantes de los ciudadanos adoptan por mayor¨ªa en nuestra C¨¢mara baja, a los que despectivamente denominan acuerdos simb¨®licos, ponen el ¨¦nfasis en subrayar la inutilidad de los esfuerzos de la oposici¨®n parlamentaria. Curiosa manera de defender la democracia representativa.
Hay que conjurar el pesimismo de quienes vaticinan, uno y otro d¨ªa, el fin de la legislatura
Algunas de las medidas enumeradas se han alcanzado mediante acuerdos parlamentarios con el partido gobernante. Otras se han adoptado a pesar de la oposici¨®n del PP. En todas ha estado presente el PSOE. Para unos, estos acuerdos son meras componendas. Para otros, la forma en la que los socialistas quieren hacerse perdonar la abstenci¨®n en la investidura de Mariano Rajoy o una manera de combatir a sus adversarios en la izquierda. Los actuales dirigentes del PSOE lo explican de forma m¨¢s sencilla: todos esos pactos, con el PP o contra el PP, constituyen un ejercicio de oposici¨®n ¨²til, ¨²til a los ciudadanos, a los estudiantes y a los profesores, a los trabajadores, a las mujeres que sufren la violencia machista, a los pensionistas, a las familias m¨¢s vulnerables¡ la oposici¨®n responsable de un partido que ha sido Gobierno y que aspira a volver a serlo.
La legislatura no ha hecho m¨¢s que comenzar. Queda, pues, mucho trabajo por hacer. Algunos de nuestros problemas, del conjunto de los espa?oles, est¨¢n ah¨ª, esperando soluciones. Pienso en la necesaria revisi¨®n del pacto territorial que alumbr¨® la Constituci¨®n de 1978, para, entre otras cosas, abordar el problema de Catalu?a. O en las dificultades por las que atraviesa nuestro sistema de pensiones; es decir, en la revisi¨®n de otro pacto, en este caso, el pacto generacional que permite vivir dignamente a quienes han alcanzado la edad de jubilaci¨®n mediante las aportaciones de quienes todav¨ªa est¨¢n trabajando. Y, por supuesto, en el problema del empleo, de los j¨®venes y de aquellos que pasados los 50 parece que ya est¨¢n condenados a esperar la jubilaci¨®n; en la necesidad de crear empleos dignos, algo incompatible con la reforma laboral del PP. Mucho trabajo por hacer. Si los partidos se esfuerzan y, sobre todo, si el Gobierno asume la nueva situaci¨®n pol¨ªtica, es posible que, entre todos, sean capaces de abordar estos problemas, convirtiendo la fragmentaci¨®n parlamentaria en fortaleza democr¨¢tica. Y as¨ª conjurar el pesimismo de quienes vaticinan, un d¨ªa s¨ª y otro tambi¨¦n, el final de la legislatura. Es posible que, al final, no sea corta, y que acabe siendo ¨²til. Que eso, y no otra cosa, es lo que demandan los espa?oles.
Alfredo P¨¦rez Rubalcaba fue secretario general del PSOE.
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