Narcos
La ficci¨®n puede ser deshonesta, porque en el pecado lleva la penitencia, pero el periodismo no
Uno de los momentos m¨¢s inquietantes de Narcos ¡ªdel narcoterrorismo en Colombia, m¨¢s bien¡ª se produce cuando Pablo Escobar decide empezar a secuestrar notables del poder, sus familiares, sus hijas. La serie se detiene en Diana Turbay, una abogada y periodista de prestigio que era hija del expresidente Julio C¨¦sar Turbay.
Lo m¨¢s aconsejable de estas ficciones ¡ªque todo lo adelgazan¡ª es salirse un momento y marchar a El Espectador, Semana o El Tiempo para ampliar el campo de batalla. A veces eso ayuda a rebajar el drama. Otras veces, y esto es lo excepcional, lo agrava: no es que ocurriese todo aproximadamente como se cuenta, sino que fue peor.
Escobar fue disuelto no en su crueldad, que era innecesario, sino en su estatus frente al Estado para impedir que el espectador idealizase su figura. De la c¨¢rcel que se mand¨® construir se omite que sal¨ªa cuando quer¨ªa para cenar en el centro de Medell¨ªn. Y como este, otros detalles llegando hasta la omisi¨®n final: despu¨¦s de 4.000 cad¨¢veres anotados en su cuenta, m¨¢s de 5.000 personas fueron a llorarlo en su entierro con carteles de ¡°Viva Pablo, Dios tenga misericordia de ¨¦l¡±.
Es inc¨®modo, pero sucedi¨®. Hay malos que generan sociedades malas. La ficci¨®n puede ser deshonesta, porque en el pecado lleva la penitencia, pero el periodismo no. Por eso sabemos que esos miles de personas que despidieron a Escobar porque les constru¨ªa casas no estaban tan lejos de las clases pudientes a las que les secuestraban hijos.
El cautiverio de Diana Turbay paraliza el pa¨ªs. A sus padres no se les discute el privilegio de debatir la respuesta del Gobierno, m¨¢s en su condici¨®n de ¨¦lite que de v¨ªctima. Y quieren, naturalmente, que el Estado negocie con terroristas para salvar la vida de su hija. Nada extraordinario, salvo que el Estado son ellos, y presionan con todas las armas para torcer la voluntad del Gobierno. Cuando Diana muere tras una fallida operaci¨®n de rescate, su madre acus¨® por igual a Pablo Escobar y al presidente Gaviria.
Despu¨¦s de ese funeral el Estado cedi¨® ante la aristocracia del pa¨ªs para liberar al resto de secuestrados: negoci¨® con Escobar, le dej¨® construirse su c¨¢rcel y fabricarse nuevos privilegios. Ocurri¨® en la vida y en la ficci¨®n. La serie olvida la pregunta que le dirigi¨® la madre de Diana a Gaviria aquellos d¨ªas: ¡°?Si la ni?a suya hubiera estado en estas circunstancias, qu¨¦ hubiera hecho usted?¡±. Hoy es sabido, y si no es as¨ª ha de saberse, que en cualquier democracia la hija del presidente del Gobierno, en las mismas circunstancias, estar¨ªa m¨¢s condenada que la hija de cualquier otro.
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