Turismo en el pa¨ªs sin turistas
Sud¨¢n apunta al desarrollo sostenible del sector y espera atraer a cinco millones de visitantes para 2019
A la sombra de una caba?a, un hombre con el torso desnudo se resguarda del calor implacable del desierto de Sud¨¢n, un clima muy distinto al de su Dinamarca natal. Kim Glavind es una rara avis, uno de los 721.000 viajeros que cada a?o visitan el pa¨ªs y que generaron ingresos por valor de 930 millones de d¨®lares en 2015. Apasionado de la historia antigua y especializado en egiptolog¨ªa, no para de repetir lo privilegiado que se siente por haber podido visitar las pir¨¢mides de Meroe, patrimonio mundial de la humanidad, sin estar rodeado por masas de personas armadas con c¨¢maras.
"Podr¨ªa estar horas mirando los templos en todos sus detalles", cuenta apretando los ojos a causa de la intensa luz del mediod¨ªa. Siempre hab¨ªa deseado conocer Sud¨¢n y ya est¨¢ pensando en volver, aunque le gustar¨ªa hacerlo por su cuenta y no en un grupo organizado como esta vez. Moverse por el pa¨ªs, seg¨²n ¨¦l, no representa un peligro, pero se queja de no poder realizar pagos en tarjeta (debido al embargo comercial que EE UU mantiene contra el pa¨ªs desde 1997), los continuos controles por la carretera y los excesivos tr¨¢mites burocr¨¢ticos necesarios para obtener un visado y desplazarse, que le empujaron a optar por un viaje organizado. "Tardamos tres horas en salir del aeropuerto cuando llegamos, en el medio de la noche. Fue terrible, sentimos un extremo cansancio", recuerda.
Para ¨¦l, otro de los principales obst¨¢culos reside en el exorbitante coste de la estancia. "Muchos de mis amigos en Dinamarca no podr¨ªan permitirse este viaje, aunque nuestro pa¨ªs sea caro. Venimos solo porque somos especialistas en historia, pero no todos estar¨ªan dispuestos a pagar esta cifra", se queja.
La decisi¨®n de viajar a Sud¨¢n caus¨® mucha perplejidad entre sus conocidos. Glavind lo achaca al escaso conocimiento en el extranjero del patrimonio art¨ªstico y natural de la zona, asociada a los conflictos de la regi¨®n occidental de Darfur o a menudo confundida con Sud¨¢n del Sur. A los sudaneses, sin embargo, les gusta repetir que su pa¨ªs es un "todo en uno". Con sus m¨¢s de doscientas pir¨¢mides -m¨¢s que Egipto-, el tercer estado con mayor extensi¨®n de ?frica cuenta con tres sitios incluidos en el patrimonio mundial de la Unesco. Se jacta de no tener nada que envidiar a sus vecinos, ni en cuanto a arqueolog¨ªa, ni por la variedad de su fauna, repartida en ocho parques nacionales. Tras la separaci¨®n en 2011 de lo que pas¨® a ser Sud¨¢n del Sur y la p¨¦rdida de acceso a la mayor¨ªa de las reservas de crudo, el gobierno de Jartum apuesta ahora por el desarrollo de un turismo sostenible e inclusivo como alternativa a los petrod¨®lares.
En 2015, unos 721.000 viajeros visitaron el pa¨ªs, generando ingresos por valor de 930 millones de d¨®lares
Entre las dunas rojizas del desierto del S¨¢hara, a unas tres horas de carretera al norte de la capital, Mahmoud Suleim¨¢n Al Bashir, director general del sitio arqueol¨®gico de Meroe, cifra en un par de millares los turistas extranjeros que cada a?o acuden a visitar las pir¨¢mides erigidas durante el Reino de Kush, entre el siglo VIII a. C. y el IV d. C. "Estamos haciendo lo mejor que podemos para implementar un nuevo plan de gesti¨®n del lugar para facilitar la visita e incrementar el n¨²mero de turistas", explica. Para Suleim¨¢n Al Bashir un aumento de visitantes se reflejar¨ªa en mayores oportunidades para las comunidades locales, generaci¨®n de empleo y apoyo al desarrollo de la artesan¨ªa tradicional.
Promover la imagen del pa¨ªs es el principal desaf¨ªo al que se enfrentan las autoridades de Sud¨¢n, seg¨²n el ministro de Turismo, Antig¨¹edades y Fauna, Mohamed Abuzaid Mustafa. "Es cierto que en el pasado no se dio mucha relevancia al desarrollo del turismo, pero para el gobierno actual se ha convertido en uno de los sectores prioritarios. Acabamos de arrancar con un plan estrat¨¦gico para los pr¨®ximos cinco a?os, aunque por el momento estamos recogiendo datos de distintos lugares que tendr¨¢n que ser analizados para escoger el camino adecuado para atraer a m¨¢s turistas", explica.
En su esfuerzo por incrementar el n¨²mero de visitantes extranjeros hasta cinco millones para 2019, el gobierno de Jartum ha firmado recientemente un acuerdo con China, su principal aliado comercial, para facilitar la llegada de viajeros desde ese pa¨ªs. "Si hacemos bien nuestro trabajo, podemos convertirnos en uno de los mayores destinos tur¨ªsticos de ?frica", conf¨ªa el ministro.
Promover la imagen del pa¨ªs es el principal desaf¨ªo al que se enfrentan las autoridades de Sud¨¢n, seg¨²n el ministro de Turismo
Munna Mohamed Abdalla gestiona desde hace 12 a?os una agencia de viajes que, en temporada alta, ofrece sus servicios a unos 700 turistas, en su mayor¨ªa brit¨¢nicos que acuden a bucear entre los corales del mar Rojo. La emprendedora insiste en la importancia de fomentar la cooperaci¨®n entre el sector p¨²blico y el privado. Iman Osman, due?a de un resort en la costa cerca de Port Sud¨¢n, coincide con ella y destaca la importancia de un desarrollo tur¨ªstico sostenible para el medio ambiente, sobre todo en lo vinculado con el agua, un bien muy escaso en la regi¨®n oriental.
La Organizaci¨®n Mundial del Turismo de Naciones Unidas apoya los esfuerzos del pa¨ªs para crear nuevas oportunidades para una poblaci¨®n de 40,2 millones de habitantes, caracterizada por una tasa de pobreza del 46,5%. Durante una visita oficial al pa¨ªs el pasado mes de noviembre, el secretario general de la organizaci¨®n, Taleb Rifai, subray¨® la necesidad de construir infraestructuras para acoger a los viajeros, adem¨¢s de comunicar con eficacia un mensaje positivo sobre la imagen del pa¨ªs en el extranjero.
En una sala de la universidad de Jartum, j¨®venes vestidos de rojo o de blanco ocupan todos los asientos disponibles, m¨®viles en la mano, listos para escuchar sus palabras. Son algunos de los 400 estudiantes que cada a?o se grad¨²an en distintas especialidades vinculadas con el turismo. Una de ellos, Alsoudos Ahmed Taha, cree que el porcentaje de j¨®venes que opta por este tipo de estudios se mantiene bajo porque a¨²n hay ciertas reticencias hacia la rentabilidad del sector. "Sud¨¢n es un pa¨ªs muy grande y contamos con apenas 10 universidades que permiten especializarse en turismo", lamenta.
"El turismo puede ser una fuerza muy potente para avanzar en los derechos humanos", sostiene el consultor Tom Buncle
El potencial del turismo para el desarrollo sostenible queda muy claro tambi¨¦n a los responsables del Museo Nacional de Sud¨¢n. La instituci¨®n se ubica a escasa distancia del punto en el que confluyen el Nilo Azul, proveniente de Etiop¨ªa, y el Nilo Blanco, que nace en el lago Victoria, en uno de los barrios m¨¢s elegantes de la capital. En el interior de las salas, el calor apremia, pese a la presencia de ventiladores que acompa?an cada paso de los visitantes. Aunque el museo est¨¦ excepcionalmente cerrado al p¨²blico por una visita oficial, los trabajadores del lugar aseguran que el escenario no es muy distinto de lo habitual, ya que muy pocos turistas se acercan al lugar.
Un cartel que ilustra los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) cuelga encima del ingreso principal. Abderrahman Ali Rahma, director general del departamento de Arquitectura y Museos, se quita las gafas y se seca con la palma de la mano el sudor que le empapa la frente. "Pens¨¦ que era buena idea que el cartel estuviera en el museo para que las metas tengan m¨¢s visibilidad", dice. "Los ODS apoyar¨¢n la conservaci¨®n del patrimonio cultural, con beneficios para las comunidades locales. Queremos crear conciencia entre los visitantes y los lugare?os para que entiendan el valor del patrimonio cultural y lo defiendan".
Para Tom Buncle, director de la consultor¨ªa internacional de destinos Yellow Railroad, el turismo cuenta tambi¨¦n con el potencial adecuado para fomentar el respeto de los derechos humanos. "Si un pa¨ªs tiene mala reputaci¨®n en este ¨¢mbito, los turistas no vendr¨¢n. Estoy convencido de que puede ser una fuerza muy potente para avanzar en los derechos humanos y la paz llegar¨¢ desde la prosperidad", sostiene.
Si los viajeros tienen miedo de ir a Sud¨¢n, defiende Buncle, hay que hacerse dos preguntas: ?Se trata de una verdadera amenaza? Si no lo es, ?c¨®mo se puede cambiar esta percepci¨®n? "Creo que los visitantes no tienen razones para asustarse. Por supuesto, el terrorismo existe en cualquier lugar del mundo, pero nadie sabe lo que puede pasar y aqu¨ª el riesgo no es mayor que en otros estados. Sud¨¢n tiene que potenciar la comunicaci¨®n de sus aspectos positivos. Esto no implica que no existan cuestiones negativas, pero hay que mirar a las dos caras del pa¨ªs".
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