?frica crece, ?frica no crece y otras terminolog¨ªas de moda
?Por qu¨¦ nos preocupa la opini¨®n de los medios occidentales sobre nosotros?, se pregunta Edwige Dro
Parece como si, cada d¨ªa, una nueva palabra de moda se acu?ara en ?frica, un continente de 54/55 pa¨ªses y m¨¢s de 1.000 millones de personas. No obstante, ?por qu¨¦ importa ese peque?o detalle, cuando ?frica es -obviamente- un pa¨ªs? Pero divago. Ligeramente.
Hablaba de palabras de moda y ?frica siempre tiene que enfrentarse a gente ados¨¢ndole sus peque?as etiquetas y reduciendo un continente entero a frases con gancho. Creo que fue Plinio El Viejo quien se puso manos a la obra cuando declar¨® "algo nuevo siempre viene de ?frica" y desde entonces, la veda est¨¢ abierta. Joseph Conrad, con su novela El coraz¨®n de las tinieblas o Bono y la canci¨®n de Live Aid, en la que se quejaron lastimeramente del hecho de que no habr¨ªa nieve en ?frica esa Navidad de 1984. Entonces aquellos periodistas de The Economist decretaron en 2001 que ?frica era un continente sin esperanza. Como decimos en Costa de Marfil, ¡°Ahi, comme ?a?¡±, "?as¨ª como as¨ª?". Cambiaron la canci¨®n 10 a?os despu¨¦s con el anuncio de que ?frica era el continente de la esperanza.
El mercado de consumidores m¨¢s grande, con un gasto de 1.4 billones en 2020. El mercado de m¨®viles que crece m¨¢s r¨¢pido, con cerca de 600 millones de usuarios. Cifras que marean y que hacen que todos quieran correr hacia el continente de la esperanza. Los propios africanos vuelven... al menos, los que tienen t¨ªtulos brit¨¢nicos, americanos o franceses, mientras que los cuidadores, trabajadores de metros y parqu¨ªmetros y limpiadores se quedan. China arrib¨® con sus bienes electr¨®nicos baratos y los tel¨¦fonos baratos tambi¨¦n, que ayudaron a crear esas estad¨ªsticas. Construy¨® carreteras, puentes e incluso el reluciente edificio de la Uni¨®n Africana. Recibi¨® tierras y materias primas a cambio. Las empresas occidentales llegaron o regresaron. Bueno, esas ten¨ªan que estar en la fiesta o no habr¨ªa charla sobre el continente de la esperanza.
Se construyen hoteles. Tambi¨¦n centros comerciales. Los aeropuertos africanos se convierten en plataformas de actividad con todos esos aviones despegando y aterrizando. Pa¨ªses a los que se declar¨® inestables antes y que vieron sus aeropuertos bullir de gente -inmigrantes blancos, se entiende- luchando por partir, se transforman de repente en destinos de negocios. Y para coronarlo todo, un nuevo t¨¦rmino de moda se decreta: Africa Rising, ?frica se levanta ?De d¨®nde? ?De qu¨¦ lugar se eleva a una velocidad tan fren¨¦tica? ?Por qu¨¦, incluso, crece? A qui¨¦n le importa. Te dicen que un continente que estuvo en barbecho desde el principio de los tiempos ha comenzado a levantarse como pan con levadura, ?y t¨² pierdes el tiempo con preguntas?
Como una mujer a la que han maltratado durante demasiado tiempo, ?frica se ocup¨® de apreciar los insultos disfrazados de cumplido y como una mujer maltratada que recibe migajas de afecto de quien abusa de ella, no atendi¨® razones. La directora ejecutiva de Oxfam Internacional, Winnie Byanyima, pregunt¨® en un simposio en la Universidad de Oxford, Inglaterra, en 2015, para qui¨¦n crec¨ªa ?frica. El intelectual senegal¨¦s Felwine Sarr, en su ensayo titulado Afrotopia, exhortaba a los africanos a dejarse de palabras de moda y pensar ?frica; esto es, a definir c¨®mo ven su propio continente y no engullir las definiciones que les imponen otros.
Tal y como se presenta la situaci¨®n, los africanos (algunos) han decidido exprimir esta nueva era de ?frica como futuro. Incluso el Banco Africano de Desarrollo se ha puesto en acci¨®n, definiendo orgullosamente a la clase media africana como aquellos que gastan (ya no vive con) entre dos y 20 d¨®lares al d¨ªa. En la actualidad, hay 313 millones de nosotros y en 2060, seremos 1.100 millones. Nosotros, la clase media que gasta entre dos y 20 d¨®lares al d¨ªa en cr¨¦dito de m¨®vil, comida, transporte. Ya sab¨¦is, esas necesidades b¨¢sicas.
Los j¨®venes africanos m¨¢s modernos tambi¨¦n han decidido lanzarse a Twitter y Facebook para proclamar su acuerdo con la etiqueta de "mayor mercado de consumidores" ?Carrefour abre un local en Abiy¨¢n? ?Hurra! ?Viene L'Or¨¦al? Gracias a Dios. Y all¨¢ vamos, metidos en nuestros trajes de wax dise?ados en Holanda y manufacturados en Indonesia, a probar esos bienes. En ocasiones, un peri¨®dico occidental publicar¨¢ un reportaje sobre la terrible guerra en Sud¨¢n del Sur o uno de los suburbios de Monrovia y reaccionaremos creando etiquetas como #TheAfricaTheMediaNeverShowsYou.
?Los medios? ?Por qu¨¦ nos importa tanto lo que Occidente (seamos honestos) dice sobre nosotros? En Twitter, recientemente, conversaba con una colega escritora. Ella hab¨ªa escrito: "Me enfurece de mala manera que la gente diga que ?frica subsahariana no tiene literatura precolonial. Tenemos. Pero no la escribimos". Le respond¨ª que se ha escrito mucho y a?ad¨ª la etiqueta Tombuct¨². Continu¨¦ diciendo: "Deber¨ªa empezar a importarnos menos lo que esa gente dice ?Por qu¨¦ nos importa tanto?". "@DroEdwige", replic¨® ella, "Un problema se plantea cuando las opiniones de esa gente lavan el cerebro de los africanos para hacerles creerse inferiores. Debemos educarnos¡±.
Gracias a Dios por esa ¨²ltima frase. Educaci¨®n. La gente educada no reacciona, la gente educada determina las agendas.
De hecho, ese es el tema. La forma en que los africanos (algunos) se toman lo del ?frica crece me recuerda a una cita de una escritora afroamericana, Toni Morrison. "... conocer la funci¨®n, la muy seria funci¨®n del racismo, que es la distracci¨®n. Te impide hacer tu trabajo. Te impide explicar una y otra vez tu raz¨®n de ser. Alguien dice que no tienes idiomas y pasas 20 a?os probando que s¨ª. Alguien dice que tu cabeza no tiene una forma apropiada, as¨ª que tienes a cient¨ªficos trabajando en el hecho de que s¨ª. Alguien dice que no tienes arte y lo rastreas. Alguien dice que no tienes reinos y los rastreas".
Es como si nos trag¨¢ramos un suspiro de alivio porque esos blancos se han dado cuenta, por fin, de que nuestro mimetismo ha dado frutos. Ved, tambi¨¦n tenemos hoteles de cinco estrellas. Y carreteras enormes. Podemos gastar como el mejor de vosotros. S¨ª, no somos pobres. No, se?or, ?no lo somos! Y hemos desarrollado y adquirido paladares occidentales. Conocemos el buen vino y podemos permitirnos Burguer King. ?frica no es guerra, hambre y campos de refugiados, parece que decimos. As¨ª que no escucharemos a nadie preguntar para qui¨¦n est¨¢ creciendo ?frica o ning¨²n llamamiento sobre un imaginario africano.
Y sin embargo, es necesario.
En el punto ¨¢lgido de la ruptura de relaciones entre Rusia y Occidente por Ucrania, Vladimir Putin, en un encuentro con el presidente Xi Jinping, brind¨® con vodka en vez del tradicional champ¨¢n ?Cu¨¢ndo se valorar¨¢ tambi¨¦n nuestro dolo o el vino de palma lo suficiente como para que nuestros presidentes brinden con ellos?
S¨¦ que el desaf¨ªo no es f¨¢cil. Occidente nos ha ensartado nociones sobre ?frica y nosotros tambi¨¦n lo hacemos en casa. Algunos de nuestros presidentes no ven nada incorrecto en gritar desde los tejados su amor hacia, por ejemplo, la cocina francesa y nos enfrentamos a nuestros propios medios de comunicaci¨®n reacios a informarnos. Para saber lo que pasa en (algunos de) nuestros pa¨ªses, apostamos por BBC, RFI o France 24.
As¨ª que los desaf¨ªos est¨¢n ah¨ª, pero superarlos es m¨¢s que necesario. A?adir¨ªa que es una cuesti¨®n de vida o muerte. Permitirnos el sentirnos adulados por que nos consideren listos para ser simplemente consumidores es demasiado insultante.
El blog Africa No es Un Pais no se hace responsable ni comparte siempre las opiniones de los autores.
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