La mirada es una ventana a la mente de los otros
La evoluci¨®n del blanco de los ojos o la oxitocina fueron parte de una serie de cambios que hicieron a los humanos menos aptos para la violencia, pero m¨¢s capaces de cooperar
Si preguntamos qu¨¦ nos hace humanos, es probable que la respuesta m¨¢s evidente sea el cerebro, que nos permite pensar mejor que cualquier otro animal, o incluso las manos, con esa habilidad especial para producir tecnolog¨ªas con las que conquistamos el mundo. Todas estas respuestas tienen algo de cierto, pero, en opini¨®n de algunos de los principales estudiosos de esta materia, es la capacidad de cooperar y conectar nuestras mentes lo que nos separa de otros animales.
Esa habilidad para comunicar pensamientos pudo desarrollarse, en parte, en torno a los primeros fuegos, donde los miembros de la tribu acababan la jornada recordando lo sucedido o contando mitos. El lenguaje es obviamente, una herramienta fundamental para compartir ideas, pero hay otras menos evidentes que pudieron ser igual de importantes.
Una de las transformaciones f¨ªsicas que pudo favorecer la cooperaci¨®n humana son los ojos. En un art¨ªculo que public¨® la revista Perspectives on Psychological Science la semana pasada, el investigador de la Universidad de Pensilvania (EE UU) Tobias Grossmann hace una revisi¨®n de los trabajos publicados hasta la fecha para tratar de entender c¨®mo los ojos se convirtieron en una ventana a trav¨¦s de la que podemos mirar en la mente de otros.
El uso de emojis en los mensajes muestra la preferencia humana por comunicarse a trav¨¦s de la expresi¨®n de los ojos
Durante los ¨²ltimos quince a?os, varios investigadores han desarrollado la teor¨ªa que relaciona las particularidades del ojo humano con la capacidad para cooperar. A diferencia de otros primates, como los gorilas o los chimpanc¨¦s, que siguen la mirada de sus cong¨¦neres viendo hacia d¨®nde mueven la cabeza, los humanos se fijan en la direcci¨®n en que apuntan los ojos, independientemente de si mueven la cabeza o no. Con esos ojos, los homininos ser¨ªan capaces, por ejemplo, de comunicarse en silencio durante la caza y con el tiempo lograr¨ªan adaptarse a un entorno social cada vez m¨¢s complejo.
Grossmann muestra estudios que indican que desde muy peque?os, alrededor de los siete meses de edad, los beb¨¦s tienen preferencia por los ojos cuando miran caras. Hasta el segundo a?o no son capaces de seguir una mirada si hay algo que les distraiga, pero ya con solo doce meses ven la mirada como algo intencionado. Algunos experimentos han mostrado que los peque?os tienen preferencia por los adultos que ayudan a otros a lograr sus objetivos frente a los que los obstaculizan. Esta distinci¨®n la hacen a partir de las se?ales de los ojos, algo que sugiere que estas se?ales les sirven para distinguir a individuos con los que ser¨¢ m¨¢s o menos f¨¢cil cooperar, una habilidad muy ¨²til para vivir en sociedad.
¡°Leer la mente, de una forma muy general, se refiere a la habilidad psicol¨®gica para detectar y reconocer lo que otra persona podr¨ªa estar percibiendo, sintiendo y pensando¡±, explica Grossmann. ¡°Esta habilidad puede ser ¨²til en contextos competitivos para vencer a otros, por ejemplo, anticipando su siguiente movimiento¡±, a?ade. Sin embargo, en los humanos, como en otras especies, la competencia con otros individuos se alterna con la colaboraci¨®n. ¡°Michael Tomasello argumenta que los humanos son una especie muy cooperativa y se apoyan mucho para coordinar sus acciones en actividades de cooperaci¨®n usando su destreza para leer la mente¡±, contin¨²a el investigador de la Universidad de Pensilvania.
En su art¨ªculo, tambi¨¦n menciona otros trabajos que han tratado de localizar en el cerebro la capacidad de leer las mentes ajenas a trav¨¦s de los ojos. Uno de esos casos es el de un paciente con la regi¨®n cerebral de la am¨ªgdala da?ada que, a diferencia de los humanos sanos, no se fijaba en los ojos cuando miraba a caras. Esto le imped¨ªa reconocer el miedo en esos rostros, caracterizado principalmente por unos ojos muy abiertos que dejan a la vista mucho blanco. Curiosamente, cuando al paciente se le ped¨ªa de forma expl¨ªcita que prestase atenci¨®n a los ojos, era capaz de reconocer el miedo en esa cara. ¡°Este hallazgo sugiere que el da?o de la am¨ªgdala no supone una incapacitaci¨®n directa del reconocimiento del miedo sino que afecta al reconocimiento del miedo a trav¨¦s de la incapacidad para buscar se?ales oculares en el rostro¡±, escribe Grossmann en su art¨ªculo.
Otro de los mecanismos que fortalecen el uso de la mirada como sistema para conectar mentes tiene que ver con regiones cerebrales relacionadas con las sensaciones de recompensa. T¨¦cnicas de neuroimagen han mostrado que una mirada compartida hacia un objeto concreto se asocia a una mayor actividad en el estriado ventral, una regi¨®n del cerebro fundamental en la regulaci¨®n de nuestras motivaciones a partir de sensaciones que nos resultan agradables.
La hormona del amor y el odio
Grossmann tambi¨¦n escribe sobre el papel de la oxitocina como reguladora del reconocimiento de estados mentales a trav¨¦s de la mirada. Esta hormona facilita el parto, la lactancia y el cuidado maternal, y desempe?a un papel importante en el comportamiento en sociedad de los humanos y de otros mam¨ªferos. En este sentido, un estudio reciente en chimpanc¨¦s ha mostrado que, aunque se la llama hormona del amor, en tiempos de guerra tambi¨¦n sirve para fortalecer los lazos entre los miembros del propio grupo y despertar la agresividad contra los de fuera.
En lo que respecta a la mirada, se ha observado que la administraci¨®n de oxitocina a los participantes de algunos experimentos hac¨ªa que se fijasen m¨¢s en los ojos cuando miraban caras. Y no solo eso. La hormona tambi¨¦n mejoraba la capacidad de esas personas para reconocer estados mentales y emocionales en otros a trav¨¦s de la mirada. Adem¨¢s, un trabajo de 2015 vio que la mirada de los perros hac¨ªa subir los niveles de oxitocina en sus due?os y que, cuando se les administraba este neuromodulador, los perros miraban m¨¢s a los ojos de sus amos. Este mecanismo explica c¨®mo a trav¨¦s de la mirada se crean los fuertes v¨ªnculos que existen entre perros y humanos.
Aparte de incentivar la mirada en los ojos ajenos, Grossmann plantea que, ¡°m¨¢s que promover directamente la mirada en la regi¨®n de los ojos, la oxitocina puede disminuir la ansiedad y la agresividad, que a su vez resulta en una mayor fijaci¨®n en los ojos¡±. ¡°En otras palabras, una mayor atenci¨®n a la regi¨®n de los ojos puede ser un resultado indirecto de la reducci¨®n de la ansiedad en respuesta a la oxitocina durante encuentros sociales¡±, concluye. Esto justificar¨ªa la diferencia con otros primates en los que una mirada directa a los ojos suela ser el antecedente de la violencia. En general, este podr¨ªa ser un rasgo m¨¢s de los varios que, durante la evoluci¨®n humana, favorecieron a individuos menos dotados para la fuerza bruta, sin los m¨²sculos o los colmillos de los chimpanc¨¦s, frente a otros rasgos emocionales y f¨ªsicos m¨¢s ¨²tiles para la cooperaci¨®n.
Decenas de miles de a?os despu¨¦s, al menos, de la aparici¨®n de la mirada humana, la tecnolog¨ªa ha podido desplazar la mirada como ventana a la mente de nuestros interlocutores. El tel¨¦fono, el correo electr¨®nico o los mensajes de whatsapp nos obligan a utilizar otras se?ales para tratar de entender las intenciones o las emociones de quien est¨¢ al otro lado. Grossmann cree que la ¡°cultura humana, de alguna forma, parece trascender esas capacidades¡±. ¡°Sin embargo, cuando te fijas en los emojis, puedes ver f¨¢cilmente que hay una necesidad inherente para utilizar las se?ales oculares para comunicarse en las redes sociales¡±, opina. Tanto es as¨ª que nos gusta que hasta las mierdas tengan ojos.
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