Rosa s¨ª, rosa no: el debate sobre los juguetes sexistas
Argumentos a favor y en contra del abuso de los estereotipos desde la infancia
Nada hay para m¨ª m¨¢s cierto en la maternidad que la aplicaci¨®n del dichoso refr¨¢n que dice aquello de: Donde dije digo, digo Diego. Cuando estaba embarazada pensaba que iba a ser una madre entregada a organizar una vida cultural e intelectual para mis hijos de lo m¨¢s plena y para eso ten¨ªa que meter mano en el tema de los juguetes y los gustos que los v¨¢stagos tuvieran. ?Ja! Los ni?os, en mi caso las ni?as, vienen ya ellas solitas programadas con sus gustos, car¨¢cter, forma de ser y necesidades y la mejor manera de fracasar (al menos en mi caso) es meter baza. No sirve absolutamente de nada.
Dos redactoras de De Mamas & De Papas, y madres, opinan sobre el eterno dilema:?estamos a favor o en contra de la diferencia de g¨¦nero en juguetes y vestimenta? En definitiva, ?rosa s¨ª o rosa no?
Por el no pasa nada: Gema Lendoiro
Las mu?ecas en mi casa no aparecieron hasta que la peque?a (cuatro a?os) impuso su criterio sobre la mayor (seis a?os). A la segunda no le interesaban nada m¨¢s que los caballos y dem¨¢s animales (y yo feliz) y con eso se entretuvo desde m¨¢s o menos el a?o hasta que su hermanita peque?a, pero de fuerte car¨¢cter, comenz¨® a crecer y a eso de los dos a?os dej¨® muy claro que a ella lo que le gustaban era todo aquello que (quiz¨¢s mal hecho) asociamos al mundo femenino. A saber: beb¨¦s, carrito de beb¨¦s, darles de comer, prepararles la comida. Viendo la mayor que si acced¨ªa a esos juegos ten¨ªa una gran aliada, eso hizo, y desde hace dos a?os mi casa es, ahora s¨ª, lo que com¨²nmente se denomina, un mundo rosa t¨ªpico de ni?as.
Porque a los beb¨¦s le siguieron lo de jugar a las madres. Y las madres, seg¨²n mis hijas, quedan con sus amigas para tomar el t¨¦ y colocan una mesa con flores y velas que r¨ªete t¨² de Downton Abbey (les juro que yo no tomo t¨¦) y se sientan las dos a tomarlo mientras charlan y hacen que hablan por el m¨®vil (eso s¨ª que es preocupante). Viendo lo bien que se lo pasan a jugar a las casitas, este a?o los Reyes Magos no se resistieron a regalarles una s¨²percocina con todos los utensilios. Menudo planazo, ?si hasta yo juego con ellas de lo bonita que me parece! Se pasan horas haciendo que est¨¢n en un restaurante y piden comida. Una la prepara y la otra se la come. ?Alg¨²n problema? No lo creo.
Y no solo eso, tambi¨¦n se visten como princesas. Su modelo actual es Elsa, la de Frozen, a la que tunean con tacones y unas coronas de pl¨¢stico que a m¨ª me recuerda a Miss Castilla-La Mancha. Y se ponen unos pendientes y se pintan las u?as, en fin, un primor. El ¨²nico problema que veo (y que espero que se les pase) es que les encantan los brillos y la mezcla de colores imposibles.
Yo no quer¨ªa, pero el mundo se impone. Y a m¨ª lo que me importa, lo que de verdad me importa, no es a lo que juegan, sino que juegan y que lo hacen juntas y durante horas imagin¨¢ndose historia. Qu¨¦ digo yo, eso es la infancia de verdad, jugar e inventarse otros mundos. ?Juegan a las madres porque son ni?as? Pues seguramente porque me han visto a m¨ª mucho m¨¢s en casa cuid¨¢ndolas que a su padre (yo trabajo desde casa con mi ordenador). Y no creo que eso sea mayor problema. ?Y les gusta el rosa? Pues a la mayor, s¨ª y a la peque?a el azul. Si es que me da igual. Al final cuando sean mayores eso ser¨¢ lo de menos. Lo de m¨¢s ser¨¢ recordar lo bien que se llevaban entre ellas y la gran aliada que la una es para la otra y que se tendr¨¢n en el futuro. Sin chorradas de rosas y azules que, sinceramente, creo que importa bastante poco.
Por el mejor no: Cecilia Jan
Vaya por delante que a m¨ª el rosa me gusta. Tengo ropa y hasta la funda del m¨®vil de ese color. Pero lo que no me gusta es el rosismo por decreto que impera en las jugueter¨ªas y en muchas prendas infantiles. Me parece, como ya expliqu¨¦ cuando despotriqu¨¦ contra las princesas, una imposici¨®n de marketing que penetra desde la m¨¢s tierna infancia en los cerebros de ni?os y ni?as y que los clasifica desde bien peque?itos en unos roles de g¨¦nero que a¨²n necesitan de mucho trabajo para cambiar.
Desde que empiezan a juntarse con amigos y a tomar decisiones, pongamos que hacia los dos a?os, te das cuenta de que han escapado de tu control. De que un d¨ªa te llegan diciendo ¡°no me gusta eso porque es de ni?os/ni?as¡± aunque hasta hace dos d¨ªas no les importara. De que lo de rosa y lila es claramente ¡°de ni?as¡±, mientras que el azul oscuro, el gris, el rojo, parece que son colores de machotes. Y les dices ¡°no hay colores de ni?os y de ni?as¡±, mira, pap¨¢ tiene una camisa rosa, el Real Madrid tiene una equipaci¨®n rosa, pero ya de ah¨ª no les sacas. Miran con sospecha, si es que se dignan echarle un vistazo, los juguetes del otro color.
Y qu¨¦ casualidad, los carros de beb¨¦s, las aspiradoras de juguete y las cocinitas, que cuando son beb¨¦s suelen llamar la atenci¨®n de unos y otras, son normalmente o rosas o de un tono pastel inequ¨ªvoco que echa para atr¨¢s a muchos chicos. Y los juguetes que implican aventura, acci¨®n, ciencia, son de esos colores que desde peque?itas nos han entrenado para no dedicarles ni un pensamiento.
Vale que naturalmente muchos ni?os prefieren los coches y muchas ni?as las mu?ecas. Pero tambi¨¦n hay muchos otros, de ambos sexos, que se retraen de jugar con algo que de otra forma les apetecer¨ªa por no salirse del carril. Por no hablar de los que directamente son mirados como bichos raros o sufren burlas, los ni?os considerados afeminados por preferir las princesas o las cosas rosa y las ni?as marimacho que osan llevar una camiseta de Hulk.
?Qu¨¦ m¨¢s importante es la educaci¨®n y el ejemplo que se d¨¦ en casa? Claro, pero todo suma. Si no estuviera todo tan claramente diferenciado entre ¡°de ni?os¡± y ¡°de ni?as¡±, probablemente m¨¢s ni?os jugar¨ªan con cocinitas y m¨¢s ni?as con coches. ?Qu¨¦ costar¨ªa fabricar juguetes alegres y coloridos v¨¢lidos y atractivos para ambos sexos?
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