El gen negro de los andaluces
Un colectivo promueve la visibilidad de la presencia permanente de africanos en el sur de la pen¨ªnsula
La esencia de la negritud africana est¨¢ en los andaluces. Forma parte de sus genes, queda acompasada junto al p¨¢lpito de la sangre gitana, cristiana, jud¨ªa y musulmana. En el sur de la pen¨ªnsula Ib¨¦rica se mantiene una identidad forjada entre cinco fuentes culturales que unidas han enriquecido un territorio m¨¢s considerado en el pasado como el norte de ?frica. Esta es la diversidad que defiende el colectivo Asamblea de Andaluc¨ªa, un grupo de intelectuales que, entre otras acciones, se ha marcado el objetivo de dar visibilidad a la historia de una comunidad fruto de la sinergia infinita de gentes.
"Estamos activando una parte de la historia silenciada intencionadamente. Las culturas cristiana, jud¨ªa y musulmana siempre han sido las oficiales, pero hay que agregarle dos para hacer justicia; la negra y la gitana. No es casualidad que se hayan callado porque son las de abajo y por la verg¨¹enza de la negritud vinculada a la esclavitud, pero llevan aqu¨ª siglos", apunta el catedr¨¢tico de Antropolog¨ªa Isidoro Moreno, que pertenece al colectivo.
Una vez recordado que la humanidad proviene de ?frica, y en un somero repaso por la Historia, la presencia de africanos en Andaluc¨ªa comienza durante el Imperio Romano, cuando llegaran a la b¨¦tica como esclavos negros. "Una pr¨¢ctica incluso justificada y defendida en escritos filos¨®ficos de tradici¨®n cl¨¢sica que se extendi¨® hasta la ¨¦poca medieval, cuando los ¨¢rabes tambi¨¦n compraban esclavos negros, y asumida igualmente por la tradici¨®n juda¨ªca", resume Moreno, que ilustra como ejemplo que en los pasos de Semana Santa de Sevilla (esculturas que representan los pasajes de la vida de Jesucristo) aparecen esclavos negros sirviendo a los romanos.
Pero el punto de inflexi¨®n fue el final del siglo XIV, cuando las correr¨ªas de los portugueses por las costa occidental africana abri¨® durante cerca de cinco siglos la espita del mercado y la trata de esclavos negros hasta Lisboa, primero a Europa y posteriormente a las Am¨¦ricas. Pronto Sevilla y C¨¢diz se convirtieron en centros comerciales de trata de personas como mercanc¨ªa, hasta que en estas ciudades andaluzas las poblaci¨®n negra lleg¨® a suponer m¨¢s de un 10% de los residentes por periodos hasta el XIX.
Fueron cinco siglos de despoblaci¨®n del ?frica occidental, de secuestros de millones de personas desarraigadas de sus tierras, de capturas durante periodos de guerras, de ruptura de familias, de fractura de etnias como la wolof o la yoruba, de vidas arrasadas desde el Golfo de Guinea hasta el interior y el Congo. Se enriquecieron los blancos, y tambi¨¦n los negros encargados de capturar por el continente esta valiosa pero gratuita mano de obra y recurso sexual. "Todos los blancos ten¨ªan esclavos, los nobles, los cl¨¦rigos, los comerciantes, era lo normal", acu?a Moreno. Una realidad que no se explica en los colegios ni en los libros de Historia.
¡°Es una verdad maravillosamente oculta. Espa?a ha tratado de esconder que hemos sido grandes esclavistas. Un delito contra la humanidad mantenido durante siglos que ha dado base a grandes fortunas y empresas capitalistas de pa¨ªses que hoy se consideran desarrollados¡±, declara Ra¨²l Rodr¨ªguez, antrop¨®logo y ponente en la charla Las cinco fuentes de la identidad andaluza, celebrada recientemente en Bollullos de la Mitaci¨®n (Sevilla).
¡°Esto se ha borrado de todas las maneras, apenas hay vestigios oficiales que nos den en la escuela de nuestro pasado negro. Como la gente no nos ve oscura, se pregunta que d¨®nde est¨¢. Pero es que somos nosotros. Yo tengo dos hijas mulatas y la m¨¢s peque?a es pr¨¢cticamente blanca. ?Qu¨¦ no suceder¨¢ varias generaciones despu¨¦s?¡±, a?ade el investigador y m¨²sico, especializado en la influencia cultural de la negritud en Andaluc¨ªa.
"La evidencia m¨¢s clara se ve en el comp¨¢s madre de la buler¨ªa. Y hay una relaci¨®n muy relevante tambi¨¦n en la zarabanda, vinculada con los bailes de Sierra Leona, Liberia y otros pa¨ªses del Golfo de Guinea", apunta Rodr¨ªguez, que en un gesto de redimensionar estar realidades, enfatiza que cuando te quitan hasta las ropas, lo que queda de la persona es la cultura. "Aqu¨ª llegaron sus ritmos y sus m¨²sicas. Lo que ten¨ªan dentro", ilustra. Otros ejemplos de este legado cultural aparece en las menciones a la esclavitud en El Quijote de Cervantes, en los textos de Lope de Vega, o en figuras como Juan Latino, un esclavo que pas¨® a ser Catedr¨¢tico en siglo XVI en Granada.
"Est¨¢ fuera del sentido com¨²n que la presencia negra no influyera en las personas. Quiz¨¢s no queda en lo que la gente considera alta cultura, y tampoco sale en los libros porque en su mayor¨ªa eran analfabetos. Incluso en las cofrad¨ªas de negros hab¨ªa un blanco que era el que escrib¨ªa las actas. Pero son poblaciones con siglos de antig¨¹edad en Andaluc¨ªa", aclara Moreno, que destaca su propio apellido como posible herencia de aquel pasado. "A la gente negra se le llamaba morena para no usar negro, y a los esclavos se les pon¨ªa apellido de blanco para marcar su propiedad", ejemplifica el catedr¨¢tico.
Moreno asegura que en localidades onubenses de Niebla, Gibrale¨®n o Cartaya todav¨ªa los mayores del lugar recuerdan los guetos de negros. Ya en la actualidad, la emigraci¨®n ha devuelto las teces m¨¢s oscuras a la b¨¦tica desde la segunda mitad del siglo XX. "A la gente le puede resultar una novedad ver a negros por la calle, pero apenas hemos estado 200 a?os sin ellos. Si miramos varios siglos atr¨¢s, es una repetici¨®n, de otra manera por supuesto, y en menor n¨²mero, de lo que ya ocurri¨®. Es un reflejo m¨¢s del car¨¢cter pluri¨¦tnico de nuestra forma de ser y de nuestra identidad andaluza", concluye el profesor.
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