El cerebro artificial que piensa por ti
SOMOS LA ?LTIMA generaci¨®n que es m¨¢s inteligente que sus m¨¢quinas. Estamos en la antesala de profundos cambios sociales. En nuestro futuro se dibujan grandes oportunidades y grandes inc¨®gnitas. Escuchar a los investigadores, ingenieros, pensadores y cient¨ªficos que trabajan en el ¨¢mbito de la inteligencia artificial es asistir a una catarata de palabras enormes, a veces grandilocuentes; a un aluvi¨®n de ideas que anuncian un nuevo mundo a la vuelta de la esquina.
El coche aut¨®nomo que toma decisiones por s¨ª solo y que transformar¨¢ nuestras ciudades; los robots que desplazan a los trabajadores de sus anal¨®gicos puestos de trabajo; la posibilidad ¨Cpor lo que parece, a¨²n remota¨C de que las m¨¢quinas puedan llegar a ser m¨¢s inteligentes que los seres humanos¡ Nadie sabe cu¨¢les ser¨¢n el alcance y la rapidez de los cambios. Habr¨¢ que ver si se trata de una revoluci¨®n equiparable, en su capacidad de transformaci¨®n, a la industrial, pero lo cierto es que la inteligencia artificial est¨¢ ya en el centro del debate.
El pr¨®ximo paso: recomendarnos algo antes incluso de que sepamos que lo necesitamos.
El joven investigador Kory Ma?thewson tiene claro que la AI (por sus siglas en ingl¨¦s, artificial intelligence) nos conduce a lugares interesantes. A que las m¨¢quinas detecten el c¨¢ncer de mama antes que el mejor de los radi¨®logos del mundo, por poner un simple ejemplo. Este canadiense de 29 a?os estudi¨® Ingenier¨ªa Biom¨¦dica y despu¨¦s se doctor¨® en Ciencias de la Computaci¨®n. ¡°Cada vez vamos a interactuar m¨¢s con sistemas aut¨®nomos: coches, tel¨¦fonos m¨¢s inteligentes, computadoras que sabr¨¢n m¨¢s de nosotros¡±, dice al poco de llegar a Barcelona, con su camisa de cuadros, su mochila al hombro y sus pantalones de explorador, para impartir un taller en el NIPS (Neural Information Processing Systems, sistemas de procesamiento de informaci¨®n neuronal), una de las cinco grandes citas cient¨ªficas de la AI. Considera que esta nos puede ayudar, siempre y cuando vigilemos su evoluci¨®n.
La inteligencia artificial se ha convertido en el nuevo santo grial, en el codiciado campo en el que investigan e invierten los monstruos tecnol¨®gicos de Silicon Valley. La consultora Forrester calcula que en 2017 se ?triplicar¨¢n las inversiones. Se trata de la nueva next big thing, esa etiqueta que el valle californiano se inventa cada temporada para anunciar el nuevo fen¨®meno que todo lo cambiar¨¢ y que sirve tambi¨¦n para colocar g¨¦nero tecnol¨®gico fresco en el mercado.
En 2016 se han batido ya todos los r¨¦cords de inversiones: 550 start-ups de inteligencia artificial han conseguido levantar 5.000 millones de d¨®lares (4.600 millones de euros) en rondas de financiaci¨®n frente al medio mill¨®n logrado en 2012, seg¨²n el centro de estudios CB Insights. Google, Intel, Apple, IBM, Yahoo o Facebook se han lanzado a esta carrera en los ¨²ltimos cuatro a?os con la chequera por delante. Google ha adquirido 11 firmas de inteligencia artificial desde 2011. Intel (que en 2016 compr¨® tres) y Apple (que se hizo con dos) le siguen los pasos, seg¨²n CB Insights. La inteligencia artificial se desliza silenciosamente en nuestras vidas a trav¨¦s de las pantallas que manejamos.
La mayor parte de la AI con la que convivimos recopila informaci¨®n cada vez que hacemos algo con nuestro tel¨¦fono u ordenador, encuentra patrones de conducta, elabora un perfil de nosotros ¨Cmujer, de 30 a?os, con hijos, que busca libros de filosof¨ªa¨C y recomienda en funci¨®n de ello. Lo que nos muestra u ofrece depende de lo que sabe de nosotros y de lo que le gusta a gente como nosotros. ¡°El pr¨®ximo paso ser¨¢ recomendarte algo antes incluso de que t¨² sepas lo que necesitas¡±, afirma Nidhi Chappell, directora de inteligencia artificial del Data Center Group de Intel. Las m¨¢quinas cada vez aprenden m¨¢s, mejor. Y m¨¢s r¨¢pido.
El buscador de Google es una de las presencias digitales de nuestro d¨ªa a d¨ªa que incorpora crecientes capas de AI. Interpreta lo que le pedimos para ofrecer resultados relevantes. De no ser as¨ª, cuando ponemos en el campo de b¨²squeda ¡°Elecciones USA¡±, nos podr¨ªa remitir a los comicios de hace medio siglo en vez de a las m¨¢s recientes. Cuando la red social Facebook nos coloca un anuncio, incorpora inteligencia artificial. Lo hacen tambi¨¦n la plataforma de venta Amazon o el portal Netflix cuando nos recomiendan un libro o una pel¨ªcula.
Acumular y procesar datos. Encontrar patrones. Aprender del usuario, de los usuarios. Eso que com¨²nmente denominamos AI es en realidad machine learning (en ingl¨¦s, aprendizaje de las m¨¢quinas) o aprendizaje autom¨¢tico: m¨¢quinas que aprenden por s¨ª solas y resuelven problemas. ¡°Inteligencia artificial es una etiqueta demasiado grande¡±, dice Greg Corrado, cient¨ªfico e investigador de Google, a trav¨¦s de videoconferencia. ¡°Ser¨ªa m¨¢s correcto hablar de que estamos ante los ¨²ltimos ordenadores est¨²pidos. No suena tan sexy, pero es m¨¢s preciso¡±.
El machine learning est¨¢ presente en las aplicaciones de traducci¨®n, en los filtros de spam del correo electr¨®nico y en los asistentes digitales, esos entes a los que uno les puede pedir de viva voz ¡°m¨¢rcame el tel¨¦fono de casa¡± ¨Ccomo el Cortana de Microsoft, el Siri de Apple, el Alexa de Amazon o el nuevo Google Assistant¨C. Estos dispositivos son el embri¨®n del gemelo digital, el n¨²cleo inteligente que nos acompa?ar¨¢ en nuestros distintos soportes (tel¨¦fono, ordenador port¨¢til, televisi¨®n inteligente¡). Probablemente no tenga una voz tan sexy como la de Scarlett Johansson, el asistente que ?acompa?aba al personaje de Joaquin ?Phoenix en Her, la premonitoria pe??l¨ªcula de Spike Jonze, pero lo intentar¨¢: la rob¨®tica ya es capaz de crear voces casi humanas.
Las m¨¢quinas de hoy d¨ªa entienden lo mismo que un ni?o de cinco a?os, seg¨²n explica Greg Corrado. Traducen como uno de 13 a?os. Y multiplican mejor que nadie. ¡°Pero tienen la inteligencia emocional de un chihuahua¡±, bromea el experto de Google.
¡°en el ¨¢mbito laboral, la revoluci¨®n podr¨ªa ser muy disruptiva¡±, plantea el doctor en metaf¨ªsica stephen cave.
Intentando ense?ar a los ordenadores c¨®mo deben aprender, los progresos est¨¢n llegando con el uso de algoritmos que se inspiran en el funcionamiento de nuestro cerebro, de nuestras neuronas. Son las llamadas redes neuronales artificiales, que dan paso a lo que conocemos como deep learning, aprendizaje profundo.
Gran parte de lo que hoy llamamos inteligencia artificial tiene, de hecho, mucho que ver con la estad¨ªstica. As¨ª lo refrenda Susan Holmes, profesora de la Universidad de Stanford (EE UU). Lleva 15 a?os trabajando en bioestad¨ªsticas asociadas al c¨¢ncer y al sistema inmunol¨®gico. Era una de las invitadas en la ¨²ltima edici¨®n del NIPS, que el pasado mes de diciembre tuvo como sede Barcelona.
Holmes aparece en la recepci¨®n del Princess Hotel, situado frente al Centre de Convencions Internacional de Barcelona, que alberga el NIPS, con su larga melena blanca, sus gafas redondas y su paz interior. En su grupo de investigaci¨®n utilizan la AI ¨Cella prefiere llamarlo statistical learning, aprendizaje estad¨ªstico¨C para crear modelos que permitan anticipar si un beb¨¦ va a ser prematuro. Tomando muestras de las secreciones vaginales de las pacientes y buscando el ADN de un gen ¨Cel housekeeping 16 s RNA¨C que existe en determinadas bacterias, pueden predecir si hay riesgo de que el beb¨¦ llegue antes de tiempo.
Holmes desenfunda un Mac plagado de pegatinas y explica c¨®mo maneja R, el software libre que le permite programar. ¡°El machine learning no es m¨¢s que el uso de computadoras para comprender fen¨®menos complejos¡±, dice con una sonrisa. Hace 20 a?os, explica, se pensaba en el c¨¢ncer de mama como una enfermedad. Hoy d¨ªa conocemos 40 tipos de c¨¢ncer de mama distintos. Las m¨¢quinas nos ayudan a procesar grandes cantidades de informaci¨®n, a cruzar datos con perfiles gen¨¦ticos. El m¨¦dico puede tomar una decisi¨®n basada en decenas de miles de mediciones. La inteligencia artificial le sugiere al facultativo qu¨¦ medicaci¨®n es la m¨¢s adecuada despu¨¦s de ver los efectos que ha tenido en personas con perfiles gen¨¦ticos similares.
Dentro de 10 a?os, dice Holmes, corremos el peligro de que muchas decisiones m¨¦dicas se adopten de un modo automatizado. El factor humano, ?sostiene, deber¨ªa seguir siendo muy importante. ¡°No hay mejor red neuronal que un cerebro m¨¢s una compu?tado?ra¡±, espeta con sorna. Es importante tambi¨¦n la cautela en el manejo de la informaci¨®n privada de los pacientes. Procesamiento y ?gesti¨®n de datos, anonimato, privacidad. Son m¨²ltiples los retos a los que se enfrenta la sociedad de la inteligencia.
La velocidad a la hora de procesar los datos es una de las claves del desarrollo de la inteligencia artificial. Para que un coche aut¨®nomo pueda conducir solo en una avenida junto a otros veh¨ªculos, por ejemplo, debe actualizar en tiempo real una ?cantidad ingente de informaci¨®n: distancia con respecto al coche de delante, velocidad a la que van cada uno de los veh¨ªculos que le rodean, estado de la carretera¡ Los coches van camino de convertirse en centros de datos ambulantes.
La firma de microprocesadores Intel organiz¨® un evento en San Francisco el pasado noviembre, el Intel AI Day, para anunciar los acuerdos de desarrollo de inteligencia artificial a los que ha llegado con empresas como Google ¨Cvolcada en el AI first (AI primero)¨C, BMW o Siemens. Y mostr¨® tambi¨¦n el Xeon Phi, un microprocesador ¨Cel cerebro del ordenador¨C que permite multiplicar por cuatro, seg¨²n aseguran, la llamada deep learning performance, sus prestaciones.
En un evento muy a la americana, con presentaciones, talleres y sesiones especializadas, decenas de expertos pusieron de manifiesto que nos asomamos a un mundo nuevo. Las f¨¢bricas cada vez contar¨¢n con una mayor manufacturaci¨®n aut¨®noma; se podr¨¢ predecir cu¨¢ndo se va a estropear una m¨¢quina y cu¨¢ndo tocar¨¢ repararla. Las prospecciones bajo tierra en busca de gas o petr¨®leo podr¨¢n ser m¨¢s precisas. ¡°La inteligencia artificial permitir¨¢ que los automovilistas no tengan que ocuparse de conducir cuando no resulta divertido¡±, asegura en un receso del AI Day Reinhard Stolle, vicepresidente de inteligencia artificial y machine learning del grupo BMW. Podremos comprobar nuestros correos electr¨®nicos o jugar al Pok¨¦mon Go en un atasco. ¡°Y salvar¨¢ vidas. La mayor¨ªa de los accidentes se deben a conductores que cometen errores¡±.
Las m¨¢quinas tambi¨¦n fallan, como bien se ha puesto de manifiesto con los primeros prototipos de coches aut¨®nomos que Tesla y Google han puesto a funcionar. De hecho, estos tendr¨¢n que dotarse de un sistema de valores para afrontar dilemas ¨¦ticos: si un ni?o cruza la carretera ?inesperadamente, ?qu¨¦ hace la m¨¢quina?, ?esquiva al ni?o y pone en peligro al hijo del conductor que va de ?copiloto? Los algoritmos no tienen ¨¦tica, y la inquietud de c¨®mo solucionar esta espinosa cuesti¨®n recorre Silicon Valley.
La automatizaci¨®n de la vida plantea tambi¨¦n dilemas legales. ?C¨®mo debe regular el derecho la relaci¨®n de los seres humanos con los robots? La Comisi¨®n de Asuntos Jur¨ªdicos de la Comisi¨®n Europea acaba de aprobar un informe pidiendo que se cree un marco jur¨ªdico concreto, que se constituya una agencia comunitaria centrada en esta materia y que se establezca un c¨®digo ¨¦tico voluntario.
La inteligencia artificial ya est¨¢ propiciando granjas automatizadas en las que el an¨¢lisis de datos permite evitar que se fertilice o se plante de m¨¢s en algunos valles de California. Y ya hay camiones aut¨®nomos trabajando en minas de Australia. El transporte por carretera ser¨¢, sin duda, uno de los sectores que se ver¨¢n m¨¢s afectados: har¨¢n falta m¨¢s mec¨¢nicos para reparar este tipo de camiones que conductores. Son cambios que apunta Naveen Rao, de 41 a?os, vicepresidente de soluciones de inteligencia artificial de Intel. ¡°Podremos hacer m¨¢s con menos tiempo y esfuerzo¡±, afirma en un hotel de San Francisco.
Los efectos se dejar¨¢n notar en el sector de la seguridad y militar (drones inteligentes), en la vigilancia, en el sector financiero. Hasta la justicia ha emprendido el rumbo hacia la AI y en Estados Unidos ya se est¨¢ utilizando un software, North?pointe, con el que se puede hacer un c¨¢lculo del riesgo que tiene un preso de reincidir.
Las transformaciones en el mundo laboral tambi¨¦n son objeto de an¨¢lisis. Daniel Susskind, coautor junto a su padre, Richard Susskind, de El futuro de las profesiones (Editorial Teell), recuerda, en conversaci¨®n telef¨®nica desde Londres, que ya hay 48 millones de estadounidenses que recurren a un software que hace las veces de asesor fiscal online. Y utiliza el ejemplo de un robot farmac¨¦utico de la Universidad de California, en San Francisco, que ya ha realizado m¨¢s de seis millones de recetas (en una de ellas fall¨®) para ilustrar el alcance de los cambios que se avecinan. ¡°Lo que resulta preocupante¡±, dice Susskind, ¡°es que la velocidad de las nuevas tecnolog¨ªas provoca que las brechas en funci¨®n de las capacidades sean cada vez m¨¢s grandes¡±.
Las nuevas herramientas ayudan y ayudar¨¢n a los humanos a tomar mejores decisiones, s¨ª; pero en algunos casos los reemplazar¨¢n. El 57% de los empleos actuales en pa¨ªses de la OCDE est¨¢ en riesgo de desaparecer como consecuencia del auge del big data y del machine learning, seg¨²n el estudio Technology at work v2.0 de la Universidad de Oxford.
Stephen Cave, fil¨®sofo, exdiplom¨¢tico y doctor en Metaf¨ªsica por la Universidad de Cambridge, opina que la AI tiene el potencial de revolucionar nuestra sociedad tal y como lo hizo la revoluci¨®n industrial. Director ejecutivo del Leverlhume Center for the Future of Intelligence (LCFI), centro de estudios cuya base est¨¢ en la Universidad de Cambridge, se?ala que la sociedad deber¨¢ hacer frente a una automatizaci¨®n que generar¨¢ bolsas de trabajadores que se sentir¨¢n desplazados por las m¨¢quinas, in¨²tiles. Un problema que tiene que ver con la autoestima y que no necesariamente se podr¨¢ resolver con una renta b¨¢sica.
¡°Debemos prepararnos por si en el ¨¢mbito laboral resulta muy disruptiva¡±, advierte. ¡°El ascenso del comunismo, del fascismo, un par de guerras mundiales¡ fueron, en parte, consecuencia de la industrializaci¨®n. As¨ª que, incluso si en 200 a?os todo va bien, tenemos que asegurarnos de que el camino hacia la inteligencia artificial sea suave y que la gente no sufra¡±.
El cambio y la disrupci¨®n ser¨¢n norma. El esquema no ser¨¢ aprender, trabajar y retirarse, explica Cave, sino que a lo largo de una carrera profesional habr¨¢ que hacer interrupciones destinadas a adquirir formaci¨®n y ponerse al d¨ªa. ¡°Habr¨¢ que pensar en una vida menos lineal, m¨¢s circular¡±.
Fue precisamente en la inauguraci¨®n del LCFI en octubre de 2016 cuando el cient¨ªfico Stephen Hawking dijo que la AI es capaz de traer lo mejor y lo peor a nuestras sociedades. El advenimiento de este giro tecnol¨®gico despierta todo tipo de reacciones.
Lo que parece evidente es que la llegada de un ej¨¦rcito de robots con forma humana que toman el control del planeta, una imagen que ha calado en el imaginario colectivo, resulta poco realista. Caminamos, m¨¢s bien, hacia una sociedad en la que el hombre convivir¨¢ con una serie de agentes artificiales entre los que habr¨¢ coches aut¨®nomos, robots y mentes digitales que formar¨¢n parte de nuestra sociedad.
Existe un 90% de posibilidades de que entre 2075 y 2090 haya m¨¢quinas tan inteligentes como los humanos, seg¨²n se desprende de Superinteligencia: caminos, peligros, estrategias (Editorial Teell), uno de los libros de referencia en el an¨¢lisis de la inteligencia artificial, elogiado por fil¨®sofos de prestigio como Derek Parfit y visionarios de Silicon Valley como Bill Gates, de Microsoft, o Elon Musk, de Tesla.
En uno de los escenarios que analiza su autor, el fil¨®sofo sueco Nick Bostrom, se produce lo que ¨¦l denomina como una explosi¨®n de inteligencia: la m¨¢quina supera al hombre y aprende por s¨ª sola hasta ser capaz de desarrollar habilidades de programaci¨®n, hacking y manipulaci¨®n social.
Stephen Cave abunda en esta proyecci¨®n futurista. ¡°El problema es que esa tecnolog¨ªa falle, que desarrolle objetivos propios o que desen?cadene alguna cat¨¢strofe como una pandemia o una guerra nuclear. Lo peligroso es que nos confiemos¡±. Para no resultar tan fatalista, matiza: ¡°Pero cuanto m¨¢s poderosas sean las m¨¢quinas, m¨¢s nos pueden beneficiar. ?Pueden ayudarnos a solventar el problema del cambio clim¨¢tico, a curar enfermedades!¡±.
En uno de los escenarios que analiza el fil¨®sofo sueco nick bostrom, la m¨¢quina es capaz de desarrollar habilidades de programaci¨®n y manipulaci¨®n social.
La ¨²ltima vez que Silicon Valley apost¨® por la inteligencia artificial, en los ochenta, la fiebre remiti¨® al poco. Condujo al llamado AI Winter, el invierno de la AI. Ahora, en este nuevo resurgir, todo parece distinto. O, al menos, ese es el sentir de buena parte de la comunidad cient¨ªfica. Una m¨¢quina de DeepMind, una de las firmas punteras en este campo, adquirida por Google en 2014, consigui¨® derrotar en marzo del a?o pasado a Lee Sedol, uno de los mejores jugadores del mundo de Go, complejo juego que se asemeja a un ajedrez oriental. No se esperaba un avance de esta naturaleza hasta dentro de 15 a?os. La m¨¢quina que dobleg¨® a Sedol incorpor¨® los tres tipos de machine learning que hay hoy d¨ªa: el supervisado (algoritmo que trabaja con informaci¨®n etiquetada, la mayor parte de la AI del presente), el no supervisado (el sistema reconoce patrones y etiqueta los datos por s¨ª solo) y el que funciona por refuerzo (el m¨¢s complejo y excitante: la m¨¢quina aprende sola mediante ensayo y error; es reforzada cuando acierta y penalizada cuando se equivoca). Demis Hassabis, l¨ªder de DeepMind, dijo que la m¨¢quina hab¨ªa conseguido algo cercano a imitar la intuici¨®n humana.
A corto plazo veremos c¨®mo mejoran las aplicaciones de traducci¨®n simult¨¢nea, c¨®mo los coches se van haciendo progresivamente aut¨®nomos, c¨®mo la m¨¢quina que nos habla por tel¨¦fono cuando llamamos al banco es cada vez menos tonta. Todo ir¨¢ sucediendo silenciosamente. Divisaremos drones espantap¨¢jaros volando por los aires; los robots nos traer¨¢n la cerveza y guardar¨¢n los juguetes de los ni?os, explica el joven investigador norteamericano Matthew E. Taylor, director del Intelligent Robot Learning Laboratory de la Washington State University. Aprender¨¢n por s¨ª solos entendiendo que lo han hecho bien si reconocen en nuestra cara una sonrisa.
A medio plazo, tal y como evoca Bostrom, asistiremos a un nuevo concepto de la reputaci¨®n. Nos podremos cruzar por la calle con gente de la que sabremos autom¨¢ticamente qui¨¦n es y a qu¨¦ se dedica gracias a las aplicaciones de realidad aumentada, combinaci¨®n de mundo real y virtual. Adi¨®s al anonimato.
A largo plazo, ya veremos.
¡°Tengo la sensaci¨®n de que vivimos en una era de transici¨®n¡±, dice Nick Bostrom. ¡°La gente tiende a creer que la vida va a seguir igual: que sonar¨¢ el despertador, iremos al trabajo, pasaremos el d¨ªa frente a una pantalla, volveremos a casa y veremos la tele. Piensa que las desviaciones sobre ese plan son hip¨®tesis bizarras. Es algo absurdo desde cualquier ¨¢ngulo. Fuera de esa peque?a burbuja en la que vivimos puede que haya un mundo muy diferente, el mundo del futuro, distinto de la realidad que nos rodea. Las cosas van a cambiar m¨¢s de lo que la gente espera¡±.
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