Fran?oise Hardy: ¡°Solo me interesan los pol¨ªticos librepensadores o francotiradores¡±
LA PRESENTACI?N es glacial. Fran?oise Hardy preferir¨ªa no tener que estrechar la mano de su interlocutor. ¡°Mi fr¨¢gil estado de salud no me lo permite. Todav¨ªa menos en periodos de epidemia gripal¡±, se excusa. Pero las apariencias enga?an. Cuando le proponemos un saludo a la japonesa, Hardy estalla en carcajadas. Su rictus solemne esconde una expresividad casi infantil y un humor tan negro como su atuendo, con el que parece pasear su luto existencial por el mundo. Fina y alargada como un tallo, la cantante aparece en medio del vest¨ªbulo del hotel Raphael de Par¨ªs, donde sol¨ªa encontrarse con su amigo Serge Gainsbourg, quien le compuso esa oda a la aliteraci¨®n que es Comment te dire adieu. Acaban de salir en castellano sus memorias, La desesperaci¨®n de los simios¡ y otras bagatelas (Expediciones Polares), donde Hardy resume una vida en la que no ha habido solo m¨²sica. De su descubrimiento cuando era una adolescente que entonaba placenteras canciones de desamor ¨Chay que ser franc¨¦s para dar con la f¨®rmula m¨¢gica¨C hasta su madurez, marcada por otras pasiones menos conocidas, como la astrolog¨ªa, la grafolog¨ªa y la f¨ªsica cu¨¢ntica. A los 73 a?os, Hardy acaba de regresar de entre los muertos. Despu¨¦s de una d¨¦cada batallando contra el c¨¢ncer, pas¨® tres semanas inconsciente en el hospital. Los m¨¦dicos decretaron que era el final. Pero ella decidi¨® resucitar. Y ha contado su experiencia en otro libro, Un cadeau du ciel¡ (un regalo del cielo¡), reci¨¦n publicado en su pa¨ªs, donde habla de los meses que pas¨® entre la vida y la muerte.
Lo primero que sorprende es lo bien escrito que est¨¢ su libro, comparado con los de otros m¨²sicos. Claro, porque yo no tengo negro. Intentaron que lo escribiera con una periodista, pero cuando me mand¨® su primer borrador me pareci¨® un revoltijo. Y a m¨ª no me gusta nada el desorden. La verdad es que no quer¨ªa escribirlo, pero mi editor me convenci¨® dici¨¦ndome esto: ¡°Cuando te mueras, saldr¨¢n otros contando disparates sobre ti. Mejor que cuentes tu verdad¡±. Cuando uno est¨¢ muerto, supongo que tiene preocupaciones m¨¢s importantes que esta, pero decid¨ª hacerlo de todas formas, aunque fuera por mi hijo.
?En qu¨¦ le ha cambiado su enfermedad? Ha hecho que me interese m¨¢s por la espiritualidad. Antes ya me interesaba, pero no ten¨ªa tiempo que dedicarle. Desde que me salv¨¦ de la muerte, creo mucho en el poder del rezo. Dos amigos muy cercanos organizaron grupos de plegaria para salvarme. Piense que llamaron a mi hijo y a su padre para que se despidieran de m¨ª. Hab¨ªa llegado el final. La ¨²nica explicaci¨®n que he encontrado es esa, aunque mi hemat¨®logo diga que la quimioterapia tambi¨¦n tuvo que ver¡
¡°Entre vivir una existencia insoportable y morir, prefiero mil veces morir. Soy una gran partidaria de la eutanasia desde la adolescencia¡±, escribe. ?Ya entonces pensaba en la muerte? Bueno, es que ya hab¨ªa muchos debates sobre este asunto en la televisi¨®n. Mi madre y yo est¨¢bamos firmemente a favor de la eutanasia. Mi madre incluso termin¨® benefici¨¢ndose de ella. Tengo una gran admiraci¨®n por esos m¨¦dicos que te ayudan a morir dignamente.
Se lo pregunto porque parece que siempre haya sido consciente sobre los aspectos m¨¢s oscuros de la vida. A sus 17 a?os ya cantaba: ¡°Voy sola por las calles / con el alma en pena / porque nadie me quiere¡±. Es un condicionamiento que tengo desde la infancia. Crec¨ª entre una madre que me valoraba en exceso, porque no ten¨ªa a nadie m¨¢s que a m¨ª, y una abuela que era todo lo contrario: no dejaba de decirme que era muy fea y que terminar¨ªa sola. Crec¨ª con el ego aplastado, sin confianza alguna en m¨ª misma. Por una parte, sent¨ªa que nunca estar¨ªa a la altura de lo que mi madre esperaba de m¨ª. Por la otra, que era indigna de gustar a quien fuera. La canci¨®n a la que se refiere, Tous les gar?ons et les filles, expresaba eso. En aquella ¨¦poca, estaba segura de que mi ¨²nico futuro era hacerme monja.
?Lo dice en serio? Tuvo a medio mundo enamorado de usted, incluidos Mick Jagger, David Bowie, Bob Dylan y Nick Drake, de los que habla en el libro. Ahora lo puedo entender, pero entonces, no. En aquella ¨¦poca ni siquiera me ve¨ªa a m¨ª misma en la tele. Nunca me ha interesado mi imagen. Cuando me sub¨ªa a un escenario hac¨ªa un esfuerzo especial y me vest¨ªa de Courr¨¨ges o de Paco Rabanne. Pero hacerme fotos nunca me ha gustado. Ahora, a mi edad, me molesta todav¨ªa m¨¢s.
¡°los votantes del frente nacional son como ni?os de cuatro a?os que siguen creyendo en pap¨¢ noel¡±.
?Por qu¨¦ cree que triunf¨®? Supongo que ten¨ªa carisma, o lo que entonces se llamaba ¡°presencia¡±, que es una cualidad independiente de la voluntad y del m¨¦rito que pueda tener uno. Puedes ser espantoso en la vida real, pero cuando te subes a un escenario o te colocas frente a la c¨¢mara, se produce la magia. Es una forma de seducci¨®n, pero una totalmente inconsciente. En realidad, yo nunca he sido partidaria de la seducci¨®n. Siempre he tenido un problema con ese registro.
En sus memorias explica que siempre sinti¨® ¡°el malestar del introvertido a quien no le interesa lo que interesa a los dem¨¢s y que no consigue integrarse¡±. Nac¨ª bajo el signo de Capricornio, lo que predispone a un temperamento determinado, algo desconectado del mundo exterior. Adem¨¢s, mi condicionamiento afectivo iba en esa misma direcci¨®n. Se lo repito: crec¨ª con una madre soltera y sola, que no ten¨ªa un solo amigo. Por supuesto, no estamos condenados a ser como nuestros padres, pero siempre acaba quedando algo.
?Sufri¨® por ello o esa soledad ya le parec¨ªa bien? A veces parece que sea m¨¢s bien lo segundo. No, al principio no me parec¨ªa nada bien. Los pocos hombres que han contado en mi vida han sido hombres ausentes. Solo le hablar¨¦ de dos, aunque tampoco es que haya habido muchos m¨¢s¡ El primero fue Jean-Marie P¨¦rier, el fot¨®grafo, que siempre estaba viajando. Durante cuatro a?os seguidos, llor¨¦ desconsolada porque no lo ve¨ªa nunca. Despu¨¦s vino mi marido, Jacques Dutronc, que tiene un problema grave con el compromiso. Todo lo que se le parezca le hace huir. Me volv¨ª a encontrar sola y sufr¨ª mucho. Lo que pas¨® es que, al final, me acostumbr¨¦ a vivir as¨ª. Hasta el punto de que, desde hace unos 20 a?os, no puedo vivir de otra manera. He terminado descubriendo que es en esa soledad cuando uno es plenamente libre.
Al mismo tiempo, el miedo al abandono es uno de sus temas predilectos. No es exactamente el miedo a ser abandonada, sino el miedo a no poder alcanzar al otro, o tener la sensaci¨®n de que no ha habido reciprocidad. Es lo que canto en Message personnel, que tuvo mucho ¨¦xito en Francia. Mucha gente lo relaciona con la figura de mi padre, tan ausente tambi¨¦n¡ No lo s¨¦. Lo que s¨ª s¨¦ es que siempre he ejercido un amor angustiado y angustiante.
Al principio de su carrera fue considerada una chica yey¨¦. ?Supuso aquel movimiento una ruptura con las r¨ªgidas sociedades de los primeros sesenta? Era la primera vez que exist¨ªan cantantes adolescentes que hablaban de los sentimientos propios de su edad. Cada cantante de aquella ¨¦poca encarnaba un personaje. Sylvie Vartan era la chica sexy. Sheila, la alegre y extrovertida. Yo fui la t¨ªmida, sentimental y acomplejada¡
Visit¨® Espa?a en repetidas ocasiones durante el franquismo. ?Qu¨¦ recuerda de aquel tiempo? No recuerdo nada. Lo ¨²nico que s¨¦ sobre la Guerra Civil y el franquismo es por los libros de Andr¨¦ Malraux, que le¨ª mucho m¨¢s tarde. En aquella ¨¦poca no sab¨ªa nada sobre pol¨ªtica. Fui a cantar a Sud¨¢frica¡ ?sin saber que exist¨ªa el apartheid! Me sorprendi¨® que todos fueran blancos, claro, pero no ca¨ª en el motivo. No est¨¢bamos al corriente de nada de lo que suced¨ªa en el mundo. Como mucho, solo de la muerte de Kennedy.
Es curioso, porque la mayor¨ªa de yey¨¦s fueron totalmente apol¨ªticos, cuando no de derechas¡ S¨ª, es verdad. Johnny Hallyday nunca ha sido de izquierdas. Y Sylvie Vartan, que huy¨® de la Bulgaria del comunismo, menos todav¨ªa. ?ramos hijos de familias humildes y algo derechistas, esas que votaban por el general De Gaulle. Por ejemplo, durante el Mayo del 68, Jacques y yo nos marchamos de Par¨ªs porque no me gustaban sus destrozos. Se dice que esa rebeli¨®n transform¨® la sociedad. Yo creo que es al rev¨¦s: sucedi¨® porque la sociedad ya se hab¨ªa transformado.
¡°me gustar¨ªa que las feministas demostraran m¨¢s empat¨ªa. No me gustan los colectivos que dividen a los individuos en dos grupos enfrentados¡±.
Ahora s¨ª que est¨¢ muy politizada. Por ejemplo, se ha opuesto varias veces a Fran?ois Hollande. Lo escrib¨ª en mi libro: los ¨²nicos pol¨ªticos que me han interesado son librepensadores o francotiradores. Me gustaron Michel Rocard, Raymond Barre, Hubert V¨¦drine¡ Nicolas Sarkozy me interes¨® al principio, pero luego gir¨® demasiado hacia la derecha. Gracias a ¨¦l me di cuenta de que, en realidad, soy de centro. En el panorama actual, solo me interesan Fran?ois Fillon y Emmanuel Macron. Vot¨¦ por Alain Jupp¨¦ en las primarias de la derecha francesa, pero tengo estima por Fillon desde hace tiempo. Macron tambi¨¦n me interesa, pero quiero que precise m¨¢s su programa. No puedo votar a alguien que no explica c¨®mo piensa proceder.
?Le preocupa que Marine Le Pen saque un buen resultado en las pr¨®ximas elecciones? Los votantes del Frente Nacional son como ni?os de cuatro a?os que siguen creyendo en Pap¨¢ Noel. Habr¨ªa que escuchar m¨¢s a economistas como Jean Tirole, todo un premio Nobel, que dice que salir del euro, como propone Le Pen, ser¨ªa un desastre. Votan por ella electores poco educados que se tragan todo lo que dice. Y en el mismo saco pongo al izquierdista Jean-Luc M¨¦lenchon, que tambi¨¦n es un extremista.
Nunca ha escondido sus opiniones. Ha defendido a los ricos, a los empresarios y hasta a Angela Merkel. ?Dir¨ªa que eso ha perjudicado su carrera? No lo s¨¦, y me da igual. No me negar¨¢ que necesitamos a los empresarios. Y Angela Merkel ha sido tratada injustamente. Cuando Hollande gan¨®, le propuso mutualizar la deuda en Europa. Ella respondi¨® que estaba de acuerdo, pero solo si la solidaridad implicaba menos soberan¨ªa por parte de cada Estado. Yo defiendo una Europa federal. Si no, no saldremos adelante.
Desde su juventud fue una gran admiradora de Simone de Beauvoir. Apoy¨® tambi¨¦n el derecho a la contracepci¨®n y al aborto. ?Recurr¨ª a ellos incluso cuando eran ilegales!
En los ¨²ltimos a?os, sin embargo, su mirada ha cambiado. En un libro publicado en 2015, tild¨® a las feministas de ¡°feas, hoscas y poco femeninas¡± y se dijo incapaz de identificarse con ellas. ?Qu¨¦ ha cambiado desde su juventud? Pues que hay feministas y feministas¡ No es la lucha feminista la que me disgusta, sino cierta radicalidad y cierto extremismo que existen en todo movimiento social, tambi¨¦n en el feminismo. No me gustan los colectivos que dividen a los individuos en dos grupos enfrentados. Yo no creo que las mujeres sean mejores que los hombres, ni tampoco que estos ¨²ltimos tengan el monopolio de la crueldad. Me gustar¨ªa que las feministas demostraran m¨¢s empat¨ªa.
Pero el feminismo no se opone a los hombres como individuos, sino a un orden social fundamentado en la desi?gualdad¡ Yo estoy a favor de la igualdad, que no le quepa la menor duda. De la igualdad de los salarios y tambi¨¦n en el vestir. Por ejemplo, no me gusta el velo isl¨¢mico. Si Dios existe, le es completamente igual c¨®mo nos vistamos. Me parece una aberraci¨®n que esas mujeres no se den cuenta de que los textos sagrados fueron escritos por hombres que los manipularon a su gusto, siguiendo leyes dictadas en siglos muy lejanos.
?A qu¨¦ dios le reza usted? Pues a un dios universal. A un dios que no es cat¨®lico, musulm¨¢n o jud¨ªo. Las religiones me parecen sectarias y excluyentes. Cada una de ellas est¨¢ convencida de que las otras no sirven. Por eso, m¨¢s que de religi¨®n, prefiero hablar de espiritualidad, porque esta siempre logra sobrevolar esos sectarismos.
En el libro cuenta que, durante los a?os noventa, sinti¨® que dejaba de ser moderna. Nunca me preocup¨® dejar de serlo, pero de repente me di cuenta de que ya no lo era.
En realidad, todas las generaciones posteriores la han reivindicado. Michel Houellebecq se declar¨® fan desde que era un joven escritor. Damon Albarn la invit¨® a grabar una canci¨®n con Blur. Fran?ois Ozon y Wes Anderson han usado sus canciones en el cine. ?Qu¨¦ ha encarnado para ellos? Supongo que se reconocen en mis canciones. Houellebecq es una persona que sufre mucho, y tambi¨¦n en mis canciones uno lo pasa bastante mal. A Damon lo descubr¨ª hace a?os en la televisi¨®n y me record¨® mucho a mi hijo, hasta el punto de preguntarme si Jacques no habr¨ªa hecho algo con su madre¡ [risas]. La ma?ana siguiente, por la mayor de las casualidades, me llam¨® para proponerme una canci¨®n. Result¨® que el fan era el guitarrista de Blur, Graham Coxon, que se qued¨® tan acongojado que no me quiso ni saludar. Se qued¨® encogido en un rinc¨®n sin decir nada. Ese pobre chico encogido se debi¨® de reconocer en la chica encogida que fui yo.
?Por qu¨¦ sus canciones han envejecido tan bien? No lo s¨¦. En realidad, siento cierta frustraci¨®n. Yo estoy convencida de que las mejores son las de los ¨²ltimos tres ¨¢lbumes, pero nadie me habla nunca de ellas.
?Sus primeros temas ya no le gustan? No, los de los sesenta me gustan menos, con algunas excepciones. L¡¯amiti¨¦?todav¨ªa me emociona, porque a¨²n me reconozco en ella. Des ronds dans l¡¯eau tambi¨¦n me gusta. O Ma jeunesse fout l¡¯camp, una gran canci¨®n. Todav¨ªa me conmueve. C¨®mo no emocionarse cuando uno escucha: ¡°Al ritmo de tus pasos / mi juventud se esfuma¡¡±. Es algo con lo que me identifico todav¨ªa m¨¢s ahora, claro.
Hace unos meses dijo que dejaba la m¨²sica para siempre. ?Lo dec¨ªa en serio? Cuando sal¨ª del hospital estaba exhausta y no ten¨ªa voz. La idea de retomar la m¨²sica ni se me pasaba por la cabeza. Pero ahora, si le digo la verdad, ya no cierro la puerta. No logro cerrarla. Si un d¨ªa se me presenta un compositor como Perry Blake y me trae una canci¨®n formidable, s¨¦ que me costar¨¢ mucho resistirme. El problema es que necesito, por lo menos, unas 10.
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