La receta del desencanto
Es obvio que las cosas no se perciben igual cuando se contemplan a uno o a cien metros de distancia. De la misma forma que una mirada habituada diluye los detalles que nos parec¨ªan tan significativos la primera vez que observamos algo con atenci¨®n, la cercan¨ªa minimiza las propiedades de lo que tenemos frente a nosotros. As¨ª, dotamos de atributos y colmamos de expectativas lo inasequible, sea un objeto, relaci¨®n o alimento, y lo vaciamos de ellos cuando nuestra curiosidad o anhelos no se ven satisfechos o, si¨¦ndolo, son reiterados en el tiempo. Sucede con las relaciones, con la pol¨ªtica, con el deporte o con tantos y tantos ¨¢mbitos de la vida que nos ilusionan con una opci¨®n que suponemos va a satisfacer nuestras aspiraciones y nos acaba desi?lusionando en alg¨²n punto. Por ejemplo, cuando tratamos con una persona a la que admir¨¢bamos por su trabajo o trayectoria y, tras conocerla, ya no nos parece tan interesante; o al acceder a algo que ten¨ªamos mitificado y que pierde su gracia al no aportarnos aquello que consider¨¢bamos pod¨ªa darnos.
Las previsiones no dejan de ser una proyecci¨®n de nuestras creencias, h¨¢bitos y, sobre todo, car¨¢cter.
Las previsiones no dejan de ser una proyecci¨®n de nuestras creencias, h¨¢bitos y, sobre todo, car¨¢cter; el pron¨®stico de unos deseos dif¨ªciles de satisfacer. De este modo, proyectamos sobre una experiencia m¨¢s de lo que esta suele llegar a dar con relaci¨®n a la expectaci¨®n que gener¨®. ?O acaso su incursi¨®n en el sexo fue tan excepcional como la reputaci¨®n que le preced¨ªa? Posiblemente no. Este di¨¢logo entre la expectaci¨®n y el desencanto est¨¢ detr¨¢s de muchas experiencias gastron¨®micas, especialmente si nuestro punto de partida est¨¢ alejado de lo que se va a probar: la primera vez que se degusta sashimi, sake o, sin ir tan lejos, lamprea, becada o tripas de bacalao no se entienden ni el renombre que tienen ni el precio que se puede pagar por ellos. ?C¨®mo es posible que alguien se juegue la vida en Jap¨®n por comer un pescado, el fugu (con capacidad de ser mortalmente venenoso), que una vez probado nos parece que no es para tanto? Eso obviando que otros en Galicia se la juegan por nosotros cuando arrancan percebes de las rocas expuestas a los golpes de mar.
Esta controversia tambi¨¦n suele acontecer cuando se eval¨²a la vivencia en un conocido restaurante, sin tacto, armado de verdad y certidumbre, sin disposici¨®n para el desaf¨ªo; enjuiciando los hechos no como son, sino como somos, con una actitud que aventura el desacuerdo. Pas¨¢ndose de la intriga seductora a la equiparaci¨®n y de esta al desen?cuentro. Todos lo hemos hecho, todos lo hacemos alguna vez, cautivos de nuestra raz¨®n. As¨ª lo admiti¨® un gran amigo cocinero valenciano en una charla que mantuvimos en Bogot¨¢ sobre su visita a un conocido restaurante. ¡°Tuve que visitar muchas veces esa casa para entender lo que hac¨ªan. Hasta que finalmente abord¨¦ la comida no desde mis planteamientos, sino desde los de ellos; y ese d¨ªa fue grandioso¡±. La receta del desencanto est¨¢ en la distancia que separa nuestras razones de los hechos y motivos que dan forma a lo que tenemos enfrente. Muchas veces, en nuestra incapacidad por querer comprender.
Chirimoya alegre con bacalao
Ingredientes
El pilpil de naranja
- 250 ml de zumo de naranja
- 15 g de kuzu (hierba medicinal china)
- 36 g de aceite de oliva
El bacalao
- 400 g de lomo de bacalao
La chirimoya
- 2 chirimoyas maduras
La naranja
- 1 naranja
Acabado
- Pilpil de naranja
- Chirimoya pelada
- Gajos de naranja
- Escamas de sal
Instrucciones
1. El pilpil de naranja
Disolver el kuzu en el zumo de naranja frío. Calentar sin dejar de remover hasta melificar. Batiendo con unas varillas, incorporar el aceite de oliva en hilo fino hasta conseguir una emulsión. Reservar.
2. El bacalao
Colocar el lomo de bacalao en la vaporera y cocinarlo hasta que las lascas se desprendan solas. Reservar.
3. La chirimoya
Pelar la chirimoya y despepitarla, intentando conservar su forma de lascas.
4. La naranja
Con ayuda de un cuchillo afilado, pelar la naranja “al vivo” (dejando los gajos sin piel ni membrana). Reservar los gajos.
5. Acabado y presentaci¨®n
Servir el pilpil de naranja en el fondo del plato. Sobre este, alternar las lascas de bacalao y de chirimoya. Terminar con unos gajos rotos de naranja y unas escamas de sal.
La chirimoya
Origen. La chirimoya es una fruta de origen andino introducida en Espa?a durante el siglo XVII.
Indicaciones. Hay que consumirla bien madura, cuando la piel est¨¦ ligeramente ennegrecida y suave (o blanda) al tacto.
Nutrientes. Es una fruta rica en hidratos, vitaminas del grupo B, potasio y calcio; a su vez, es pobre en grasas y sodio.
Calor¨ªas. Aporta mucha energ¨ªa, unas 94 kilocalor¨ªas por 100 gramos de producto comestible.
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