C¨®mo es ¡°la gente¡±
La primera definici¨®n del ¡®Diccionario¡¯ parece invitarnos a deducir la propia contradicci¨®n del t¨¦rmino
La palabra ¡°gente¡± contradice al refr¨¢n, porque abarca y aprieta en igual medida. Dentro de ese vocablo cabe una idea que se puede ce?ir a la familia (¡°tu gente¡±); pero ¡°la gente¡± puede designar tambi¨¦n hasta a la humanidad entera.
La primera definici¨®n del Diccionario parece invitarnos a deducir la propia contradicci¨®n del t¨¦rmino: ¡°Gente: Pluralidad de personas¡±. Con ello tenemos un grupo homog¨¦neo de seres pero dentro de una pluralidad, sabiendo que lo plural es algo ¡°m¨²ltiple, que se presenta en m¨¢s de un aspecto¡±.
Palabras como ¡°gente¡±, ¡°sociedad¡±, ¡°ciudadan¨ªa¡± o ¡°pueblo¡± resultan de f¨¢cil manejo en el lenguaje com¨²n, donde se suelen usar con la propiedad que requiere el contexto. Sin embargo, el lenguaje pol¨ªtico abusa de sus resquicios sem¨¢nticos.
Pablo Iglesias parece destacar en esta tarea. La expresi¨®n ¡°la gente¡± menudea en su vocabulario con suerte dispar. En ocasiones, s¨ª, puede hablarse de que ¡°a la gente no le gusta que le rebajen el sueldo¡±, y ante tal aserto no pronosticamos gran discusi¨®n. Es uno de los usos habituales: quien habla as¨ª sit¨²a el t¨¦rmino en un contexto que lo hace asumible a pesar de su ambivalencia.
No obstante, en otras ocasiones la palabra ¡°gente¡± gritar¨¢ desde el Diccionario en se?al de protesta. Tal vez al o¨ªr ¡°nosotros estamos del lado de la gente¡±, ¡°nosotros tenemos que parecernos a la gente, esto es ser transversales¡±. Esa idea (¡°parecernos a la gente¡±) se ha repetido en el discurso de Podemos: ¡°Tenemos que parecernos a la gente, tambi¨¦n construyendo un Podemos m¨¢s real¡±. Pero ?c¨®mo es ¡°la gente¡±? Para empezar, ¡°la gente¡± en Espa?a ha votado de tal manera que el PP sigue en el Gobierno. No s¨¦ si los representantes de este partido izquierdista desean parecerse a la gente cuando los ¨²ltimos resultados que propici¨® la gente han llevado a la derecha a gobernar de nuevo.
En la festividad del 12 de octubre, Podemos rehus¨® asistir a los actos oficiales. ¡°Nosotros preferimos seguir pareci¨¦ndonos a la gente normal¡±, explicaron. Pero qu¨¦ dif¨ªcil puede resultar parecerse a la gente normal cuando no se es gente normal. La gente normal no participa en la recepci¨®n de palacio, cierto, pero tampoco pronuncia discursos ni aparece en televisi¨®n, ni quiz¨¢ se siente int¨¦rprete individual de todos los dem¨¢s espa?oles. Y se puede imaginar uno a mucha gente normal deseando asistir al convite para hacerse una foto con el Rey.
El concepto ¡°la gente¡± puede reunir a millones de personas, y por eso implica un riesgo tanto tomarlas en calidad de modelo como apropiarse de ellas o sentirse su portavoz. Sin duda esas personas se a¨²nan en muchas ocasiones, igual que sucede con todo nombre colectivo; por ejemplo, ¡°orquesta¡±. En la mayor¨ªa de los casos, las colectividades que designan estos nombres funcionan como un solo sujeto, pero en otras ocasiones se comportan de forma divergente. Los m¨²sicos del conjunto sinf¨®nico pueden ejecutar la m¨¢s hermosa pieza como si fueran un solo instrumento, y discrepar luego sobre la idoneidad del hotel donde les correspondi¨® alojarse. ¡°La gente¡±, ¡°la orquesta¡±, ¡°el pueblo¡±¡ no s¨®lo re¨²nen un grupo de individuos, sino tambi¨¦n las partes que lo forman, a veces opuestas entre s¨ª.
Por eso el t¨¦rmino ¡°la gente¡± sirve a menudo para arruinar los matices, para aplanar las ideas y para silenciar a muchas personas con la misma palabra que las nombra.
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