?Nosotros contra ellos?
El Informe Anual de Amnist¨ªa Internacional alerta sobre una ret¨®rica, y una pr¨¢ctica, que comienza a dividir a¨²n m¨¢s al mundo contempor¨¢neo
Cientos ¡ªo m¨¢s bien miles¡ª de refugiados que sucumben en el Mediterr¨¢neo o en otras partes del mundo como consecuencia de querer vivir a salvo del espanto. Pueblos enteros o etnias que son destruidos en nombre del repudio a la diferencia. Grupos de personas que son despreciadas o atacadas por el solo hecho de querer vivir su vida como les sale del alma y del cuerpo. Ni?os y ni?as que caen en medio de guerras que podr¨ªan ser neutralizadas mediante el coraje pol¨ªtico.
Por si fuera poco, en 22 pa¨ªses del mundo fueron asesinadas personas que se enfrentaban a estos dramas, es decir que quer¨ªan defender los derechos humanos. Me ha tocado presentar en Lima el Informe Anual de Amnist¨ªa Internacional (2016/17) y al leer este compendio de barbaridades me ha entrado cierta angustia, aunque a la vez una leve esperanza. En varios de los pa¨ªses donde esto ocurre (Etiop¨ªa o Turqu¨ªa, entre otros), los ciudadanos resisten, no se entregan a la desgracia.
El signo de este a?o es, precisamente, esa formulaci¨®n que Amnist¨ªa Internacional considera una "ret¨®rica t¨®xica y deshumanizadora": nosotros contra ellos. Yo dir¨ªa que es tambi¨¦n una pr¨¢ctica, pues al recorrer las p¨¢ginas del informe es eso lo que, tristemente, se trasunta. A Donald Trump no le gustan los inmigrantes, a algunos monjes budistas (s¨ª, budistas) de Myanmar les irritan los musulmanes, a un grupo no escaso de personas en todo el planeta les subleva la comunidad LGTBI.
A Rodrigo Duterte, el presidente de Filipinas, le desagradan supremamente los delincuentes y, por eso, alienta a que la gente acabe con cualquier sospechoso. A Nicol¨¢s Maduro no le gusta la oposici¨®n y de all¨ª que acalle las disidencias y mantenga en la c¨¢rcel a algunos opositores. A la Uni¨®n Europea no le encantan los refugiados, y quiz¨¢s eso explica sus laber¨ªnticas decisiones, que no logran controlar el masivo flujo de desesperados que suelen quedarse en el limbo.
La demonizaci¨®n de diversa especie est¨¢ de penosa moda y, como dice el banglades¨ª Salil Shetty, secretario general de Amnist¨ªa Internacional, muchos pol¨ªticos "la legitiman desvergonzada y activamente". Esa radiograf¨ªa del mundo que presenta este vigoroso movimiento internacional, tan precisa como desoladora, ofrece algunas rutas para entender la realidad contempor¨¢nea, que parece querer convertir la desprotecci¨®n de los derechos en el aire que se respira, en la cruel normalidad.
Esa radiograf¨ªa del mundo que presenta Amnist¨ªa Internacional ofrece algunas rutas para entender la realidad contempor¨¢nea, que parece querer convertir la desprotecci¨®n de los derechos en el aire que se respira, en la cruel normalidad
Uno tiende a preguntarse por qu¨¦ esto ocurre y en el documento encuentra ciertas pistas. Las p¨¢ginas dedicadas a los pa¨ªses europeos, por ejemplo, son m¨¢s cortas, no tan dram¨¢ticas como las que corresponden a Siria o Sud¨¢n del Sur (dos pa¨ªses donde se cometen atrocidades continuamente), pero est¨¢n marcadas inevitablemente por la palabra refugiados. M¨¢s all¨¢ de la ret¨®rica a favor o en contra del derecho de asilo, las tragedias y la desprotecci¨®n contin¨²an.
El pa¨ªs m¨¢s escandaloso en esta cuesti¨®n es Hungr¨ªa, donde el actual primer ministro Viktor Orban ha promovido hasta detenciones masivas y sistem¨¢ticas de inmigrantes, incluso contraviniendo a la Uni¨®n Europea. Por all¨ª ronda, en efecto, el nosotros y el ellos, con una intensidad inusitada, que hace pensar en c¨®mo, cuando se supone que el mundo ten¨ªa que abrirse, se comienza a encoger por acci¨®n de pol¨ªticos o movimientos que se ovillan hacia adentro.
Orb¨¢n, por supuesto, dice que hace lo que hace para defender la soberan¨ªa de su pa¨ªs, como Trump dice que no deja entrar a personas provenientes de siete pa¨ªses de mayor¨ªa musulmana para proteger a Estados Unidos. Como el monje budista Ashin Wiratu sostiene est¨¢ defendiendo a su pa¨ªs (Myanmar) de "la invasi¨®n musulmana", lo que en los hechos ha implicado incitar a la violencia religiosa, hasta el punto de que varios devotos del islam que murieron apaleados.
Cuando se pulsea las partes del Informe que hablan de los problemas de la comunidad LGTBI (una causa asumida por Amnist¨ªa Internacional ya hace varios a?os), el panorama tambi¨¦n est¨¢ marcado por el desprecio, el ninguneo. Quiz¨¢s no se ve tan violento, porque en algunos pa¨ªses ¡ªcomo Per¨², Colombia y M¨¦xico¡ª toma la dulce forma de Marchas por la Vida, pero, en el fondo, lo que hay es una emergencia de grupos anti-derechos que hacen del rechazo al distinto una militancia.
En el caso colombiano, se lleg¨® al extremo de meter ese tema como parte del c¨®ctel por el No en el plebiscito que el Gobierno colombiano perdi¨® al buscar aprobar el acuerdo de paz con las FARC (que al final se logr¨®, una de las pocas noticias buenas de este a?o en el informe de Amnist¨ªa InternacionaI). En Per¨², la arremetida, desinformada e irracional, contra cualquier atisbo de otorgamiento de derechos a este colectivo tiene la forma de lucha contra la supuesta "ideolog¨ªa de g¨¦nero".
Cuando se pulsea las partes del Informe que hablan de los problemas de la comunidad LGTBI, el panorama tambi¨¦n est¨¢ marcado por el desprecio, el ninguneo
?Qu¨¦ es eso? Nadie lo explica muy bien, pero siguiendo la ruta de este compendio documentado de nuestra especie se puede percibir que, ciertamente, hay ideolog¨ªas circulando, pero la del g¨¦nero no es precisamente la m¨¢s peligrosa (o simplemente no existe). La idea, cerrada y amenazante, de que el otro no importa, de que las cosas tienen que ser como siempre fueron es la que m¨¢s bien comienza a expandirse, en forma de populismos baratos o histerias sociales.
Da miedo, por momentos, leer el Informe de Amnist¨ªa Internacional. Al aterrizar en las p¨¢ginas sobre Irak, Siria, Afganist¨¢n o Yemen (pa¨ªs obviado con frecuencia en el firmamento medi¨¢tico) uno se encuentra con la maldad humana sin control, con la violencia brutal de ISIS, con la acci¨®n despiadada de los narcos o con la represi¨®n furiosa de algunos gobiernos. Y con que varios sistemas de protecci¨®n de los derechos humanos ¡ªcomo el interamericano¡ª se est¨¢n debilitando.
Pero hay algo que siempre alienta. Cuando el ingl¨¦s Peter Benenson fund¨® Amnist¨ªa Internacional en 1962 e hizo de la vela su s¨ªmbolo, insisti¨® en que no hay que maldecir la oscuridad sino prender una luz. Esa luz la siguen prendiendo las personas que, en distintas partes del mundo, no se resignan a que vivamos en un pozo desgracias, porque se toman la injusticia del mundo como algo personal. Si no fuera as¨ª, probablemente ya no habr¨ªa ni quien escribiera cada a?o este documento.
Sam Keen, un fil¨®sofo norteamericano, a quien muchos toman como un gur¨² new age, dijo una vez que para entendernos, y acaso elevarnos espiritualmente, no hab¨ªa que buscar libros de autoayuda sino leer el informe de Amnist¨ªa Internacional. Ya vimos que ni siquiera los presuntamente pac¨ªficos budistas se libran de la tentaci¨®n de la violencia, de desbarrancarse por los abismos de la perversidad humana. En medio de la cual, sin embargo, siempre puede encenderse una esperanza¡
Ramiro Escobar es un periodista y analista internacional peruano. Tambi¨¦n es profesor en la Pontificia Universidad Cat¨®lica, en la Universidad Antonio Ruiz de Montoya y en la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas.
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