Las lenguas, la magdalena y el cerebro
Durante los seis primeros meses de vida, todos son capaces de percibir diferencias entre sonidos a los que nunca han estado expuestos
¡°Pero en el instante mismo en que el trago mezclado con migas del bollo toc¨® mi paladar, me estremec¨ª, atento a algo extraordinario que dentro de m¨ª se produc¨ªa¡±. Marcel Proust nos hace revivir esa sensaci¨®n c¨¢lida y placentera de comer un bollo mojado en una bebida caliente. Proust nos evoca sensaciones y pensamientos en los que todos nos reconocemos. No emple¨® las palabras que he utilizado, ya que escribi¨® en franc¨¦s, pero lo importante es que la lengua permiti¨® la descripci¨®n y transmisi¨®n de un instante muy ¨ªntimo. Y esa capacidad, la lengua, es ¨²nica y caracter¨ªstica de los seres humanos.
Aunque en el mundo hay muchas lenguas, en el fondo no son m¨¢s que variedades de la lengua humana. Por muy distintos que nos parezcan el japon¨¦s y el ¨¢rabe, las redes neuronales que subyacen y posibilitan su aprendizaje y uso son extraordinariamente similares, por no decir las mismas. No hay lenguas m¨¢s simples o m¨¢s complejas, ni m¨¢s f¨¢ciles o m¨¢s dif¨ªciles; todas ellas son igualmente complicadas de aprender, ya que, no lo olvidemos, son la consecuencia de poseer un cerebro humano.
Al nacer podemos aprender con la misma facilidad, o dificultad, las distintas lenguas del mundo. El hecho de nacer con la piel de un color o de otro no influye en absoluto en las capacidades que un beb¨¦ tiene para aprender cualquier idioma. A veces se dice que el alem¨¢n ¡°es una lengua dif¨ªcil¡± porque a un no nativo le cuesta mucho aprenderla¡ de adulto. Pero para los beb¨¦s que nacen en el seno de familias en las que se habla el alem¨¢n, su aprendizaje es igual de trabajoso que para los que crecen en familias en las que se habla gallego o chino.
Los primeros pasos en el aprendizaje del lenguaje son muy similares. Todos los beb¨¦s, durante los primeros seis meses de vida, son capaces de percibir diferencias entre sonidos de las lenguas a los que no han estado expuestos nunca y que sus padres no pueden percibir, ni mucho menos producir. Por ejemplo, los beb¨¦s que nacen en familias en las que solo se habla japon¨¦s no tienen ninguna dificultad en percibir que las palabras ¡°cara¡± y ¡°cala¡± suenan diferente, aunque sus padres sean incapaces de pronunciarlas de manera distinta.
Entre los 6 y los 12 meses de vida, todos los beb¨¦s van a ir perdiendo esta capacidad de percibir sonidos que no son importantes para su lengua y van a empezar a percibir cada vez mejor los sonidos que s¨ª que son relevantes en su lengua. Tambi¨¦n hacia los 6 meses de vida, todos los beb¨¦s ya van a ser capaces de reconocer sus primeras palabras, est¨¦n aprendiendo zul¨², quechua o portugu¨¦s.
Muchos padres se preocupan por si sus hijos no est¨¢n aprendiendo al ritmo esperado, esta preocupaci¨®n es incluso mayor en el caso de familias en las que se habla m¨¢s de una lengua. Y esta preocupaci¨®n parece razonable; de entrada, los beb¨¦s que crecen en entornos biling¨¹es tienen, de promedio, la mitad de la exposici¨®n a cada una de las lenguas que los beb¨¦s que crecen en entornos monoling¨¹es. Pero, as¨ª y todo, aprenden al mismo tiempo, eso s¨ª, adaptando de manera sutil algunos aspectos.
Por ejemplo, al nacer, los beb¨¦s miran de manera intensa a los ojos de sus cuidadores. Hacia los 4-6 meses, los beb¨¦s que crecen en entornos monoling¨¹es empiezan a mirar preferentemente a la boca de las personas con las que interact¨²an, y hacia el final del primer a?o de vida vuelven a prestar mucha m¨¢s atenci¨®n a los ojos que a la boca. Los beb¨¦s que crecen en entornos biling¨¹es hacen exactamente lo mismo, solo que miran durante m¨¢s meses a la boca (empiezan un poco antes y lo prolongan un poco m¨¢s).
Al escuchar una frase, millones de neuronas en nuestro hemisferio izquierdo se activan de forma organizada y descodifican la se?al
Los adultos miramos m¨¢s a la boca de alguien que habla cuando nos cuesta entenderlo (porque hay mucho ruido o porque es alguien que habla en una lengua que no dominamos). Es pues probable que esta modulaci¨®n de la atenci¨®n de los beb¨¦s hacia la boca tambi¨¦n refleje la necesidad de obtener el m¨¢ximo de informaci¨®n posible sobre lo que est¨¢n escuchando. Incrementando la atenci¨®n a la zona de la boca en este periodo, los beb¨¦s expuestos a dos lenguas al mismo tiempo consiguen aprender el lenguaje al mismo ritmo que los que solo est¨¢n expuestos a una. Esta homogeneidad en las primeras etapas del aprendizaje nos muestra hasta qu¨¦ punto el cerebro humano est¨¢ preparado para aprender ¡°la lengua de los humanos¡±, tenga la forma del sueco, el navajo o el coreano, y se aprenda solo una lengua o m¨¢s de una a la vez.
El cerebro humano ha creado y est¨¢ especializado en aprender y usar este lenguaje redundante e imperfecto. El cerebro funciona en forma de redes complejas que conectan distintas estructuras. Cuando escuchamos hablar a alguien, pr¨¢cticamente todo el cerebro se pone en marcha, como si se tratara de un baile con millones de bailarines. Al escuchar la frase ¡°el trago mezclado con migas del bollo toc¨® mi paladar¡±, millones de neuronas en nuestro hemisferio izquierdo van a activarse de forma organizada y van a descodificar la se?al ac¨²stica, van a reconocer las palabras, van a determinar qu¨¦ es el sujeto y qu¨¦ es el verbo en la oraci¨®n.
Al mismo tiempo, tambi¨¦n van a verse implicadas millones de neuronas en otras partes del cerebro que tienen que ver con el sentido del olfato, del gusto y tambi¨¦n del tacto. Todas estas redes de neuronas se cruzan y generan un patr¨®n ¨²nico que encierra el significado de la frase. Las personas biling¨¹es organizan esas neuronas que descodifican la se?al del habla y encuentran sujetos y verbos de dos maneras diferentes. Las neuronas son mayoritariamente las mismas, aunque podr¨ªamos decir que saben bailar dos melod¨ªas. Tambi¨¦n se cruzar¨¢n con esas otras neuronas que codifican las sensaciones y las emociones y, al hacerlo, crear¨¢n v¨ªnculos entre cada lengua y cada vivencia.
Para la persona biling¨¹e, la relaci¨®n entre cada una de sus lenguas y sus experiencias personales es tambi¨¦n ¨²nica. Los bailes sincronizados de las neuronas encierran nuestros recuerdos de todas las magdalenas que nos hemos comido a lo largo de nuestra vida, de todas las canciones que hemos cantado y de todos los sonidos que constituyen nuestras lenguas.
N¨²ria Sebasti¨¢n Gall¨¦s es catedr¨¢tica de la Universidad Pompeu Fabra, experta en desarrollo neurocognitivo y biling¨¹ismo.
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