Consejos para evitar el suicidio colectivo
El autor sostiene la necesidad de redefinir el desarrollo, crear sistemas de gobernanza mundial y tener en cuenta a las generaciones futuras en las decisiones de hoy para no destruir el planeta
?Quo vadis terra? Estamos todos a bordo de nuestra peque?a nave: la Tierra. Con unos recursos limitados y una poblaci¨®n creciente. Y si hubiera una aver¨ªa?¨Cno importa d¨®nde, ya fuera en Espa?a, un pa¨ªs africano o Estados Unidos¨C se hundir¨ªa la barca y, con ella, todos nosotros. No podemos asumir ese riesgo, pero tampoco podemos conformarnos con tapar agujeros en un intento por evitar que nuestra nave se vaya a pique. Hemos de replantearnos la forma en la que la conducimos y la direcci¨®n que queremos tomar hacia un destino necesariamente com¨²n. Nuestra generaci¨®n le ha arrebatado a la Naturaleza el volante de la evoluci¨®n y ahora ser¨ªa suicida eludir la responsabilidad de decidir ad¨®nde vamos. El futuro que queremos para nosotros y para nuestros hijos, y la velocidad a la que es posible construirlo, no puede seguir siendo la mera resultante de fuerzas ajenas a la voluntad expresa de la humanidad. No sirve correr, sin saber hacia d¨®nde. Es necesario que nos replanteemos nuestro sistema de vida. Quiz¨¢s no sea preciso ni deseable crecer, producir y consumir m¨¢s y m¨¢s deprisa, sino desarrollar una sociedad m¨¢s feliz y m¨¢s solidaria.
Un breve cuento que se contaba en mi infancia narraba la historia de un piloto que un buen d¨ªa, habiendo perdido la ruta de vuelo, dijo a los pasajeros: "Es mi deber informarles de que nos hemos perdido, pero no hay motivo para preocuparse, mantenemos una velocidad formidable". Actualmente, a bordo de nuestra peque?a astronave Tierra, vivimos una paradoja muy similar a la de este relato.
La miop¨ªa del g¨¦nero humano est¨¢ llevando al mundo en una direcci¨®n consumista insostenible e insolidaria con el medio ambiente y con otros seres de nuestra propia especie. Estamos confundiendo desarrollo con crecimiento econ¨®mico, y felicidad con consumismo. Estamos gastando m¨¢s recursos energ¨¦ticos y materias primas de los que disponemos, y si no corregimos a tiempo esta ruta, nos llevar¨¢ inexorablemente a la extinci¨®n.
Estamos confundiendo desarrollo con crecimiento econ¨®mico, y felicidad con consumismo
Esta situaci¨®n exige decisiones audaces a nivel institucional, estructural y jur¨ªdico. Y ello solo ser¨¢ posible con un enfoque ¨¦tico, donde la solidaridad y la responsabilidad de todos primen sobre los intereses de algunos pocos. Un primer paso en esa direcci¨®n, fundamental aunque t¨ªmido, son los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), que permiten medir el grado de cumplimiento de objetivos y metas consensuadas.
A continuaci¨®n intentar¨¦ compartir con ustedes mi visi¨®n y reflexiones sobre algunos retos importantes de largo alcance que debemos afrontar.
Redefinir el desarrollo
La soluci¨®n definitiva exige un cambio de actitud del hombre frente a la naturaleza y un replanteamiento del concepto de desarrollo en el que la sostenibilidad ecol¨®gica y la justicia social (en palabras del Papa Francisco, "dos caras de una misma moneda") no sean opciones, sino requisitos. Un desarrollo en el que el progreso no se valore solamente en funci¨®n del crecimiento econ¨®mico, sino que tenga en cuenta sobre todo si conduce o no a la felicidad humana y al equilibrio con el medio ambiente.
Para ello, el nivel de vida no puede seguir estando basado simplemente en el PIB (Producto Interior Bruto), sino en la FNB (Felicidad Nacional Bruta). Lo que medimos afecta a lo que hacemos. Si nuestros indicadores solo computan cu¨¢nto producimos, nuestras acciones tender¨¢n a producir m¨¢s. Por eso es necesario encontrar los indicadores adecuados para medir la FNB.
Todo esto no es pura ret¨®rica. Hasta el Nobel de Econom¨ªa Joseph Stiglitz cuestiona si el PIB es un buen dato para medir el nivel de vida. Y el desarrollo del concepto de la FNB ha sido objeto de debates en Naciones Unidas durante la ¨²ltima d¨¦cada a propuesta del Gobierno de But¨¢n, cuyo Centro de Estudios Butaneses (CBS) analiza posibles indicadores para convertir la FNB en un sistema m¨¦trico. La V Conferencia Mundial sobre Felicidad Nacional Bruta se celebr¨® en Itaipu (Brasil) en noviembre de 2009, organizada conjuntamente por el CBS y el Future Vision Institute de Brasil. Adem¨¢s, el ¨²ltimo Informe Mundial sobre la Felicidad se public¨® en 2016.
El nivel de vida no puede seguir estando basado simplemente en el PIB (Producto Interior Bruto), sino en la FNB (Felicidad Nacional Bruta)
En un planeta cada vez m¨¢s peque?o e interdependiente, en el que la globalizaci¨®n es un hecho incuestionable y no una opci¨®n, la cuesti¨®n es qu¨¦ tipo de globalizaci¨®n deseamos y c¨®mo conseguirla. Hay dos valores esenciales que debemos mantener en este proceso: la sostenibilidad y la diversidad. A todos los niveles.
La sostenibilidad ecol¨®gica, econ¨®mica y social, para que el sistema sea duradero y estable. No debe destruir los recursos naturales sobre los que se basa (Comisi¨®n Brundtland), y para ello es necesario sumar el coste de la conservaci¨®n de tales recursos al coste de producci¨®n de los bienes derivados de los mismos. As¨ª se estableci¨® en la Cumbre de la Tierra en R¨ªo, ya en 1992.
La diversidad pol¨ªtica, biol¨®gica, cultural, de lenguas, tecnolog¨ªas, sistemas, de conocimientos, de tradiciones e identidades, es fundamental para mantener la capacidad de adaptaci¨®n a condiciones ambientales y necesidades humanas cambiantes e impredecibles. Salvaguardar la diversidad reduce la vulnerabilidad. Proporciona un amortiguador y una v¨¢lvula de escape para absorber los cambios y asegurarse de que los errores que podamos cometer no sean irreversibles.
Mientras que el siglo XX fue el de la uniformidad y el crecimiento r¨¢pido ¨Caunque a menudo insostenible¨C, el XXI puede y debe ser, si queremos que la humanidad tenga un futuro, el de la diversidad y el desarrollo humano equilibrado y sostenible. La ciencia y la tecnolog¨ªa de este tiempo deben combinarse para la consecuci¨®n de un mundo en el que convivan y se enriquezcan las diversas culturas, conocimientos e identidades de nuestras sociedades y nuestros pueblos.
Dar peso a las generaciones futuras en nuestras instituciones
El consumismo irresponsable y creciente de nuestra generaci¨®n est¨¢ provocando la contaminaci¨®n, erosi¨®n y devastaci¨®n del medio ambiente y los recursos naturales limitados del planeta. Unos recursos naturales que, como dice un proverbio africano, "no nos pertenecen, los tenemos en pr¨¦stamo de nuestros hijos". Destruirlos es robar a nuestros nietos, pero las generaciones futuras no est¨¢n aqu¨ª para defenderse.
Creo honestamente que una de las grandes deficiencias de nuestros sistemas econ¨®mico, jur¨ªdico y pol¨ªtico, es que el inter¨¦s de las generaciones futuras, que no votan ni consumen, no est¨¢ suficientemente representado en ellos. Lo que podr¨ªa ser subsanado mediante el desarrollo de mecanismos correctores que den el peso adecuado a tales generaciones futuras en nuestras instituciones.
Creo honestamente que una de las grandes deficiencias de nuestros sistemas econ¨®mico, jur¨ªdico y pol¨ªtico, es que el inter¨¦s de las generaciones futuras, que no votan ni consumen, no est¨¢ suficientemente representado en ellos
A nivel econ¨®mico, el precio de los recursos naturales (tierra, agua, aire, diversidad biol¨®gica y energ¨ªa) viene determinado por la oferta y la demanda. Una oferta limitada para ser utilizada por esta generaci¨®n y todas las que vienen despu¨¦s, y una demanda que solo representa la de la humanidad actual. Por eso, la premisa de que el que contamina paga debe extenderse a todos los da?os medio ambientales causados en la obtenci¨®n de un producto (coste ecol¨®gico). Con ello se conseguir¨ªa no solo reducir la huella ecol¨®gica, sino incluir el coste de la reparaci¨®n de los perjuicios provocados en el precio final. Solo esto permitir¨¢ mantener el capital medio ambiental de las generaciones futuras.
En el plano jur¨ªdico es preciso desarrollar un marco de justicia intergeneracional en el que se integrar¨ªan los Derechos de las Generaciones Futuras sobre los recursos naturales del planeta. En cuanto a la pol¨ªtica, los ciudadanos que todav¨ªa est¨¢n por llegar no pueden estar representados en los ¨®rganos de poder. Pero algunos pa¨ªses ya han introducido elementos correctores, como el establecimiento del defensor de las generaciones futuras, una figura f¨ªsica ¨® juridica cuya funci¨®n es la protecci¨®n de los intereses aquellos que a¨²n no votan ni opinan, y quiz¨¢ ni existen, en nuestros parlamentos e instituciones nacionales, regionales y locales.
Pasar de s¨²bditos a ciudadanos del mundo. Y construir una Sistema de Gobernanza Mundial
Para gobernar todo este proceso necesitamos pasar de s¨²bditos a ciudadanos y desarrollar a nivel global un verdadero sistema democr¨¢tico y eficiente de Gobernanza Mundial. En ¨¦l, las Naciones Unidas ¨Ccomo foro de Gobiernos¨C ser¨ªa uno de sus componentes, pero no el ¨²nico. Se precisar¨ªa desarrollar adem¨¢s un poder legislativo o Parlamento mundial, elegido con el sistema de un ciudadano, un voto. Tambi¨¦n har¨ªa falta un poder ejecutivo y otro judicial. Independientes.
Hagamos hoy, movidos por un ego¨ªsmo inteligente, lo que no hemos querido o sabido hacer antes por solidaridad
Este sistema puede y debe ser compatible, y complementario, con los Gobiernos y parlamentos nacionales y locales. Estos garantizar¨ªan la defensa de las diversidades espec¨ªficas y la multiplicidad de identidades. Sabemos que la realizaci¨®n de este esquema es dif¨ªcil, pero ya lo concibieron los primeros que pensaron en la construcci¨®n de lo que actualmente es la Uni¨®n Europea. Y, aunque de forma imperfecta, la experiencia europea demuestra que tambi¨¦n es posible trabajar por una mayor integraci¨®n a nivel mundial.
El Sistema de Gobernanza Mundial debe estar basado en el desarrollo de la Declaraci¨®n Universal de los Derechos Humanos como embri¨®n de una futura Constituci¨®n Mundial que se asentar¨ªa sobre cuatro pilares b¨¢sicos: sostenibilidad, ¨¦tica, diversidad y armon¨ªa (SEDA).
Consideraciones finales
Las m¨²ltiples crisis actuales constituyen un gran reto y tambi¨¦n una oportunidad ¨²nica para construir un mundo justo, sostenible, en armon¨ªa con el medio ambiente, solidario con todos los seres humanos, sin hambre y sin pobreza. Esto no es una alternativa al actual sistema, sino una necesidad imperiosa para la supervivencia de nuestra propia especie. Hagamos hoy, movidos por un ego¨ªsmo inteligente, lo que no hemos querido o sabido hacer antes por solidaridad. Nuestra generaci¨®n es la primera obligada a enfrentarse a esta responsabilidad, pero tambi¨¦n podr¨ªa ser la ¨²ltima.
Nunca como hasta ahora ha tenido el ser humano en sus manos las llaves del futuro de la humanidad, y nunca como hasta ahora ha dejado relegada la filosof¨ªa, las humanidades, la moral y la ¨¦tica a un segundo plano. El futuro de nuestros hijos en un planeta sostenible debe ser la responsabilidad de todos y cada uno de nosotros, y no podemos ni debemos eludirla ni dejarla en manos del azar.
Jos¨¦ T. Esquinas Alc¨¢zar fue, hasta 2007, presidente del Comit¨¦ de ?tica para la Agricultura y Alimentaci¨®n de la FAO y Secretario de la Comisi¨®n Intergubernamental de Recursos Gen¨¦ticos de la FAO. Actualmente, es profesor en la Universidad Internacional de Ciencias Gastron¨®micas (UNISG) y otras universidades europeas.
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