¡°Los Gobiernos han sofisticado las formas de violar derechos humanos¡±
Anna Neistat, directora de investigaci¨®n de Amnist¨ªa Internacional dice que Espa?a no respeta la ley internacional en Ceuta y Melilla, que debe acoger a m¨¢s refugiados y reformar la 'Ley Mordaza'
Anna Neistat (Mosc¨², 1976) lleva casi veinte a?os dedicada a la defensa de los derechos humanos por todo el mundo. "Ha conducido m¨¢s de 60 investigaciones en zonas en conflicto", detalla su curr¨ªculo colgado en la p¨¢gina de Amnist¨ªa Internacional, organizaci¨®n para la que trabaja desde hace tres a?os. "Siria, Yemen, Afganist¨¢n, Pakist¨¢n, Sri Lanka¡ Probablemente, he cubierto las principales crisis y guerras de los ¨²ltimos 15 a?os", abunda ella. Lo que marc¨® su destino profesional fue, seg¨²n dice, su pa¨ªs de nacimiento (Rusia) y una adolescencia en la que vio caer a la Uni¨®n Sovi¨¦tica. "Haber visto un sistema totalitario enorme desmoronarse frente a mis ojos me condujo a la creencia y esperanza de que el cambio es posible", anota.
Estudi¨® Derecho, pero se decant¨® inicialmente por el periodismo de investigaci¨®n, "en una de las primeras cadenas radiof¨®nicas independientes de Rusia", explica. Pronto lo dej¨® y fund¨® su propia ONG para la defensa de personas encarceladas, y poco despu¨¦s se uni¨® a Human Rights Watch, donde ha desarrollado la mayor parte de su carrera. Actualmente, es la directora del departamento de investigaci¨®n de Amnist¨ªa Internacional, y como tal ha visitado Espa?a. Su ronda de reuniones: el Fiscal General del Estado, Jos¨¦ Manuel Maza, el ministro de Exteriores, Alfonso Mar¨ªa Dastis; y su hom¨®logo en Interior, Jos¨¦ Ignacio Zoido. ?Asuntos a tratar? Devoluciones en caliente en la frontera Sur, la (exigua) acogida de refugiados, la 'Ley Mordaza'...
Espa?a y los derechos humanos, a examen
Anna Neistat, directora del departamento de investigaci¨®n de Amnist¨ªa Internacional, ha estado de visita en Espa?a.?Se ha reunido con el Fiscal General del Estado, Jos¨¦ Manuel Maza, el ministro de Exteriores, Alfonso Mar¨ªa Dastis; y su hom¨®logo en Interior, Jos¨¦ Ignacio Zoido, para tratar varios asuntos que preocupan a la organizaci¨®n:
- Violencia de g¨¦nero. "Hemos tenido conversaciones con el ministerio del Interior sobre las medidas que se est¨¢n tomando en Espa?a para proteger a las mujeres contra la violencia dom¨¦stica, pero tambi¨¦n otras agresiones de g¨¦nero. Quer¨ªamos tratar el tema de la compensaci¨®n y la reparaci¨®n, porque se han abordado otros problemas, pero este no existe en la ley espa?ola".
- Refugiados: "Espa?a es mejor destino que otros pa¨ªses europeos para los refugiados, por la ausencia de discurso xen¨®fobo. Y se ha comprometido a acoger. Pero los n¨²meros son muy peque?os y, adem¨¢s, solo han llegado el 10%".
- Inmigraci¨®n: "Tambi¨¦n tratamos sobre la pol¨ªtica de fronteras en Ceuta y Melilla, donde claramente los procedimientos y procesos no se ajustan a la ley internacional. Y estamos presionando al Gobierno espa?ol y al ministerio del Interior a reconsiderar c¨®mo maneja este asunto".
- Abuso policial y tortura: "Cuando hablamos con los responsables de la Fiscal¨ªa e Interior, est¨¢ claro que no creen que el problema est¨¦ extendido. Pero queremos abrir el di¨¢logo sobre c¨®mo mejorar las investigaciones sobre casos de tortura y uso excesivo de la fuerza por parte de la Polic¨ªa. Se podr¨ªa crear un organismo independiente, como en otros pa¨ªses, que investigue estos casos desde fuera del sistema".
- Ley Mordaza: "Podemos contribuir a la reforma de la Ley de Seguridad Ciudadana, la Ley Mordaza, porque estamos preocupados por la actual formulaci¨®n de la norma. Y soy optimista, porque ahora el Gobierno est¨¢ abierto a abrir un di¨¢logo con Amnist¨ªa Internacional al respecto".
Pregunta. ?Mantiene la esperanza que ten¨ªa cuando vio caer la URSS de que los cambios son posibles?
Respuesta. Absolutamente. Pero no voy a mentir: hay momentos de desesperanza. Y en mi trabajo se dan bastante a menudo. Pero al mismo tiempo, incluso en esos mismos instantes, en los mismos lugares, hay esperanza. Donde quiera que voy, en todas partes, en medio de la muerte, la destrucci¨®n y el abatimiento, encuentro a gente incre¨ªble que da lecciones de coraje y resiliencia. Personas que no pierden la esperanza en las situaciones m¨¢s desesperadas. Lo que me hace sentir que no tenemos el derecho de perderla porque tenemos una responsabilidad para ellos.
P. ?C¨®mo se traduce esa esperanza en acci¨®n real?
R. Amnist¨ªa Internacional es una organizaci¨®n orientada al impacto. As¨ª que cuando llevamos a cabo investigaciones o lanzamos campa?as no es solo por hacerlas, sino que tenemos un determinado efecto en mente. Cuando tratamos de sacar a gente de c¨¢rcel y lo conseguimos, es muy real. Cuando forzamos a compa?¨ªas grandes a pagar compensaciones a las v¨ªctimas de su actividad, a Gobiernos a revocar leyes abusivas, y conseguimos llevar a los malos a la c¨¢rcel, tambi¨¦n. Si ponemos nuestro esfuerzo en estas cuestiones, podemos convertir la esperanza en acci¨®n.
Pero no quisiera dar una imagen equivocada. Ahora es un momento crucial. Nuestro informe anual publicado hace unas semanas no pinta un escenario muy positivo del estado de los derechos humanos en el mundo. Estamos ante una ¨¦poca de retos, pero tambi¨¦n de grandes oportunidades. Este es el tiempo en el que la gente despierta, en el que podemos canalizar la esperanza hacia la defensa de los derechos humanos, incluso en los pa¨ªses en los que los d¨¢bamos por sentados.
P. Como responsable de investigaci¨®n, ?siente que recae sobre usted y su trabajo el prestigio de la organizaci¨®n?
R. Siento la responsabilidad, aunque creo que es compartida. Lo que nos hace fuertes es que no solo investigamos, sino que tenemos un componente muy importante de comunicaci¨®n que expone lo que hemos encontrado al resto del mundo. Tambi¨¦n trabajamos en la promoci¨®n de los derechos humanos al m¨¢s alto nivel. Y campa?as: si no funciona algo, cogemos el tel¨¦fono y nos reunimos con un ministro u organizamos una recogida masiva de firmas si no quiere escuchar, y llenamos su correo con peticiones de nuestros miembros. Todo esto hace que Amnist¨ªa Internacional funcione. Pero claro que sabemos que si una investigaci¨®n est¨¢ mal, afecta a la credibilidad de toda la organizaci¨®n. Sonar¨¢ aburrido, pero la mayor¨ªa de mi tiempo desde que llegu¨¦ lo he empleado en mejorar los est¨¢ndares de calidad, asegur¨¢ndonos de que los investigadores reciben formaci¨®n, en desarrollar una metodolog¨ªa... Todo lo que haga falta para que los miembros del equipo sean capaces de manejar cantidades importantes de documentaci¨®n.
Una cuesti¨®n importante en este sentido, es que los Gobiernos se est¨¢n volviendo m¨¢s y m¨¢s sofisticados, tanto en las maneras en las que violan los derechos humanos como en las formas en las que esconden lo que hacen. Eso hace que nuestro trabajo sea cada vez m¨¢s desafiante a la par que interesante. Tenemos que innovar, ser m¨¢s inteligentes y ¨¢giles que los Gobiernos, para ser capaces de documentarnos incluso en lugares donde se produce informaci¨®n falsa o simplemente no tenemos acceso.
P. ?C¨®mo es el trabajo en terreno de un investigador en esos contextos dif¨ªciles, de riesgo, opacos?
R. Es el mejor trabajo del mundo¡
Este es el tiempo en el que la gente despierta, en el que podemos canalizar la esperanza hacia la defensa de los derechos humanos
P. Eso se dice del periodismo.
R. Yo tambi¨¦n lo pens¨¦ en alg¨²n momento, por eso trabaj¨¦ de periodista tambi¨¦n. Creo que el trabajo de los investigadores es bastante emocionante a veces, pero la mayor¨ªa del tiempo se realiza una meticulosa revisi¨®n de papeles y reuniones. En cada investigaci¨®n, independientemente de si trata de un conflicto, abusos cometidos por una corporaci¨®n empresarial, o la violaci¨®n de los derechos de las mujeres, el m¨¦todo es en gran medida el mismo. Se basa en entrevistas a decenas, cientos en la mayor¨ªa de los casos, de v¨ªctimas y testigos de violaciones de los derechos humanos. Formamos a los investigadores, aunque la mayor¨ªa tiene experiencia, en c¨®mo tienen que hacer y conducir estas conversaciones, y corroboramos todos los testimonios. Por supuesto, no sacamos conclusiones de uno solo. El m¨¦todo es la clave.
Pero claro, hay una diferencia entre si puedes o no acceder al lugar. Nuestra labor, especialmente en zonas de conflicto o donde se violan sistem¨¢ticamente los derechos humanos, es muy parecida a la de los investigadores de cr¨ªmenes. Incluso ahora tenemos a un experto militar que acude con nosotros cuando enfrentamos situaciones de destrucci¨®n como resultado de bombas o ataques terroristas. ?l est¨¢ especialmente entrenado para buscar restos de munici¨®n, observar los escenarios destruidos... Y eso nos permite extraer conclusiones de lo que vemos en el terreno. En lugares donde no podemos llegar, el trabajo es m¨¢s dif¨ªcil. Por eso, usamos cada vez m¨¢s im¨¢genes de sat¨¦lite. Tenemos una unidad que las recoge y analiza, lo que nos permite mostrar la destrucci¨®n de pueblos, movimientos de tropas. Un ejemplo: cuando un Gobierno dice que ha atacado un hospital porque estaba siendo usado como base por un grupo armado y que guardaba tanques y armas all¨ª, podemos comprobar si eso es cierto con una imagen de sat¨¦lite. Tambi¨¦n usamos fotos y v¨ªdeos. Y hemos desarrollado herramientas para verificarlos, porque ahora nos llegan muchos de periodistas ciudadanos desde todas partes. Es una gran ayuda, pero es un reto para nosotros en t¨¦rminos de identificaci¨®n y verificaci¨®n de la informaci¨®n.
P. En esos pa¨ªses que tratan de ocultar las violaciones de derechos humanos y en los que Amnist¨ªa Internacional no es bienvenida, ?c¨®mo se consigue el acceso?
R. Nuestros principios de funcionamiento son la transparencia y la legalidad. As¨ª que siempre tratamos de obtener acceso oficial. Pero desde hace un tiempo esto no un requisito indispensable para nuestras visitas. Obviamente, hay lugares a los que a¨²n no podemos acceder como Corea del Norte, Arabia Saud¨ª¡ sin invitaci¨®n. Pero hay otros lugares en los que encontramos maneras de entrar. Por ejemplo, en Amnist¨ªa Internacional tenemos personal de muchas nacionalidades, as¨ª que en muchos casos podemos encontrar a alguien que vaya a un determinado pa¨ªs pese a quien le pese. O trabajamos remotamente, y hemos desarrollado una metodolog¨ªa muy avanzada para hacerlo. Hasta en la guerra o los lugares m¨¢s remotos, mucha gente tiene m¨®viles o conexi¨®n por Skype, y de esta manera podemos hacer entrevistas y recoger informaci¨®n. Esto no sustituye a estar en el terreno, pero as¨ª la negaci¨®n de un Gobierno para dejarnos entrar nunca es un obst¨¢culo para recabar testimonios y exponer las violaciones. Adem¨¢s, cuanto m¨¢s se cierran, m¨¢s nos preocupamos y m¨¢s esfuerzos ponemos en conocer la verdad.
P. ?Hay alg¨²n contexto que haya visitado que recuerde especialmente?
Tenemos una unidad que recoge y analiza im¨¢genes de sat¨¦lite, lo que nos permite mostrar la destrucci¨®n de pueblos, movimientos de tropas
R. Ahora no hago muchos viajes a terreno. El a?o pasado hice tres. Y el ¨²ltimo fue a Nauru, una isla remota en el Pac¨ªfico a la que Australia manda a refugiados y peticionarios de asilo que no quiere acoger en su territorio. Viven all¨ª atrapados en una situaci¨®n horrorosa. Esta investigaci¨®n fue excepcional porque es un lugar al que es casi imposible acceder. De hecho, uno de los motivos por los que se producen situaciones horribles es porque nadie puede llegar all¨ª, y Australia tapa todas las informaciones e impide que cualquier tipo de reporte salga de la isla. As¨ª que poder ir y recabar datos fue todo un reto. Lo que vi era espantoso y creo que no soy de las que se impresionan f¨¢cilmente en tanto que he visto mucho en mi vida. All¨ª se tortura f¨ªsica y psicol¨®gicamente a las personas sin una raz¨®n objetiva para hacerlo. De hecho, no hay conflicto o guerra.
Nadie conoc¨ªa Nauru. Es un lugar del que nadie hab¨ªa o¨ªdo hablar. Pero a partir de nuestra investigaci¨®n, los medios de Estados Unidos se han hecho eco de lo que all¨ª sucede. Soy extremadamente prudente en cuanto a lo que va a pasar, pero tengo esperanza de que esa gente pueda abandonar la isla. Hay alg¨²n acuerdo entre Australia y Estados Unidos para que este acoja a los refugiados, no es lo ideal, pero al menos es algo.
P. ?Qu¨¦ se siente cuando, como describe, consigue meter a los malos en la c¨¢rcel o ayudar a la gente como la de Nauru, gracias a las investigaciones de su equipo?
Cuando conseguimos un objetivo, te preguntas si has hecho lo suficiente en otras causas. Es la otra cara de la moneda de nuestras victorias
R. No es f¨¢cil conseguirlo, sobre todo en los conflictos como Siria o Yemen. Pero cuando sucede, por un lado te invade una sensaci¨®n de victoria. Por otro, sin embargo, sientes que tienes que trabajar m¨¢s y m¨¢s. Supone un incentivo para esforzarte m¨¢s en otras situaciones en las que no se ha logrado el objetivo. Tambi¨¦n hace que te preguntes si has hecho lo suficiente en otras causas. Es la otra cara de la moneda de nuestras victorias, que sabes que un grupo ha atra¨ªdo mucha atenci¨®n, pero hay otros muchos por los que podr¨ªas hacer algo m¨¢s. Desgraciadamente, no nos vamos a quedar sin trabajo en un tiempo.
P. En un mundo en el que la mayor¨ªa de los pa¨ªses se ha comprometido con los derechos humanos, que existe una Corte Penal Internacional, la ONU¡ ?qu¨¦ falla para que haga falta una organizaci¨®n como Amnist¨ªa Internacional?
R. Creo que el sistema es todav¨ªa bastante joven. Si miras alrededor claramente no est¨¢ funcionando, especialmente ahora. Han pasado 70 a?os desde que el mundo enfrent¨® la atrocidad de la Segunda Guerra Mundial, y como resultado se estableci¨® el sistema de acogida de refugiados. Es normal que nos preguntemos, ?por qu¨¦ necesitamos ir atr¨¢s y defenderlo de nuevo? Pero creo que olvidamos que, hist¨®ricamente, 70 a?os no son nada. No estoy entre los que piensan que todo es catastr¨®fico. Las normas est¨¢n ah¨ª, la protecci¨®n de los derechos humanos est¨¢ ah¨ª, la ONU est¨¢ fallando miserablemente de diferentes formas, pero est¨¢ ah¨ª. Lo vemos con las normas humanitarias, las leyes de la guerra. Todav¨ªa documentamos terribles abusos que ocurren en lugares como Siria o Yemen. Pero si lo comparamos con lo que ocurr¨ªa hace un siglo, hoy las partes saben que la regulaci¨®n existe, hay limitaciones a lo que pueden hacer. Y siendo realistas, el n¨²mero de v¨ªctimas civiles en conflictos est¨¢ decreciendo dram¨¢ticamente.
Organizaciones como Amnist¨ªa Internacional son necesarias porque no podemos confiar en los Estados para que sean los garantes del sistema internacional de derechos humanos
Organizaciones como Amnist¨ªa Internacional son necesarias porque no podemos confiar en los Estados para que sean los garantes del sistema internacional de derechos humanos. Por eso, hace falta un movimiento internacional de ciudadanos que los proteja y no dependa de fondos de ning¨²n Estado. Todo nuestro presupuesto proviene de particulares, lo que nos da independencia y autoridad moral para ser los guardianes de los derechos humanos.
P. ?Por qu¨¦ pa¨ªses occidentales, en la Europa escenario de la Segunda Guerra Mundial, olvidan el derecho internacional en lo que a refugiados se refiere?
R. Lo que pasa ahora en Europa y globalmente es alarmante. Parte de m¨ª no entiende c¨®mo pa¨ªses que han estado afectados por este tipo de atrocidades, personas que han sido refugiados ellos mismos o sus padres, pueden negar el asilo a otros que lo necesitan. Y no solo se han olvidado de los derechos respecto a los refugiados. Espa?a y Reino Unido venden armas a Arabia Saud¨ª, que las usa en bombardeos en Yemen. ?C¨®mo pueden apoyar a un pa¨ªs que est¨¢ involucrado en este tipo de abusos?
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.