?Ser¨¢ el robot la evoluci¨®n del mu?eco hinchable de sex shop?
?Haremos el amor con robots en un futuro inminente? Por el momento, los sindicatos ya piden que los robots paguen impuestos para colaborar con la mayor¨ªa...
Si uno pasea por una calle comercial del centro de cualquier ciudad, que suelen ser cl¨®nicas, con id¨¦nticas tiendas de ropa (la madrile?a calle Fuencarral, por ejemplo), puede deleitarse con el innegable atractivo er¨®tico de algunos maniqu¨ªes. Qu¨¦ pechos bien torneados, qu¨¦ vientres firmes, qu¨¦ musculatura, qu¨¦ paquetones. La idea de mantener relaciones sexuales con maniqu¨ªes, esa idea tan de la Movida madrile?a, tan de ciencia ficci¨®n de los a?os 80, es f¨¢cil que se cuele en las mentes m¨¢s calenturientas. Sin embargo, de vuelta a los c¨®digos propios del siglo XXI, ya se empieza a hablar de mantener sexo con robots (mucho mejor que un inerte maniqu¨ª, oiga), ahora que parece que los robots van a dominar el mundo, tambi¨¦n ese que transcurre entre las s¨¢banas.
David Levy, autor del libro Amor y sexo con robots (Paid¨®s), vaticina que los matrimonios con robots ser¨¢n realidad antes de 2050
Florecen ya las iniciativas que convertir¨¢n a los robots en compa?eros sexuales. No solo el id¨ªlico enamoramiento que sufre Joaquin Phoenix en la pel¨ªcula Her, cuando se pirra por una inteligencia artificial tipo Siri que tiene la capacidad de amar a miles de personas a la vez (y no estar loca), sino tambi¨¦n el sexo puro y duro, piel contra chip, sudor y aceite, la evoluci¨®n rob¨®tica de la decepcionante mu?eca hinchable de sex shop de toda la vida.
En Reino Unido hace dos a?os que se celebra el Congreso Internacional de Amor y Sexo con Robots (en 2017 caer¨¢ el 19 y 20 de diciembre, en Londres, ), en el que se tratan toda una panoplia de temas que van desde la robo¨¦tica hasta la telemasturbaci¨®n con consoladores (teledildonics), pasando por otras disciplinas como las emociones rob¨®ticas, las aproximaciones de g¨¦nero o filos¨®ficas o el hardware sexual inteligente. El experto en inteligencia artificial (y ajedrecista) David Levy, autor del libro Amor y sexo con robots (Paid¨®s), vaticina que los matrimonios con robots ser¨¢n realidad antes de 2050. Hay qui¨¦n ve a los robots como una alternativa ¨¦tica a la prostituci¨®n, una forma de eliminar la explotaci¨®n sexual, aunque no est¨¢ claro que por el advenimiento de los robots dejen de existir trabajadoras sexuales de carne y hueso. Hay tambi¨¦n, claro est¨¢, quien se opone a todo este movimiento, sobre todo ante la posibilidad de crear robots infantiles a medida de lo que ser¨ªan una especie de robopederastas (lo que otros ven como una soluci¨®n al problema).
Yendo a lo general, m¨¢s all¨¢ del puro fornicio digital, lo de los robots y la revoluci¨®n tecnol¨®gica es un esperado sue?o que, muchos se?alan, puede convertirse en pesadilla. Si la promesa ut¨®pica de la tecnolog¨ªa era liberarnos del trabajo y poner a trabajar a las m¨¢quinas, resulta que la propia l¨®gica del capitalismo har¨¢ que trabajen los robots y que los humanos se queden sin curro, pero no rasc¨¢ndose la barriga, tomando n¨¦ctar y ambros¨ªa, sino en el paro: se calcula que buena parte de los puestos de trabajo, sobre todo los menos cualificados, los m¨¢s repetitivos, los menos creativos, van a desaparecer. Es que la humanidad no ha sabido organizarse bien.
Los sindicatos ya piden que los robots paguen impuestos para colaborar con la mayor¨ªa y los menos optimistas predicen un desastre, con cada vez m¨¢s personas y menos laburo
?Qu¨¦ ocurrir¨¢? Los expertos en rob¨®tica y los empresarios tecnol¨®gicos dicen, como les corresponde, que no nos preocupemos: ya ha habido otras revoluciones tecnol¨®gicas y al final la humanidad ha terminado por adaptarse (por cierto, muchos pagaron el precio qued¨¢ndose por el camino). Argumentan que, aunque desaparezcan trabajos, aparecer¨¢n otros nuevos, que a¨²n no podemos ni imaginar, precisamente relacionados con el aceler¨®n tecnol¨®gico, lo que tampoco est¨¢ claro es que los nuevos empleos vayan a ser tan numerosos como los destruidos. El otro d¨ªa, en una gran superficie comercial, vi como unas empleadas se dedicaban a ense?ar a los clientes c¨®mo pagar ellos mismos, mediante una m¨¢quina, lo que quer¨ªan comprar, sustituyendo as¨ª a la caja y al cajero. Me result¨® muy curioso: aquellas empleadas estaban ayudando a normalizar una tecnolog¨ªa que probablemente les deje sin trabajo.
Los sindicatos ya piden que los robots paguen impuestos para colaborar con la mayor¨ªa y los menos optimistas predicen un desastre, con cada vez m¨¢s personas y menos laburo, esto es, con aumento de la precariedad, la pobreza y la desigualdad. Incluso se habla de instaurar la famosa renta b¨¢sica, no por los ideales de justicia social de la izquierda, sino a modo de inyecci¨®n econ¨®mica para que los consumidores puedan consumir lo que los robots producen y sistema siga rodando. Una renta b¨¢sica neoliberal que puede llegar incluso a implicar la desaparici¨®n de los servicios p¨²blicos b¨¢sicos.?
As¨ª que, ?dominar¨¢n el robots el mundo? ?Nos echaran a un lado para ponerse en nuestro lugar a hacer todas las cosas que ven¨ªan haciendo los humanos? ?Se quedar¨¢ la humanidad como una mera espectadora de la actividad maquinil? Es pronto para saberlo, aunque quiz¨¢s lo sepamos antes de lo previsto. Una cosa nos puede hacer mantener la esperanza: aunque los robots dominen el mundo, podremos foll¨¢rnoslos. ?O ser¨¢ al rev¨¦s?
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