¡°En Camboya, mataron al 90% de los artistas¡±
El fundador de Cambodian Living Arts sobrevivi¨® al genocidio camboyano tocando canciones de propaganda para los l¨ªderes de los jemeres rojos con una flauta
Los muertos. Los propios. Los ajenos. Los seres queridos que no regresar¨¢n. A los que casi no conoci¨®. Los que se niegan a irse y reaparecen en forma de pesadillas. Lo que le obligaron a ver y a hacer. Los recuerdos de ni?o. El equipaje de adulto. La verg¨¹enza. La culpa. Las dudas. Cuando a comienzos de los a?os 90, Arn Chorn-Pond regres¨® a Camboya, lo hizo con dos intenciones: reconciliarse con su pasado y descubrir a los artistas que sobrevivieron al genocidio.
Chorn-Pond, premio de los ¡°Derechos Humanos¡± de Amnist¨ªa Internacional de 1991, es el fundador de Cambodian Living Arts (CLA), una organizaci¨®n camboyana que trabaja para preservar las artes tradicionales y desenterrar de los escombros la cultura milenaria que destruyeron los jemeres rojos. En aras de una utop¨ªa agraria, entre 1975 y 1979, la guerrilla de Pol Pot instaur¨® el terror en Camboya y asesin¨® de hambre, con trabajos forzados o ejecuciones a entre 1,7 y 2 millones de camboyanos, seg¨²n la Universidad de Princeton, un cuarto de la poblaci¨®n del pa¨ªs-
¡°Persiguieron especialmente a las personas educadas: a m¨¦dicos, a profesores¡¡±, recuerda Chorn-Pond, en la sede de su organizaci¨®n, en Phnom Penh. Con camisa de cuadros y pa?uelo tradicional jemer al cuello, nadie dir¨ªa que a este hombre de 50 a?os, de gestos meticulosos, lo forzaron a ser un ni?o soldado de la guerrilla. Sobrevivi¨® al genocidio tocando canciones de propaganda con una flauta. A su familia, que dirig¨ªa una compa?¨ªa de ¨®pera, ¡°los mataron por ser artistas¡±, afirma. ¡°Vi c¨®mo mi hermanito y mi hermanita se mor¨ªan de hambre, eso es muy duro¡±.
Ten¨ªa nueve a?os cuando a Chorn Pond le separaron de sus padres. Fue recluido junto a otros ni?os en el templo budista Wat Ek Phnom de Battambang, reconvertido en c¨¢rcel y centro de ejecuciones. ¡°En ese lugar, asesinaban tres o cuatro veces al d¨ªa. Mataron a todo el mundo a mi alrededor¡±, rememora. ¡°A veces, a los ni?os nos ped¨ªan que mir¨¢ramos y si ve¨ªan alguna emoci¨®n por las v¨ªctimas, tambi¨¦n nos mataban¡±. Dice que hab¨ªan elegido a otros tres chicos para tocar el khaen, una especie de flauta, para los cabecillas de los jemeres rojos. ¡°Quedamos dos. Mataron hasta a mi primer profesor de m¨²sica¡±.
Con 11 a?os le pusieron un arma en la mano. ¡°Me obligaron a presenciar muchos asesinatos; me obligaron, tambi¨¦n, a hacer¡ muchas cosas malas que no quer¨ªa hacer¡±, reconoc¨ªa, emocionado, en una charla TED en Canad¨¢. En los 80, huy¨® a Tailandia, donde fue adoptado por una familia norteamericana y, ya en Estados Unidos, comenz¨® su nueva vida: estudiaba, jugaba al tenis, vest¨ªa camisa y corbata. Pero le persegu¨ªan los recuerdos. ¡°Constantemente me preguntaba: ?Por qu¨¦ vivo en Am¨¦rica? Sent¨ªa remordimientos por haber rehecho mi vida cuando tanta gente muri¨®¡±. Tampoco se lo pusieron f¨¢cil: ¡°En clase, me llamaban ¡®mono¡±.
Dice que estaba ¡°enfadado y confundido¡±. ¡°Afortunadamente, no hice nada malo¡±. Pens¨® en el suicidio. Su padre adoptivo le dijo que hablara, que contara al mundo lo que estaba pasando en su pa¨ªs. Lo hizo. Dio charlas. Llor¨®. Pero solo encontr¨® la paz cuando finalmente regres¨® a Camboya.
En busca de los artistas supervivientes
La vuelta de Chorn-Pond a su pa¨ªs, en los 90, en busca de los artistas del arte tradicional jemer supervivientes, est¨¢ recogida en el documental The flute player (el flautista), de Jocelyn Glatzer. Entre 1975 y 1979, perecieron en Camboya el 90% de los artistas, seg¨²n datos de CLA. En 1998, Chorn-Pond, con el apoyo de amigos de EE UU, gest¨® su organizaci¨®n, con el objetivo de encontrar a esos artistas y compartir su legado antes de que falleciesen.
Inicialmente, el programa apoy¨® a cuatro artistas que Chorn-Pond hab¨ªa descubierto malviviendo. ¡°Algunos se las hab¨ªan arreglado en la clandestinidad, dos o tres estaban en la calle, borrachos, sin ninguna esperanza¡±, explica. ¡°Les dimos trabajos y les tratamos con dignidad¡±, contin¨²a. Entre 1999 y 2009, la organizaci¨®n internacional World Education apoy¨® el programa y este se multiplic¨®. En ese per¨ªodo apoyaron a 16 maestros y a 11 asistentes para 200 estudiantes en ocho provincias en Camboya cada al a?o.
Chorn-Pond fue adoptado por una familia estadounidense: ¡°Constantemente me preguntaba: ?Por qu¨¦ vivo en Am¨¦rica? Sent¨ªa remordimientos por haber rehecho mi vida cuando tanta gente muri¨®¡±
¡°Uno de los pilares de nuestros programas es el desarrollo art¨ªstico¡±, explica Sokhorn Yon, coordinadora de programas de Cambodian Living Arts, que especifica que apoyan, ¡°por un lado, a los l¨ªderes de la comunidad para sostener las ense?anzas art¨ªsticas y por otro, a los artistas para que creen negocios sostenibles¡±. Entre ellos, rescataron al grupo Dondrey Mongkol Troupe, que ya exist¨ªa antes de los jemeres rojos. Su maestro, Mao Poeung, fue redescubierto por Chorn-Pond y lo ayudaron hasta su muerte. Ahora, uno de sus estudiantes se ha hecho cargo de la compa?¨ªa. Adem¨¢s, cuentan con un programa de becas, creado en 2011 "para elevar el profesionalismo en el sector¡± y la educaci¨®n art¨ªstica tradicional en los colegios.
¡°Aunque por lo que todo el mundo nos conoce es por el espect¨¢culo de danza tradicional, que CLA tiene desde 2009, varios d¨ªas a la semana, en el museo nacional de Phnom Penh¡±, contin¨²a Yon. Un domingo de marzo, el estruendo de los tambores y el silbido de las flautas anuncia a guerreros de lanza y pies descalzos, y a ninfas de coronas doradas, flor en la cabeza y pareo. Interpretan un baile de la provincia de Svay Rieng. Algunas obras evocan a la guerra, otras al fuego o a la seducci¨®n, como hicieron sus antepasados.
Tras una cruenta guerra civil, un genocidio y una crisis asfixiante, Camboya se levanta t¨ªmidamente. Entre 2007 y 2011, la pobreza en el pa¨ªs se redujo del 47,8% al 19,8%, y actualmente hay un 97% de ni?os que van a la escuela primaria, seg¨²n datos de UNESCO; el analfabetismo tambi¨¦n disminuy¨®, del 32,7% en 1998 al 22,4% en 2008, seg¨²n datos del Censo de Poblaci¨®n Nacional, pero a¨²n hay un 20,3% (2013) de camboyanos mayores de 15 a?os que no sabe leer ni escribir.
¡°Nuestro objetivo ahora ya no son las acciones de emergencia, sino dejar un legado para las generaciones futuras¡±, anticipa Chorn-Pond, que asegura que su sue?o es ¡°convertir CLA en un en un paquete de trabajo que funcione en otras naciones en posconflicto, para que despu¨¦s de la paz puedan hacer lo que Camboya hizo¡±. ¡°En este pa¨ªs enterramos a mucha gente, no nos los van a devolver pero vendr¨¢n otras generaciones; sin embargo, ?qu¨¦ es un pa¨ªs sin cultura?¡±, concluye.
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