Los retos de educar a un ni?o superdotado
Los intensos arranques de ira, el cuestionamiento cr¨®nico o la brutal intensidad emocional pueden ser desconcertantes para los padres
¡°Los ni?os superdotados son el fruto m¨¢s hermoso del ¨¢rbol de la humanidad. A la vez son los que corren m¨¢s grande peligro, pues cuelgan de sus ramas m¨¢s fr¨¢giles y con frecuencia se rompen¡±. Carl G. Jung, m¨¦dico, psiquiatra, psic¨®logo y ensayista suizo.
Educar a un hijo o hija con altas capacidades puede ser muchas veces un desaf¨ªo. No s¨®lo por la singular manera con la que estos ni?os procesan el mundo, sino tambi¨¦n por nuestras propias creencias acerca de ello. Probablemente hayamos fantaseado con c¨®mo ser¨ªamos como padres antes de serlo, pero de lo que estoy segura es que pr¨¢cticamente ninguno de nosotros se imagin¨® siendo el padre o madre de un ni?o superdotado. Es esta una experiencia desconcertante para quien la tiene que vivir y que a?ade un gran plus de responsabilidad en tanto la mayor¨ªa de estos ni?os plantean conflictos cotidianos muchas veces dif¨ªciles de afrontar, a la vez que se enfrentan a una sociedad que les desconoce por completo, que no les entiende, y que se maneja a caballo entre la envidia y el prejuicio.
Y m¨¢s all¨¢ de los pasos, peque?os, lentos y muy t¨ªmidos que se van dando para adaptarles acad¨¦micamente, hay un reto para los padres infinitamente superior, que es apoyarles emocionalmente desde una crianza y una educaci¨®n donde se respete su excepcionalidad y se canalice su potencial para que sean ni?os felices, integrando su diferencia sin asomo de marginalidad.
El desconocimiento social de esta realidad ha generalizado una serie de prejuicios tales como que alta capacidad equivale a alto rendimiento, lo que queda claramente desmentido por el doloroso ¨ªndice de fracaso escolar de este colectivo, que se estima en m¨¢s de un 50% superior al de la poblaci¨®n normal. Tambi¨¦n se desconoce su vulnerabilidad ps¨ªquica as¨ª como su hipersensibilidad, cuyo manejo inadecuado se acabar¨¢ traduciendo en una autoestima fr¨¢gil y una visi¨®n dolorosa del mundo que en muchas ocasiones les llevar¨¢ a replegarse sobre s¨ª mismos, cercenando cualquier posibilidad de alcanzar una vida significativamente feliz.
La mayor influencia y responsabilidad de que esto no ocurra es nuestra, de los padres. Despu¨¦s podr¨¢n o no apoyarnos el resto de agentes sociales, pero en primera y ¨²ltima instancia somos nosotros su filtro y su espejo, que les devolver¨¢ una mirada cr¨ªtica u optimista, agotada o constructiva. En definitiva y como dec¨ªa un profesor m¨ªo de la facultad, ¡°somos lo que percibimos que los dem¨¢s perciben que somos¡±.
Algunos de los retos cotidianos m¨¢s comunes que plantean los ni?os superdotados son problemas con las rutinas, dificultad para escuchar instrucciones, la brutal intensidad emocional, la hipersensibilidad sensorial (ropa, etiquetas, texturas, ruidos, luces¡), la falta de sincronizaci¨®n en el desarrollo social, afectivo, f¨ªsico y motor (s¨ªndrome de disincron¨ªa evolutiva), lo que les lleva a intensos arranques de ira y frustraci¨®n, tambi¨¦n la rebeld¨ªa, la actitud muchas veces desafiante, el cuestionamiento cr¨®nico, el perfeccionismo, la autocr¨ªtica, la dificultad para dormir, la demanda estimular constante y la dificultad para manejar los c¨®digos sociales y de interacci¨®n, ser¨ªan grosso modo los m¨¢s comunes. Obviamente, cada ni?o es distinto as¨ª como lo es cada sistema familiar, pero a grandes rasgos podemos afirmar que a mayor rigidez y autoritarismo en su educaci¨®n, mayor probabilidad de fracaso vital y acad¨¦mico: un ni?o superdotado no funciona con imposiciones, s¨®lo con razones que tengan sentido para ¨¦l. El desaf¨ªo de la autoridad solo por el hecho de ostentar el poder es parte de su mirada genuina y distinta.
En Psicolog¨ªa Ceibe impartimos un taller para padres donde proponemos un paradigma educativo basado en el v¨ªnculo (madre/padre-hijo) y en la reestructuraci¨®n de las creencias de los padres en cuanto a lo que son e implican las altas capacidades en el d¨ªa a d¨ªa con nuestros hijos, con el objetivo de facilitar su desarrollo y su adaptaci¨®n a fin de que puedan disfrutar de su condici¨®n, tanto padres como hijos.
Lo basamos en la construcci¨®n y nutrici¨®n de un v¨ªnculo seguro y s¨®lido entre padres e hijos porque esta ser¨¢ la base que sirva de trampol¨ªn para el despegue del potencial de nuestros hijos. Los ni?os con altas capacidades son sobre todo emoci¨®n, est¨¢n gobernados por el hemisferio cerebral derecho y por tanto si esta variable no est¨¢ ajustada, ellos no funcionan. Cuando un ni?o se siente emocionalmente seguro y contenido es mucho m¨¢s receptivo a corregir conductas y m¨¢s proactivo a hacer su mejor jugada.
Y la revisi¨®n y cambio de creencias que no nos apoyan en la gesti¨®n de hijos diferentes a la norma nos parece imprescindible. Es necesario revisar c¨®mo fui educado y desechar lo que no me sirve aqu¨ª y ahora, reflexionar acerca de si vivo la diferencia de mi hijo como una carga a?adida o como una preciosa oportunidad de crecimiento para ambos, afrontar los miedos, manejar las expectativas, dejar la futurolog¨ªa para los echadores de cartas y centrarnos en el hoy sin pensamientos catastrofistas, poner el foco en lo que tienen de luz que es la mayor¨ªa y no en sus zonas oscuras, informarme todo lo posible para romper mis propios prejuicios absorbidos por una sociedad que los percibe como raros por puro desconocimiento y ponerme las orejeras frente a los opin¨®logos que saben de todo y especialmente de c¨®mo debe tratarse a un ni?o superdotado. En mi camino de crianza la prioridad es mi hijo, y el mundo se va a dividir entre los que son parte de la soluci¨®n o son parte del problema. Sin ambig¨¹edades.
Nosotros planteamos apoyarnos en cuatro pilares b¨¢sicos:
- Detectar la necesidad que ¡°se esconde¡± detr¨¢s de la conducta inadecuada: generalmente la mala conducta solo es el s¨ªntoma, la punta de iceberg de un deseo o necesidad muy diferente a lo que aparenta. Si nos quedamos solo en atajar el s¨ªntoma no estamos trabajando en la base y no producir¨¢ ning¨²n aprendizaje a medio ni a largo plazo.
- Equilibrio entre flexibilidad y firmeza. Es necesario establecer un marco de juego donde los l¨ªmites vienen a ser las normas necesarias para poder vivir en comunidad. Ahora bien, el establecimiento de estos debe ser lo m¨¢s negociado posible, v¨¢lidos para todos (no s¨®lo para los ni?os), flexibles y siempre argumentados. Se puede y se debe ser firme y amable a la vez, no es necesario levantar la voz ni enfadarse para recordar un l¨ªmite o repetir un no. Un ni?o superdotado no acatar¨¢ nunca algo que no tiene sentido para ¨¦l.
- La comunicaci¨®n emocional debe predominar por encima de cualquier otro tipo: hay que aprender a incluir dentro del lenguaje cotidiano las emociones porque son el motor de la mayor¨ªa de nuestras acciones y porque el manejo de este lenguaje es piedra angular para el desarrollo de la inteligencia emocional.
- Los padres tenemos que intentar funcionar como un equipo de trabajo, coherente y s¨®lido. Los ni?os con altas capacidades son especialmente fr¨¢giles a nivel emocional por lo que la contenci¨®n y la percepci¨®n de consistencia de quienes educan le van a proporcionar la seguridad de la que ellos carecen. El constante intento de adaptaci¨®n a un mundo hecho a la medida del percentil 50 hace que soporten altos niveles de ansiedad y que necesiten de forma imprescindible apoyarse en unos padres que formen equipo, sin fisuras.
Educar no es adiestrar. Educar es estimular la construcci¨®n de las herramientas emocionales que les permitan alcanzar una vida adulta constructiva, significativa y libre.
Hoy por hoy sabemos que el ¨¦xito se debe en un 70% a factores emocionales y s¨®lo el 30% restante a factores cognitivos.
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