Haciendo como que no hay guerra
Yemen est¨¢ sumido en un conflicto que dura ya dos a?os y ha dejado sin escuela y alimentos a los ni?os. La autora, trabajadora de Unicef all¨ª, expone sus preocupaciones
He visto la pel¨ªcula La vida es bella, de Roberto Benigni, unas cuantas veces, pero nunca pens¨¦ que acabar¨ªa en un escenario de guerra donde los ni?os y las ni?as tienen que cambiar sus sue?os, sus ilusiones y su futuro por un presente sombr¨ªo y sangriento. En la pel¨ªcula, el director recrea el mundo de su hijo para que ¨¦ste no sepa que hay conflicto. S¨¦ por conversaciones con mis colegas de trabajo que muchas madres y padres en Yemen hacen lo mismo, y que intentan llevar una vida lo m¨¢s normal posible haciendo como que no hay guerra. Pero no siempre lo consiguen.
Desde que el conflicto se internacionaliz¨® en Yemen en marzo de 2015, la vida para las ni?as y los ni?os de este pa¨ªs no ha sido la misma. Para empezar, las escuelas cerraron casi inmediatamente, ?y todav¨ªa est¨¢bamos en marzo! Faltaba mucho para el fin del curso escolar y, mientras ca¨ªan las bombas y las familias se encerraban en sus casas, yo me preguntaba: ?c¨®mo podr¨¢n mantenerles entretenidos todo el d¨ªa sin salir? S¨¦ por experiencia lo que significa tener cr¨ªos en casa todo un d¨ªa, incluso un fin de semana lluvioso. Pero,?un mes entero? ?M¨¢s de un mes? Estamos hablando de espacios cerrados, la mayor parte del d¨ªa sin electricidad y sin agua. Pero, sobre todo, con miedo. Miedo a que algo caiga demasiado cerca, a los ruidos fuertes, a las balas, a los tanques y al futuro.
Muchas escuelas permanecieron cerradas durante el resto del a?o escolar. Pero en algunas comunidades los padres, madres y maestros, tal vez en un esfuerzo por devolver a sus hijos un poco de la normalidad que la guerra les hab¨ªa robado, improvisaron aulas all¨ª donde el espacio lo permit¨ªa. Poco a poco, los salones y jardines de algunas casas familiares se llenaron de ni?os, de unos cuantos asientos o, sencillamente, de alfombras y una pizarra. Un par de horas de clase al d¨ªa en las que la guerra se olvidaba¡ aunque segu¨ªa all¨ª, muy cerca.
En septiembre de 2016, este mismo conflicto casi deja a m¨¢s de medio mill¨®n de estudiantes sin poder presentarse a sus ex¨¢menes finales. Las pruebas que les permitir¨ªan acceder al siguiente nivel de educaci¨®n. Unicef y otros aliados se unieron para apoyar al ministerio de Educaci¨®n, y finalmente los ex¨¢menes pudieron realizarse en casi todo el pa¨ªs. Mientras miles de chicos y chicas se examinaban en Sana¡¯a, un estruendo cubri¨® el cielo de la capital. Muchos temieron que era otra vez esa guerra de la que se hab¨ªan olvidado por un momento; afortunadamente, esta vez era solo un trueno, o quiz¨¢ una llamada de atenci¨®n: la guerra no ha terminado.
Seis de cada diez personas en Yemen sufren una situaci¨®n de inseguridad alimentaria
?Y c¨®mo seguir adelante cuando las madres no pueden alimentar a sus hijos? Seis de cada diez personas en Yemen sufren una situaci¨®n de inseguridad alimentaria. La comida ¨Cen su mayor¨ªa importada¨C escasea, y muchas familias han perdido sus fuentes de ingresos. La desnutrici¨®n afecta a m¨¢s de dos millones de ni?os que no solo padecen hoy, sino que, si sobreviven, pueden sufrir adem¨¢s graves consecuencias en su desarrollo f¨ªsico y mental. Ya no es solo la guerra la que arrebata sue?os: el hambre y la enfermedad tambi¨¦n acechan. La situaci¨®n est¨¢ alcanzando niveles cr¨ªticos, el pa¨ªs est¨¢ al borde de una hambruna.
Muchas cosas me preocupan en Yemen: la posibilidad de que los ni?os y ni?as pierdan el curso, c¨®mo pueden seguir estudiando, la terrible desnutrici¨®n aguda que acosa a m¨¢s de 400.000 ni?os menores de cinco a?os, la falta de agua y de comida, el desplazamiento masivo de familias enteras que no tienen nada, ni siquiera d¨®nde ir, la falta de trabajo y de ingresos y, sobre todo, la falta de una soluci¨®n pac¨ªfica en el horizonte.
Son dos a?os de un conflicto que a veces parece dar un respiro, pero no cesa. Y, ?por cu¨¢nto tiempo m¨¢s podr¨¢n soportar esta situaci¨®n? Parece que el pa¨ªs est¨¢ cada d¨ªa m¨¢s cerca del abismo, incluso si quisieran escapar no pueden, el aeropuerto de la capital est¨¢ cerrado para vuelos comerciales desde agosto, las fronteras terrestres est¨¢n bloqueadas. Con solo un aeropuerto funcional en el sur del pa¨ªs, muchas personas ponen sus vidas en riesgo atravesando zonas extremadamente peligrosas para poder tomar el ¨²nico vuelo que los lleve a un pa¨ªs cercano, La mayor¨ªa lo ¨²nico que busca es tratamiento m¨¦dico, servicios especializados que en Yemen ya no est¨¢n disponibles.
Pero una cosa me alienta y me anima a seguir trabajando en este pa¨ªs: sus gentes, mis compa?eras de trabajo, que son unas luchadoras, muchas de ellas profesionales de la salud, de la educaci¨®n, especialistas en servicios sociales, ingenieras... Mis colegas m¨¦dicos, gestores, conductores, administrativos¡ Todo un equipo de gente que lo da todo por nuestro trabajo. La gente de las ONGs locales e internacionales con las que trabajamos tienen tambi¨¦n todo mi respeto. Admiro sobre todo a las personas que se ocupan d¨ªa tras d¨ªa de los colegios, los maestros, las enfermeras, las directoras de escuela o de hospitales y centros de salud, las madres y los padres.
Me alienta la sonrisa de los ni?os y de las ni?as cuando reciben materiales escolares distribuidos por Unicef, cuando van al colegio con sus mochilas nuevas y un brillo de esperanza en sus ojitos tristes. Por ellos merece la pena este trabajo y que les apoyemos de la mejor manera que sepamos, desde casa o a pie de pista. Y sobre todo, como en La vida es bella, que intentemos que, pese a la violencia que les rodea, las ni?as y los ni?os de Yemen puedan seguir creciendo y jugando. Haciendo como que no hay guerra.
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