La verdad (Mike Tyson)
CAE EL MAZAZO impiadoso, se sabe su ferocidad. Lo ve venir en un instante, tan veloz que es a un mismo tiempo la amenaza y su concreci¨®n. Ese golpe aturde y desmaya, incluso cuando por ventura pueda no ser del todo pleno, da?a para siempre, deforma lo que sea que encuentre (una cara, un parietal, una memoria, un entendimiento). El guante rojo no parece un guante, sino una bola de hierro, y puesto que har¨¢ lo que har¨ªa una bola de hierro, no importa que en verdad sea un guante.
El miedo y los reflejos se ayudan mutuamente. A una velocidad letal, la de la destrucci¨®n, alcanza a oponerle otra, astuta, la del esquive. Inclina el torso, alza una mano, aparta la cabeza. No es un ardid del boxeo lo que lo inspira, es su instinto de supervivencia. Le sale bien: el golpe criminal le pasa cerca, muy cerca, casi lo roza, suena un silbido; pero por fin pasa de largo y se aleja, rotando por su propio impulso.
Entonces, qu¨¦ hace: se deja caer. Como si el golpe lo hubiese impactado. Se deja caer: que gane el otro.
Se salv¨®, pero alcanza a pensar (pensar no es la palabra exacta, esa r¨¢faga de pura intuici¨®n es menos que un pensamiento) que despu¨¦s de ese golpe vendr¨¢ fatalmente otro, vendr¨¢n fatalmente otros, y que alguno no podr¨¢ esquivar, algunos no podr¨¢ esquivar. Y le llegar¨¢ no solamente la derrota, sino tambi¨¦n la destrucci¨®n, lo irreversible. Entonces, qu¨¦ hace: se deja caer. Como si el golpe lo hubiese impactado. Se deja caer: que gane el otro. Si igual iba a ganar el otro. Se deja caer y espera a que le cuenten hasta diez. El otro es el gran campe¨®n, y ¨¦l por su parte cobrar¨¢ su buena bolsa.
M¨¢s tarde, pasada la medianoche, est¨¢ terminando de cenar en un sal¨®n reservado de su hotel. Su hermano y su entrenador le hacen compa?¨ªa. De pronto, se abre la puerta: sin brusquedad, pero con firmeza. ?Qui¨¦n es? Es el campe¨®n. ?l se pone de pie cuando lo advierte. Viene a buscarlo, ?qu¨¦ quiere? Los dos se miran y ¨¦l comprende. Viene a darle, a mano limpia ahora, el golpe que en el ring pareci¨® existir pero no existi¨®. Precisa hacerlo, no tiene opci¨®n, aunque sea ac¨¢, donde nadie lo sabr¨¢, aunque sea ahora, cuando todo termin¨®, porque sin eso su victoria no ser¨ªa verdadera.
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